Poco se ha acercado el cine mexicano al Día de Muertos

Para José Luis Ortega Torres, docente de la Filmoteca UNAM, la poca representación de la festividad en la cinematografía nacional se debe a que la industria busca coincidir con la visión extranjera sobre la fiesta.

La extensa historia del cine mexicano ha dado pocos ejemplos que aborden de manera exitosa nuestro tradicional Día de Muertos, así lo asegura José Luis Ortega Torres, especialista y docente de la Filmoteca de la UNAM. Esto se debe, afirma, a que la producción nacional “tienes que escamotear tradición, veracidad o folclor por estandarizarse con ciertas narrativas internacionales”.

Esto significa, para el autor de Mostrología del cine mexicano, que hay un choque cultural respecto a la representación de la fiesta. “Muy pocas culturas a nivel mundial hacen una celebración donde le abres la puerta a los muertos en fechas especiales, aquí son celebratorias y están perfectamente bien designadas. Otros cines nos han enseñado que huyen de los muertos, se esconden de la muerte, de los fantasmas. Siempre quieren exorcizarlos”.

“Nosotros no, al contrario, les abrimos la puerta, les damos de comer y les servimos una ofrenda, ofrendamos lo que nosotros, como seres humanos vivos, somos capaces de compartir. Esa aproximación a la muerte celebratoria es lo que ha cautivado de una manera sorprendente al extranjero, quienes conocen a México por un folclorismo que se aleja de la tradición y se queda solamente en una primera capa, un primer nivel bastante superficial. Hace un par de películas de James Bond, lo vimos corretear villanos en medio de lo que el extranjero supone es la festividad de Día de Muertos. Un desfile que no existe”.

Torres subraya que esa es la razón por la que las diversas representaciones de Día de Muertos no parecen cuadrar con las ideas más tradicionales del festejo y se desarrollan bajo una inevitable mezcla cultural.

“Coco, por ejemplo, es una película infantil muy linda. Está llena de folclorismo donde lo mismo ponen un alebrije o dos, que son de otra cultura mexicana, de otra mitología que no comparte con el Día de Muertos, y, sin embargo, los mezclan con esta visión que tienen los gringos de la cultura mexicana”.

“Hay películas o series de televisión que hacen una mezcolanza muy extraña. La segunda parte del Cuervo, esa franquicia que inició el mítico Brandon Lee, se ubica en un supuesto Día de Muertos con todo el folclor chicano, no tiene nada que ver con el Día de Muertos en Mixquic, en la Isla de Janitzio o Xochimilco, pero a los extranjeros el colorido, el papel picado, el pan de muerto y los dibujos de Posadas en cada disfraz hacen el Día de Muertos”, recalca el colaborador de Filmoteca UNAM y añade:

“No hay tantas películas en México que hablen del Día de Muertos o hagan una exploración hacia esta festividad. Por lo menos en el cine de ficción, hay mucho documental que aborda la fiesta, pero el de ficción no lo ha explotado de una manera rica. De verdad, el único esfuerzo real e interesante de valía cinematográfica es Macario“.

La mirada de Gavaldón

A pesar de que han pasado 60 años desde el estreno de Macario (1960), el largometraje dirigido por Roberto Gavaldón se mantiene como la mejor representación que se ha hecho del Día de Muertos en el cine de nuestro país. Para José Luis Ortega es una película de “auténtico culto”.

“Es una exploración casi antropológica de la relación del mexicano con la muerte. Sabemos que la muerte para el pueblo mexicano es una figura que lejos de representar miedo, terror, todas esas partes negativas, oscuras que le dan a la muerte en otros lados, para nosotros es una compañera, una presencia no fantasmagórica y que siempre está presente con nosotros”.

“La muerte como tal se nos ha presentado en el cine mexicano en la representación de Enrique Lucero en Macario. Una muerte famélica, literal, muerta de hambre como Macario. Es algo que realmente hermana al mexicano lumpen, al mexicano de abajo, una situación social olvidada, descuida. Con la muerte como un entorno, como algo que está cercano, que constantemente está arañando. Se salva de la muerte por obra y milagro de Dios”.

“Es, sin lugar a dudas, un parteaguas de nuestro cine. Una película de 1960, nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera. Hasta la fecha la vemos cada año en televisión. Hay una versión restaurada, se ha exhibido en festivales internacionales, en Cineteca, en Filmoteca”, subraya Ortega Torres.

Otras representaciones

Aunque Macario es la representación más fiel del Día de Muertos, el fundador de Revista Cinefagía, recuerda que no es la única que hemos visto pasar en nuestras pantallas, la mayoría con un acercamiento gozoso y lúdico, como la festividad misma.

“Está Miroslava como La muerte enamorada, una película cómica sobre un vendedor de seguros que gustosamente cambiaría 5 años de su vida para que no se mueran los clientes, porque vende seguros de vida y siempre se le mueren, ¡imagínate! Ante esa petición, aparece la muerte para cobrar la apuesta, personificada por Miroslava, y termina entrando en contacto con los humanos, se va de fiesta, se emborracha y se enamora”.

“En México Bárbaro, la aproximación que hace Gigi Saul Guerrero en su corto Día de los Muertos, es nuestro antecedente más cercano. No tiene nada que ver con la festividad de nuestro país”, apunta el investigador cinematográfico y agrega:

“La película es un homenaje a Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez. La estructura del corto es exactamente la misma, aquí en lugar de vampiros hay unas figuras de unas bailarinas maquilladas a la usanza del Día de Muertos como se ve en el extranjero, como una catrina. Estas chicas calaverizadas son las que toman venganza. Aunque se llama Día de Muertos y visualmente tiene aportaciones de nuestra cultura contemporánea, la historia tampoco nos lleva a una concepción del Día de Muertos mexicano. El diálogo lo menciona, pero visualmente es otra cosa.”

“Las exigencias de la industria, hablando de una animación como Día de Muertos (2016), te imponen estándares. Si tienes una película de estas características, que tendrá que competir directamente con productos como Coco o El libro de la vida (2014), por ejemplo, tienes una batalla difícil por librar. Necesitas una historia que piense primero en el extranjero, en el mercado internacional y no en el nacional.”

Por eso una representación fiel de la festividad parece lejana, aventura José Luis Ortega Torres, “necesitaría de un guión muy poético, porque así lo exige la tradición, sumamente melodramático. Es una celebración donde le rendimos culto a los muertos, recordamos a los que se nos adelantaron. Ahí está el melodrama mexicano, en esas muertes, la mamá, el papá, los hermanos, ese es el melodrama. La parte poética viene con la atmósfera y nunca ha sucedido en el cine mexicano. Estamos lejos de poder llegar a ver una película, si es que a alguien le interesa. Un Día de Muertos fílmico importante está lejos”.