Veintitrés años de cooperación internacional espacial podrían llegar a su fin como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, y las sanciones impuestas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y sus aliados que buscan poner fin al conflicto armado.
Así lo anunció Dmitri Rogozin, director general de la agencia espacial rusa Roscosmos, mediante una serie de declaraciones en Telegram:
«Presentaremos próximamente al liderazgo del país las propuestas concretas de Roscosmos respecto a los plazos del cese de la cooperación en el marco de la EEI con las entidades espaciales de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón… los socios occidentales insinúan que en realidad las sanciones respecto a los trabajos vinculados a la EEI no se aplicarán”
“Considero esta situación inadmisible. Las sanciones de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón están dirigidas a bloquear el financiamiento económico y financiero, y las actividades productivas de nuestras empresas de altas tecnologías… (buscan) destruir la economía de Rusia, someter a nuestro pueblo al desespero y el hambre, poner a nuestro país de rodillas”.
De concretarse la amenaza del director de Roscosmos se perdería uno de los proyectos de diplomacia científica internacional más importantes de la historia moderna de la humanidad, así lo consideró José Franco, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM:
“La Estación Espacial Internacional es un extraordinario producto de la diplomacia científica, pues en su desarrollo participaron no sólo Estados Unidos y la ex Unión Soviética –cuando se crea la Federación de Repúblicas Rusas–, también participaron la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Japonesa y la Agencia Espacial Canadiense. Y, a finales de 1998, se lanzó el primer módulo para crear la Estación Espacial desde Rusia, de hecho el primer módulo tiene un nombre muy significativo, Zarya, que en ruso significa amanecer”.
“Si hay un rompimiento total, creo que las pérdidas serían en muchos sentidos, porque no es ningún chiste el tema de que los motores son manejados por Rusia. La EEI está como a 400 kilómetros de altura, hay una atmósfera residual que genera una fricción en su trayecto, lo cual hace que vaya perdiendo altura. Los motores sirven para para recuperar altura y balancear la estación. Por eso el director de Roscosmos ha hecho la broma de ‘bueno, si nosotros quitamos los motores, no habrá manera de que podamos detener la caída de la estación espacial sobre suelo estadounidense o europeo. Es una amenaza que no se debe de tomar como broma”, añadió el especialista.
Inversión privada, ¿el futuro?
Ante las palabras de Dmitri Rogozin y la salida de la inversión Rusa en la EEI, el multimillonario Elon Musk, dueño de la empresa espacial SpaceX, sugirió en su cuenta de twitter que ésta podría tomar ese lugar y diversos medios especularon que otras compañías del ramo estarían interesadas en un movimiento similar.
El involucramiento de la iniciativa privada no sería algo nuevo para los diversos programas estatales, los cuales han usado desde décadas atrás contratistas. Para José Franco, la posibilidad de que SpaceX tenga un lugar en la EEI es muy factible, pero su intervención debe ser planeada con tiempo:
“Hay que hacer el Plan B lo antes posible, necesitas diseñar y preparar las cosas que vas a reemplazar. No es como quien dice: ahora quiero un taco de cabeza porque ya me aburrí de los tacos de carnitas. No es un proceso inmediato y, obviamente, tampoco lo puedes hacer a la mala”.
Franco pidió recordar que la “Estación Espacial Internacional es tan sólo uno de los proyectos actuales” que involucran una relación con Roscosmos: “Hay misiones de colaboración a la Luna, a Marte, a Venus, entre Rusia, Estados Unidos y la Agencia Espacial Europea, que en este momento están detenidos. Algunos proyectos ya estaban funcionando y ahora se detuvieron, por ejemplo, hay un telescopio espacial que es una colaboración entre Alemania y Rusia que se llama eRosita, lleva varios años funcionando y ha tenido resultados científicos importantes”.
La cancelación de proyectos desacelerará de manera importante las colaboraciones internacionales espaciales, el investigador del Instituto de Astronomía comentó que “a partir de esta guerra entre Rusia y Ucrania, los alemanes pusieron en hibernación ese telescopio y se han cancelado muchos otros proyectos. De las diferentes misiones planeadas en el futuro, había una, por ejemplo, para ir a Venus, la cual supuestamente debía de ser lanzada en el 2029 pero no sabemos si Estados Unidos y Rusia van a seguir colaborando. Hay otra que debía de ser lanzada este año entre Rusia y la Agencia Espacial Europea hacia Marte, pero dadas las condiciones se pospuso dos años”.
“Hay, al menos, dos misiones a la Luna entre la Agencia Espacial Europea y Roscosmos, llamadas Luna 25 y Luna 27, que tampoco se sabe cuál será su destino. Por otro lado, el lanzamiento del James Webb se hizo desde la Guayana Francesa, donde hay cohetes rusos que estaban preparándose para diferentes misiones y pues Rusia decidió sacar a sus ingenieros y operadores, entonces todo eso se quedó en veremos”.
Y concluyó José Franco: “No sólo la EEI estaría sufriendo, por supuesto el tener una estación espacial habitada por más de 20 años es una experiencia y una realidad que vale preservar. Pero no va a estar funcionando por todo muchas más décadas, hay que renovar los proyectos. China ya tiene su propio proyecto de estación espacial, donde Rusia se les puede unir y abandonar la EEI. El desarrollo de proyectos de esta magnitud están sujetos a las tensiones políticas, económicas, militares, sociales e, incluso, religiosas que hay en diferentes regiones del mundo. La ciencia siempre sufre las consecuencias de todo tipo de conflictos”.