Versus. Foro Multidisciplinario a 500 años
Parcial, revisión histórica de la Conquista y Colonia
Discriminación y racismo, y el papel de la mujer en la caída de Tenochtitlan, en dos conversatorios
La revisión histórica de la Conquista y del periodo Colonial ha sido parcializada en tanto que el análisis omite la presencia de comunidades afrodescendientes en un acto claro de racismo y xenofobia. Así lo afirmó la antropóloga María Elisa Velázquez en la mesa Un Recorrido de 500 años por el Mestizaje, el Racismo y la Extranjería en México, realizada dentro de las actividades del programa Versus. Foro Multidisciplinario a 500 años, organizado por la Red de Educación Continua (REDEC).
La especialista señaló que cuando se habla de la llegada de la Nueva España nunca se menciona a los afrodescendientes, lo cual devela una visión parcializada. Esto, dijo, demuestra la ignorancia sobre los procesos de convivencia e intercambio entre los distintos grupos indígenas, africanos y de otras culturas.
Velázquez reprochó que existan tan pocos estudios sobre el racismo hacia afrodescendientes en México y que permanezca la discriminación. “¿Y cómo se ha expresado este racismo? Con la invisibilidad, con el silencio, con el menosprecio de las instituciones del Estado hacia el tema, con la exaltación de la ideología del mestizaje y del multiculturalismo sin políticas concretas, con la desigualdad social y económica, con la pobreza, marginación e inequidad”.
Otra presencia invisibilizada ha sido la de los chinos de la Nueva España, pese a que se calcula que entre 1565 y 1700 llegaron alrededor de 7 mil, de los cuales sólo 75 eran mujeres, aseveró en su turno la también antropóloga Mónica Cinco Basurto.
Por su parte, la socióloga Olivia Gall Sonabend cuestionó el proceso de construcción identitaria de la comunidad nacional, “porque nunca le dio a los pueblos indígenas o a los afroamericanos el mismo estatus que a los criollos en esa mezcla ideal”, mientras que la filósofa de la ciencia Vivette García Deister compartió algunos resultados de recientes investigaciones genómicas, hechas con la pretensión de descifrar la “ancestría” mexicana.
Caída de Tenochtitlan
El papel que desempeñaron hace 500 años mujeres como Tecuichpotzin, conocida como Doña Isabel Moctezuma, Doña María Ylamateutli, Señora de Cholula, La Malintzin o Doña Marina, las cacicas que se observan montadas a caballo y ataviadas con sombrero y huipil en el Códice Azcatitlán, así como otras descendientes de Moctezuma quienes aparecen en diversas representaciones pictográficas en el Códice Cozcatzin, fueron analizadas por la historiadora Mónica Ávila también dentro de las actividades del Versus. Foro Multidisciplinario a 500 años, actividad del Programa México 500.
La académica de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza expuso la conferencia La Participación de la Mujer Indígena en la Caída de Tenochtitlan, donde relató cómo “afrontaron sus vidas entre la humillación y el empoderamiento, entre la destrucción y el intercambio, para contribuir a la creación de algo radicalmente nuevo, siendo agentes activas de sus destinos y de los destinos de sus comunidades, incluso en las circunstancias más brutales”, pensamiento éste de la historiadora Darina Martykánová que utilizó para dar inicio a su intervención.
Refirió, de entrada, que para los nahuas el primer día de vida de un individuo del sexo femenino implicaba que la partera preparase un huso y una rueca, objetos que junto con el cordón umbilical de la recién nacida enterraban dentro de la casa de la madre. Eso significaba que la niña estaría destinada a las labores domésticas.
La situación cambiaba radicalmente si la familia pertenecía a una clase noble, entonces se le educaba para tomar decisiones y adquirir habilidades de negociación. “En la adultez las mujeres de linaje tenían el respeto y obediencia del pueblo, imponían leyes y las hacían cumplir. Había quienes llegaban a ser sacerdotisas o a ejercer cargos en los mercados públicos”.
Los españoles, explicó, “se percataron de que las mujeres indígenas eran bellas, higiénicas y trabajadoras, pero siempre las vieron como si fueran objetos a su disposición, casi como una mercancía”, aunque también hicieron una distinción hacia las mujeres con linaje.
De Malintzin, en particular, dijo que era una mujer con muchas cualidades: observadora, con el don de la escucha, traductora, hábil para explicar y negociar, además de que fungió como amante, pareja y madre. “Fue alguien muy inteligente y líder, una mujer con un fuerte carácter. Portavoz de los españoles invasores y factor clave para comunicarlos con los indígenas. Una intermediaria cuya vida pendía de un hilo en caso de que no lograse la negociación entre las partes”.