¿Por qué el cine mexicano casi no ha abordado la Conquista?

Para José Luis Ortega Torres, docente de la Filmoteca de la UNAM, el cine mexicano se ha acercado poco al México Prehispánico y a lo sucedido durante la llegada de los españoles porque “hoy el mexicano contemporáneo ve los hechos como leyenda y no como historia”.

“Es un reto abordar la historia mexicana a partir del cine mexicano porque hay muchos huecos, las lagunas son enormes. No hay un acercamiento cinematográfico real, interesado, investigado propiamente dicho. Durante muchos años no lo hubo. Entonces hablar de un momento histórico como el de México-Tenochtitlán en 1521 y años adyacentes –antes y después– es una labor titánica, una labor a nivel de producción cara. A nivel de argumento, difícil, porque sí tienes que irte a unas fuentes bibliográficas mucho más especializadas y, en ese sentido, mucho menos cinematográficas.”

Así es como define José Luis Ortega Torres, docente de la Filmoteca de la UNAM e investigador cinematográfico, el poco interés que ha mostrado a lo largo de su historia el cine mexicano para retratar y utilizar los hechos alrededor de la Conquista española sucedidos en 1521.

“Si te vas a las Cartas de Hernán Cortés”, añade como ejemplo el investigador, “¿qué tan cinematográficas son? Si te vas a algún tipo de narración, sobre todo las del clero –porque en el proceso de la conquista hubo otro perpendicular de evangelización– donde hay un montón de cartas y narraciones que abordan la cosmogonía, el pensamiento o la filosofía de los naturales en la región, entramos a lecturas tergiversadas, sesgadas”.

“Lo mismo sucede con las narraciones militares que acompañaron a Cortés, también tienen un sesgo evidente: sólo narran la visión de los vencedores, no la de los vencidos. A partir de eso, establecer ficciones más o menos cercanas/certeras al hecho histórico, que hoy el mexicano contemporáneo ve como leyenda y no como historia, es sumamente difícil. Por eso son pocas las películas que han abordado el tema”, argumenta el especialista.

No sucede con la Revolución

“Uno de los géneros fundamentales del cine mexicano, de la época de oro es el cine de la revolución, los primeros grandes éxitos relacionados a la Revolución Mexicana durante los años 30 tenían todavía muy cerca la conclusión de la ‘revolución’. Era material fresco que podían llevar a pantalla desde cualquier ángulo: romances, aventuras, biografías, etcétera. Esto dio paso a la comedia ranchera mexicana, donde la mayoría de las historias estaban ubicadas en un contexto rozando los años de la reyerta revolucionaria”, apunta Ortega Torres, quien actualmente imparte junto a la maestra Raquel Urroz el Taller La Conquista vista por el cine mexicano.

Para el docente de la Filmoteca “el cine de la Revolución Mexicana es muy cercano, incluso ideológicamente. Es un cine muy vigente. Tienes mucha más bibliografía ‘certificada’ que te da piso para abordar el fenómeno histórico, a partir de eso juegas a modificar la figura de Pancho Villa o Porfirio Díaz para narrar otro tipo de historias. Por eso tenemos películas como El compadre Mendoza (1933) con su tono de comedia fársica y cosas recientes como El baile de los 41 (2020)”.

Los años del México Prehispánico y los posteriores a la llegada de los españoles no gozan de esa cercanía histórica y la certeza que ésta brinda, argumenta el fundador de la Revista Cinefagía, “es un periodo que a nosotros, como mexicanos contemporáneos, nos llega más como una leyenda y, en el sentido que es leyenda o que la leemos como tal”.

“Son películas que han surgido del ámbito netamente independiente o necesidades expresivas muy personales de cada director, que propiamente industrializadas. Eso ha jugado de manera contraproducente con este periodo de la historia. Se pueden ver películas como La noche de los mayas (1939), de Chano Urueta, o La virgen que forjó una patria (1942), de Julio Bracho, donde se le da todo un cariz mitológico que no tiene absolutamente nada que ver con la realidad. Incluso, hablando de cine fantástico mexicano, hay una mezcolanza con Cantinflas llamada El signo de la muerte (1939), donde se mezclan rituales aztecas con Cantinflas y con terror”, comenta el especialista y añade:

“Realmente no tenemos un acercamiento real al tema, no estamos profanando nada porque la historia está ahí para contarse desde el punto de vista que se desee, pero, lástima, en el cine mexicano no se ha abordado de una manera correcta, algo que sí ha pasado con otros países donde hasta exageran”.

“Hemos tenido un par de ejemplos recientes, del 2015 para acá, que se han abocado a abordar el tema, como la megaproducción dedicada a Hernán Cortés (Hernán, 2019), y poco más, como los documentales coproducidos por TV UNAM (Hernán Cortés – Un hombre entre Dios y el diablo, 2016; Malintzin, la historia de un enigma, 2018). Son cuatro, cinco producciones que hicieron más de lo que se ha hecho en los últimos 20 años sobre el tema. Las películas se han dado a cuentagotas”.

Un tema sin consenso claro

Otro punto a considerar respecto de la poca producción mexicana dedicada al periódo histórico de la Conquista es que, a diferencia de otras etapas de nuestra historia, éste se ha tergiversado con el paso de los años y no hay un consenso social sobre lo sucedido hace 500 años.

