Pancho Villa, una leyenda de claroscuros
Doroteo Arango nació el 5 de junio de 1878, y fue asesinado el 20 de julio de 1923 en la ciudad de Parral, Chihuahua
El 20 de julio de 1923 fue asesinado Pancho Villa en la ciudad de Parral, Chihuahua. En ese momento comenzó una leyenda que, con claroscuros, ha llegado hasta nuestros días.
Aunque cada biógrafo tiene una versión de la participación de Francisco Villa en el movimiento revolucionario, en lo que están de acuerdo es que nació el 5 de junio de 1878 en el Rancho de la Coyotada, que formaba parte de una de las haciendas más grandes de Durango, propiedad de la familia López Negrete. Sus padres, Agustín Arango y Micaela Arámbula, eran aparceros de esa hacienda.
El niño fue bautizado como Doroteo Arango, si bien hay muchas versiones sobre su verdadero nombre. Don Agustín Arango murió muy joven dejando a su viuda con cinco hijos.
De acuerdo con Villa, el hecho que cambió su vida ocurrió el 22 de septiembre de 1894, a los 16 años. A esa edad trabajaba como aparcero en la Hacienda de Gogojito y ya era el jefe de una familia que estaba formada por su madre y sus hermanos Antonio e Hipólito y dos hermanas: Mariana, de 15 años, y Martina, de 12 años.
Ese 22 de septiembre al llegar a su casa de regreso del trabajo encontró a Agustín López Negrete, “el amo, el dueño de la vida de nosotros los pobres”, frente a su madre, quien le decía: “¡Váyase de mi casa! ¿Por qué quiere llevarse a mi hija?”
Al escuchar esto, el joven Doroteo fue a la casa de su primo Romualdo Franco, tomó el rifle de éste y le disparó en un pie al hacendado. Al responder a los gritos del amo, aparecieron cinco criados armados listos para disparar contra él, pero López Negrete les ordenó que no mataran al muchacho y que a él lo llevaran a su casa.
Doroteo montó en su caballo y se alejó hacia la Sierra de la Silla, frente a la Hacienda de Gogojito. Meses después de su fuga, lo detuvieron tres hombres y lo llevaron a la cárcel de San Juan del Río. Doroteo estaba seguro de que lo iban a fusilar. “A eso de las diez de la mañana del día siguiente me sacaron de mi encierro para que moliera un barril de nixtamal”. Con la mano del metate golpeó al guardia que tenía más cerca y logró escapar rumbo a las montañas de Los Remedios.
Hacia 1899 para la policía estatal era sólo un bandido, pero en 1901 lo arrestaron por primera vez por robar dos burros y la carga que llevaban, aunque salió libre por falta de pruebas.
Días después, se le arrestó otra vez acusado de asalto. Fue condenado a servir como soldado de leva en el ejército. Un año después desertó, huyó a Chihuahua, cambió su nombre por el de Francisco Villa y se dedicó trabajar, primero de minero, después de albañil, carretonero para las grandes compañías mineras norteamericanas, administrador de un corral de gallos de pelea.
Durante algún tiempo tuvo una carnicería en la ciudad de Chihuahua, pero el rastro de la ciudad pertenecía a la familia de Luis Terrazas, que lo expulsó. Regresó a trabajar como minero hasta que empezó a robar ganado de la familia Terrazas.
A pesar de que andaba a salto de mata, compró una casa en la ciudad de Chihuahua en la que se asentó. Ahí lo encontró Abraham González en 1910 quien lo invitó a participar en la revolución maderista.
Aún no hay una versión final de su paso por el movimiento revolucionario y el papel del ejército de Villa. Como maderista, el 17 de noviembre de 1910 atacó la Hacienda de Chavaría y desde ese mismo día se dedicó a reclutar gente para sus tropas. La revolución maderista mostró el ingenio militar y de estratega de Villa que se mostraron en sus primeras batallas, como las de San Andrés, Santa Isabel, Ciudad Camargo, Las Escobas y Estación Bauche y de Ciudad Juárez al lado Pascual Orozco.
Después de la Convención de Aguascalientes en la que se decidió que Carranza, Zapata y Villa se retiraran, Carranza no aceptó. El 6 de diciembre de 1914 Francisco Villa, al mando de la División del Norte, y Emiliano Zapata, comandante del Ejército del Sur, ingresaron al Palacio Nacional tras mientras Venustiano Carranza junto con Obregón se dirigían hacia Veracruz.
