Libertad académica y de pensamiento

Pluralidad y espíritu crítico, rasgos distintivos de la Universidad

La autonomía, actual y cambiante como la propia

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Pedro Stepanenko, Silvia Torres, Vicente Quirarte, Imer Flores, Jorge Volpi y Eduardo Vega. Fotos: Francisco Parra, Francisco Cruz y Juan Antonio López.
Pedro Stepanenko, Silvia Torres, Vicente Quirarte, Imer Flores, Jorge Volpi y Eduardo Vega. Fotos: Francisco Parra, Francisco Cruz y Juan Antonio López.

La autonomía académica y la libertad de pensamiento significan tanto pluralidad como función crítica, que se manifiestan en todos los órdenes de la vida universitaria, y van en paralelo con la búsqueda abierta y diversificada del conocimiento. La autonomía es tan actual y cambiante como la propia Universidad; no se trata de un valor estático, sino en constante metamorfosis, afirmaron destacados académicos de la UNAM.

Vicente Quirarte, integrante de la Junta de Gobierno, expresó que la autonomía es un tesoro que es necesario proteger, merecer y engrandecer, y que llamar a nuestra casa de estudios Universidad de la Nación es más que una frase retórica: es la confirmación de que es un resumen de la historia de México.

Como parte de la sociedad a la que se debe, esta institución tiene la obligación de responder a los grandes problemas nacionales con las armas de las que dispone: la tolerancia, la inteligencia y la libertad; esta última es esencia de la Universidad, bastión de la libre expresión del pensamiento. “Tenemos la enorme responsabilidad de ser autónomos; ejercer la autonomía es defenderla”, añadió el también investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas.

En la continuación de los trabajos del Coloquio sobre los 90 años de la Autonomía Universitaria, la investigadora emérita de la UNAM, Silvia Torres de Peimbert, señaló que la universidad pública es una institución esencial para la vida democrática del país. Y su autonomía ha alentado la existencia de los más valiosos principios educativos, como son la libertad de cátedra e investigación, la pluralidad de posturas y creencias y, de manera destacada, la tolerancia y el respeto a la discrepancia.

La integrante del Instituto de Astronomía destacó que la universidad pública es también parte esencial del sistema social y cumple dentro de él una función especial, expresado en los fines de educar, investigar y extender la cultura. “Pertenece a la sociedad y está a su servicio”; así, el quehacer universitario es un bien público que adquiere sentido dentro de un proyecto de largo aliento que apunta a la construcción de una sociedad justa, democrática y equitativa. Su autonomía representa “la libre determinación de los universitarios para decidir el derrotero institucional en cualquiera de sus modalidades”.

En la mesa La autonomía y su función social, Pedro Stepanenko, director del Instituto de Investigaciones Filosóficas, recordó que las universidades han sido espacios de libertad que permiten el desarrollo de la conciencia crítica. Y la autonomía, educación científica e investigación libre y creativa, son los tres elementos que deben ir juntos para cumplir con los ideales universitarios.

La autonomía universitaria trata de los instrumentos legales que le permiten a la institución gobernarse de acuerdo con las normas que ella misma determina, las cuales le posibilitan elegir a sus autoridades, crear programas docentes y de investigación, organizar su presupuesto de acuerdo con las necesidades que los propios órganos colegiados determinan, o difundir la cultura de acuerdo con los valores que la propia comunidad elige. Por esa condición han luchado muchas generaciones, “y seguiremos haciéndolo”, advirtió.

En la mesa moderada por Imer Flores Mendoza, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, el titular de la Facultad de Economía, Eduardo Vega, sostuvo que México no sería lo que es hoy sin la UNAM, y la Universidad no podría continuar con sus contribuciones imprescindibles al país sin la autonomía. Ella “es consustancial a nuestra responsabilidad pública y a nuestro compromiso universitario”.

La autonomía tiene expresiones asociadas con las funciones de esta casa de estudios: pluralidad de ideas y de conocimientos, de preferencias y convicciones, así como libertad de estudio, de cátedra, de investigación, de reunión y expresión. “Eso lo tenemos y es así porque somos autónomos”, recalcó. Aquí, sobre todo, se forman ciudadanos de pleno derecho, con responsabilidad, con crítica y compromiso con la sociedad. La UNAM, por esencia y autonomía, es una institución democrática, universal y abierta al mundo, opinó.

Patricia Dávila, Antonio Lazcano y Humberto Muñoz.
Patricia Dávila, Antonio Lazcano y Humberto Muñoz.

Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural, apuntó que una de las funciones centrales de esta casa de estudios es precisamente la difusión y creación de la cultura, relevante instrumento de transformación social. Y la metáfora perfecta de la autonomía se relaciona con la creación artística: los creadores la ejercen de la mejor manera posible, ya sea cuando un escritor o un compositor están frente a una página, un artista plástico frente a un lienzo, etcétera. Esa condición brinda la libertad para crear.

