¿Cómo ha impactado el plástico en la Ciudad de México?

El asunto abarca distintos aspectos y niveles; sin embargo, desde la perspectiva de Héctor Castillo Berthier, especialista del Instituto de Investigaciones de la UNAM, las reflexiones sobre este material deben partir de una reflexión histórica.

Modernidad

En opinión del sociólogo, a finales de los años 40 y durante la siguiente década, el plástico se convirtió en un elemento necesario, moderno y limpio. Poseía características que suplieron las formas convencionales para empacar y guardar. “Se convirtió en un signo de modernidad y fue ampliamente aceptado por la población”.

A la par, creció una industria que descubrió diversos usos y tipos del plástico, por lo que cada vez más se fue inventando maquinaria que trabajaba con ese material.

En ciertos servicios, como en la industria turística, “fue notoria su durabilidad y capacidad de transformación. Por otra parte, es útil y barato; de ahí que en México y en todo el mundo, el plástico se convirtió en un elemento cotidiano, moderno, útil y practico que empezó a crecer”.

Pionero en los estudios de basura, Castillo Berthier aseguró que “hace 42 años, el plástico ocupaba el 12 por ciento de la producción. Esa cifra se ha multiplicado y ahora hay una producción enorme de diferentes tipos de plástico. Además, es ligero y fácil de desechar que puede irse a cualquier lado”.

Cualquier lado puede ser el drenaje de la Ciudad de México. “Si alguien tira una bolsa de plástico, no se deshace. Queda ahí y se acumula, con lo que causa inundaciones y efectos negativos. Ya no digamos en el mar, que es una locura”, ejemplificó el académico.

Asimilación cultural

“De manera que esa característica modernizadora resulta necesario reflexionarla para saber qué está sucediendo ahora. No se trata sólo de ver sus efecto nocivos, no digo que no, reconoció el investigador; lo que interesa señalar es que vivimos un proceso de asimilación cultural profundo. Ahora decimos “no queremos plástico”, “no vamos a tener más plástico” y “frenemos el plástico”; sin embargo requerimos de un proceso hacia otro tipo de modernidad.

En la perspectiva de Castillo Berthier, la sociedad debe pasar de la modernidad del plástico a la modernidad de la recuperación natural, del uso sustentable. “Surgirán otros términos para designar la acción, pero vale la pena pensar que este no es un problema que surgió de pronto, es un asunto acumulado, histórico, que la sociedad aceptó aplaudió y ha utilizado”.

¿Es el reciclado la alternativa?

Buena parte del plástico es reciclable; tanto así que se compra, indicó el sociólogo. Un ejemplo: de pronto dejamos de beber agua de la llave porque alguien dijo que tenía bichos y empezamos a usar las botellas de plástico porque ahí el agua viene limpia. Entonces, apareció el PET (siglas del polímero Polietileno Tereftalato) que se recicla.

Hoy, las grandes empresas que comercializan sus productos en botellas de plástico, como la refresquera de cola, cuentan con empresas recicladoras de plástico. La muestra más clara en México se llama PetStar, localizada en el Estado de México que está ampliamente certificada. Ahí se recolectan las botellas de plástico y se reciclan.

Desde luego que hay diferentes tipos de plástico y de reciclaje, pero también diversas formas de entender que vivimos dentro de un proceso humano histórico. “Con el plástico nos modernizamos pero con el plástico estamos empobreciendo también”, señaló Castillo Berthier. Además, se están creando condiciones climáticas que advierten que algo estás haciendo mal.

En cuanto al impacto del plástico en la Ciudad de México, el estudioso considero que debe analizarse desde todos los ángulos posibles. Por ejemplo, “el mismo gobierno usa el plástico. También, por supuesto, los locatarios de los mercados o en los supermercados y en los millones de puestos del comercio ambulante que hay en la ciudad de México.

De manera que cuando se prohíbe y se penaliza su uso, “la población se enfrenta a una acción gubernamental que hay que entender”.

Para el sociólogo una alternativa viable se encuentra en que los industriales del plástico “encuentren un mecanismo para obtener un producto biodegradable, que no dure 500 años, y que se reintegre a la naturaleza”.

No obstante, dijo, es un proceso. “Me imagino que en algunos países que han enfrentado este mismo problema, se han tomado medidas en el sentido de reunir al gobierno y a los sectores involucrados para explicar y crear esa semilla de nueva modernidad con el plástico”, concluyó.

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