Ese sería su último momento de gloria por Álvaro Obregón en 1915 lo derrotaría en Celaya, León y Aguascalientes. Villa se replegó a Chihuahua y la División del Norte se empezó a dispersarse. En estas circunstancias, en 1916 atacó la población de Columbus, Nuevo México lo que dio lugar a la Expedición Punitiva a cargo de John Pershing durante un año.
En 1920, los que se habían levantado contra Carranza en el Plan de Agua Prieta lo invitaron a que se les uniera, pero Villa se negó, por lo que los atentados en su contra aumentaron. Después de algunas pláticas entre Villa y el presidente provisional Adolfo de la Huerta, el 28 de julio de 1920 Villa firmó su rendición en el Palacio Municipal de Sabinas, Coahuila.
En esta rendición, Villa se obligaba a no tomar las armas contra el gobierno y éste le entregaría la Hacienda de Canutillo en Durango, más una guardia personal de 50 hombres. Sin embargo, para sus enemigos esa rendición sólo era una tregua por lo que seguía siendo peligroso para ellos mientras viviera.
Así llegó el 20 de julio de 1923. Ese día ocho hombres aguardaban el momento en que pasara el coche de su víctima. La temperatura en Parral era muy alta, pero las gruesas paredes de adobe de los cuartos llenos de alfalfa en el que esperaban amortiguaban el calor.
Los ocho estaban armados con carabinas y revólveres calibre .45 dispuestos a matar o morir. José y Ramón Guerra, Jesús y José Sáenz Pardo, Jesús Salas Barraza, José Barraza, Librado Martínez y Melitón Lozoya sabían que si Villa sobrevivía al atentado, entonces ellos morirían.
Algunos implicados tenían ganado de engorda en Parral y con el pretexto de almacenar pastura en ellos rentaron dos cuartos en la calle por donde tenía que pasar Villa; como esos cuartos estaban separados por una pared, abrieron un boquete en ella para estar en contacto.
Un joven apostado en la esquina de las calles Juárez y Gabino Barreda, al ver venir el coche de Villa dio la señal. En cuanto el vehículo dio vuelta en la esquina, los ocho hombres salieron de los cuartos y empezaron a disparar hacia el lugar del chofer. Francisco Villa murió al instante. De sus cinco escoltas, sólo sobrevivió Ramón Contreras, quien herido pudo huir del lugar.
Villa y Hollywood
Villa era muy famoso en Estados Unidos, y Hollywood quiso sacar provecho de esa fama. En diciembre de 1913, el jefe de la División del Norte se había apoderado de Chihuahua. Expropió enormes extensiones de tierras, en especial de la familia de Luis Terrazas, repartió comida entre los pobres y prometió tierras a sus soldados al triunfo de la Revolución.
Muchos periódicos decidieron olvidar su carrera de bandido anterior al movimiento armado y lo convirtieron en héroe. El New York World y el Metropolitan enviaron a John Reed a Chihuahua para hacer reportajes sobre Villa.
El productor Harry Aitken, de la Majestic Motion Picture Company de Los Ángeles y la Mutual Film Corporation de Nueva York, envió a un agente con un contrato para el general, y el 3 de enero de 1914 representantes de Villa y de Aitken firmaron un contrato de exclusividad en el que la Mutual Film Corporation podía filmar sus batallas y exhibirlas como noticieros, no sólo en Estados Unidos, sino también en México y Canadá. A cambio, Villa recibió un adelanto de 25 mil dólares y recibiría 20 por ciento de regalías.
La primera película de Villa en acción fue una cinta de dos rollos sobre la batalla de Ojinaga, el 10 de enero de 1914. La siguiente batalla sería la de Torreón. Para esa batalla la Mutual le compró a Villa un uniforme de general porque siempre había peleado en ropa de civil. Cristy Cabanne, uno de los directores de la Majestic en Los Ángeles fue a Chihuahua. En su viaje a Ciudad Juárez lo acompañaba un escritor, quien durante el viaje en ferrocarril escribió el guión para un western sobre la vida del caudillo.
La película se estrenó el 9 de mayo en el Teatro Lyric, en Broadway. Gracias a ella el público estadounidense se enamoró del Centauro del Norte. En Hollywood se han filmado al menos seis películas sobre el Centauro del Norte.