Pero la autonomía en términos culturales también implica la crítica como base del modo de ser del artista frente a la realidad y al poder. Desde la Universidad, la creación artística es infinitamente más libre; ella es un baluarte que intenta que valores como la libertad y la defensa de la diversidad, sean parte del entorno social colectivo, dijo en el Auditorio Alfonso Caso de Ciudad Universitaria.

Impulso al conocimiento científico

En la mesa Autonomía y conocimiento: la investigación, el coordinador de la Investigación Científica, William Lee Alardín, resaltó que hay bastantes similitudes entre ciencia, investigación y autonomía, las tres requieren de un ambiente de libertad de expresión, de cátedra, de asociación y de definición de metodologías, “y sobre todo de libertad de elección del tema de estudio”.

Indicó que “no hay ciencia buena ni mala, ni básica ni aplicada; en realidad sólo hay una sola cuyo equilibrio radica en que no se puede tener una sin la otra”.

Expuso que en su mayoría la actividad científica en México es financiada por el Estado, porque aún no contamos con un ecosistema que fomente y promueva que el sector privado arriesgue en innovación y desarrollo tecnológico. “Mientras eso no suceda, es obligación del Estado financiarlo, buscando siempre generar condiciones que permitan la diversificación y crecimiento de la inversión con todos los sectores del saber”.

Para generar conocimiento que aporte soluciones a los problemas nacionales, “es importante tener esta libertad que nos da en la práctica la autonomía que celebramos hoy en sus 90 años con orgullo y justificación”.

Antonio Lazcano Araujo, profesor emérito de la Facultad de Ciencias, aseveró que la universidad pública sólo es concebible sin las presiones y ataduras de los poderes políticos y religiosos. “A pesar de sus elementos utópicos, la autonomía no es negociable”.

Dijo que en la actualidad alarma la desmesura con la que universidades públicas y centros de investigación sufren un arrinconamiento mediático y presupuestal, “que las está convirtiendo en víctimas de campañas de linchamiento político empeñadas en presentar a los investigadores como una corte de mandarines insaciables, ansiosos de privilegios”.

William Lee, Alberto Vital y José Sarukhán.
William Lee, Alberto Vital y José Sarukhán.

El universitario resaltó la necesidad, “no de la imposición de una austeridad caprichosa y mal definida, sino de un gasto racional y transparente que se refleje en la convicción de que los principales beneficiarios de la inversión en ciencia, cultura y educación superior serán, en un futuro no muy lejano, la niñez y juventud de hoy”.

El coordinador de Humanidades, Alberto Vital, consideró que la autonomía “se vuelve un deber y un derecho, un valor y un mandato para las persona y la sociedad en su conjunto. Sin un margen de autonomía, la creatividad jamás florecerá y la riqueza colectiva tampoco crecerá”.

Hay aspectos sociales fundamentales que deben regularse, como el deterioro ambiental y las desigualdades que tanto dañan. “En cambio, aspectos como la creatividad humana deben darse en un margen de libertad con el sentido de responsabilidad”.

En su intervención, el exrector de la UNAM, José Sarukhán, señaló que la autonomía de esta casa de estudios está matizada por el carácter público de la institución. Ésta nos permite y obliga a una total libertad de investigación y enseñanza sin restricciones ideológicas, políticas o de cualquier otra índole.

Dicha libertad, abundó, conlleva responsabilidades para definir su misión y cumplirla. Las universidades deberán considerar el mundo social, dinámico y cambiante en que se encuentran. “Entonces, autonomía, nada más y nada menos, es la total libertad que los miembros de una universidad tienen para explorar todos los rincones del pensamiento humano y transmitirlos a sus estudiantes, siempre basados en los criterios de calidad académica y responsabilidad educativa”.

La autonomía de la UNAM, dijo, “nos lleva a asumir una responsabilidad hacia la sociedad en muchos sentidos: desde la calidad de la investigación y conocimiento que en ella se genera y en la forma en que éste se expresa a la sociedad, así como en la formación de los estudiantes”.

Enfatizó que la UNAM ha cumplido con su doble misión de manera extraordinaria, es decir ser una institución autónoma y pública. Es la única institución de educación superior (IES) que, de manera sostenida desde hace poco más de tres décadas, ha dedicado entre 25 y 26 por ciento de su presupuesto a la investigación.

En el foro, moderado por la directora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Patricia Dávila, planteó que “el papel de las IES no sólo es proporcionar a sus sociedades el know how, éste va mucho más allá, fundamentalmente a proveer el know why (porqué lo estamos haciendo) y, en especial, el know for whom (para quién lo estamos haciendo”.

Por último, Humberto Muñoz García, investigador del instituto de Investigaciones Sociales y coordinador del Programa Universitario de Estudios sobre Educación Superior de la UNAM,
recordó que la autonomía generó un espacio para que profesores e investigadores pudieran existir, coexistir y reproducirse como grupo universitario junto con los estudiantes.

Subrayó que en el futuro próximo, “para la investigación científica (ciencias, ciencias sociales y humanidades) a la UNAM le corresponderá elaborar proyectos para resolver problemas de interés público que requerirán del concurso de investigadores de múltiples campos del conocimiento. La autonomía otorga a la UNAM la capacidad de convocar y aliarse con autores decididos, a desempeñar uno o varios papeles para gestionar cambios”.

Sendero de sociedades más justas

Las universidades son espacios donde se construye el futuro y para ello es necesario que sean autónomas, consideró Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM, al terminar el Coloquio sobre los 90 años de la Autonomía Universitaria.

“La autonomía no sólo es importante para los universitarios, también lo es para el país, y lo es porque permite que las universidades sean espacios de reflexión que –más allá de las coyunturas y los intereses políticos del ahora– ayudan a trazar horizontes más amplios donde podamos construir sociedades más justas, proyectos de largo plazo que den coherencia al desarrollo de las naciones, que alimenten su cultura y que permitan que la investigación se lleve a cabo con libertad”, enfatizó.

La última mesa, Autonomía y conocimiento: la docencia, fue moderada por Hugo Casanova, director del IISUE, quien reflexionó: “Hoy en la universidad interactuamos cada vez más voces, si esto no se concreta socialmente, no existe y es una paradoja porque hoy en ella caben todas las voces, aun las del poder. Sin embargo, ¿cuál es la condición? Deben asimilarse al espíritu de la autonomía universitaria, de la racionalidad que aquí cultivamos”.

Mercedes de la Garza, investigadora emérita de la UNAM y experta del Instituto de Investigaciones Filosóficas, recordó que la sociedad es la que subsidia a la Universidad y la que directa e indirectamente recibe los beneficios científicos, humanísticos, tecnológicos y culturales que ésta produce.

“Es a la sociedad a la que la Universidad responde. Su libertad no es impuesta, sino resultado del diálogo colegiado entre sus miembros. En la Universidad se encuentran y cultivan todas las ideologías, se abren caminos de realización. La autonomía se proyecta a todas las áreas y la libertad de cátedra e investigación impera en todas ellas, sin privilegiar ninguna, desechando los dogmas religiosos, políticos, sociales e intelectuales”, destacó.

A su vez, Ángel Díaz Barriga, investigador emérito del IISUE, expresó que si bien en los últimos tiempos se ha ejercido la autonomía de investigación, es indispensable repensar en el valor de la docencia, en renovar los contenidos y los planes de estudio. “Renovar la docencia con la construcción de formas didácticas que sin descuidar los fines de la educación, ni la base conceptual del conocimiento, construyan estrategias de trabajo de los alumnos, propias de su generación y una didáctica del siglo XXI”.

Ángel Díaz Barriga, Catalina Stern, Jorge Linares, Hugo Casanova, Mercedes de la Garza y Roberto Rodríguez.
Ángel Díaz Barriga, Catalina Stern, Jorge Linares, Hugo Casanova, Mercedes de la Garza y Roberto Rodríguez.

Con él coincidió Jorge Linares Salgado, director de la Facultad de Filosofía y Letras, quien destacó que la idea de una cátedra donde el profesor tiene todo el poder y el alumno sólo escucha y aprende no corresponde con las nuevas tendencias.

“La autonomía que se concreta cotidianamente en la libertad de cátedra e investigación necesita en este momento una profunda actividad autorreflexiva y autocrítica. En los próximos años la universidad deberá enfrentarse a una revisión y renovación de sus propias estructuras, de sus planes docentes, de sus líneas de investigación, de sus formas de evaluación, que generen las nuevas bases de la autonomía que debemos seguir defendiendo.”

Catalina Stern Forgach, directora de la Facultad de Ciencias, planteó que para formar a los jóvenes que atenderán con creatividad los problemas actuales del país y el mundo es responsabilidad de esta casa de estudios luchar por la autonomía, y reflexionar en la manera en que se da clase, desde la forma de organización, las nuevas formas de enseñar y aprender. “Tenemos muchísima gente muy valiosa en esta Universidad, hay muchos ejercicios para cambiar la forma de enseñar y podemos reunirnos en grupos para discutir esto. Tenemos mucho que aportar en México y el mundo”.

A su vez, Roberto Rodríguez Gómez, experto del Instituto de Investigaciones Sociales, rememoró que a lo largo de su historia, la Universidad ha enfrentado diversos retos para defender su autonomía, desde el tipo de textos a utilizar hasta la presentación de informes, la publicación de artículos y demás requisitos para recibir el estímulo otorgado por el SNI o ser parte del Programa de Posgrados de Calidad.

“Es decir, las posibilidades de las instituciones están ceñidas al acceso a recursos fiscales, lo que implica un proceso muy complejo, sobre todo si la política de educación superior seguirá constreñida a un solo objetivo que es la ampliación de la matrícula.”

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