Tenemos “una deuda pendiente con esa parte de la historia”, señala José Luis Ortega Torres, “además de un rencor, todavía muy presente en los mexicanos a nivel general, al grado de que el jefe de estado pidió una disculpa oficial por un hecho sucedido hace 500 años del que no estamos seguros que haya sido totalmente como nos lo contaron”.

“Es una herida que no acaba de sanar, eso significa que cualquier tema que se haga película enfrenta un hándicap en contra para llegar a la pantalla. De entrada, porque es profundamente absolutista, todo es negro o todo es blanco, son super buenos o unos villanazos. Juegan con esas dicotomías cuando hay una gama de grises muy amplia que se reduce a 1521 y la entrada de los españoles a Tenochtitlán, alrededor hay un montón de Historia y muchos jugadores (militares españoles, clérigos españoles, civiles españoles, militares naturales, el pueblo natural, etc.) que vivieron el proceso de manera distinta. La gente de Tlatelolco no percibió las cosas igual que Moctezuma”.

Esto lleva, argumenta el docente de la Filmoteca de la UNAM, a que muchos puntos de conflicto o sus interpretaciones terminen por diluirse o “lijándose para que no molesten a nadie, así nadie se espina. Un ejemplo muy concreto se vio ahora con la serie de Hernán Cortés, producida por Amazon Prime, con actores de primer nivel y un Cortés que todo mundo sabía era el mismo actor que hizo del papá de Luis Miguel. Hubo como muchos fenómenos extra pantalla que influyeron demasiado a la narrativa de la serie, más de uno se quejó de que pusieron a Hernán Cortés como émulo de Simón Bolívar o que utilizaron arquetipos como el del tlaxcalteca traidor”.

“Hay esa necesidad de cerrar los ojos y aferrarnos a una historia legendaria que difícilmente es comprobable. Vivimos una historia de la Conquista que nos ha llegado como un axioma irrefutable. Las acciones fueron así, las situaciones fueron así, las víctimas somos nosotros, los ojetes son ellos, y poco más. Hoy por hoy tenemos grandes estudios sobre las figuras mitológicas de la Revolución Mexicana, desde el mamotreto enorme de Paco Ignacio Taibo II sobre Pancho Villa hasta investigaciones muy doctas sobre Porfirio Díaz o Maximiliano de Habsburgo”, recalca el especialista y agrega:

“Como mexicanos somos muy solemnes con nuestra historia, le tenemos miedo. Recordemos el escándalo que se generó en México con Apocalypto (2006), esta película de Mel Gibson donde a todas luces se trata de una película de aventuras ubicada en un periodo que, por supuesto, Mel Gibson desconoce, tanto o más que nosotros. Pero cómo habló de nuestra Historia nos ofendimos al ver cabezas rodando desde la cima de la pirámide y los chorros de sangre de la barbarie, nos ofendió porque lo estaba contando un extrajero con las reglas del cine extranjero. Perdimos el piso como si fuera una ofensa y para nada. ¿Es Apocalypto estrambótica? Sí. ¿Delirante? También, pero es sólo eso: una película”.

“Nosotros renegamos mucho de esa parte de la historia, consideramos a los antiguos mexicanos como bárbaros, como canibales antropofagos que arracaban corazones de inocentes doncellas para alabar figurines de piedra. Y no, esa cosmogonía tenía una razón de ser, los sacrificados morían felices y se entregaban porque esa era su cosmogonía, tan felices como el diácono que se martiriza con latigazos en la espalda para entregarle su dolor a Cristo. Es exactamente igual, pasa que 500 años después estamos mimetizados con las ideas centroeuropeas de que nuestro pasado era barbarie, salvajismo, que era necesario que vinieran a educarnos y perdonar nuestros pecados, conceptos ininteligibles para los naturales. En Marte nadie reza, ni hay Semana Santa”.

Cuatro recomendaciones

499 (2020) hace referencia a los más de cuatro siglos de la Caída de Tenochtitlán. Es una película de Rodrigo Reyes. Una docuficción extraña con un conquistador del Siglo XVI como protagonista, justo cuando estaban los fregadazos. Es un poco quijotesco porque lo sitúan en el 2020 para recorrer actualmente la Ruta de Cortés. Este personaje ya vivió ese camino y 499 años después vuelve a recorrerlo para ser testigo de los resultados de su lucha, nuestro México. Este conquistador interactúa con personas reales, es una reflexión interesante sobre a dónde nos trajo el proceso histórico. ¿De verdad sirvió la Conquista?”

Epitafio (2015) es una película interesante porque nos pone meses antes de la entrada de Cortés a Tenochtitlán. Nos narra la aventura de Diego de Ordoñez, un personaje real, que mandaron a buscar una ruta alterna para llegar a Tenochtitlán porque la entrada al Valle estaba muy custodiada, entonces tienen que pasar por el Popocatepelt para llegar. Al subir y bajar sin protección, en esta anécdota real reportada por Ordoñez hay una serie de sucesos que nos hacen sospechar que los involucrados experimentaron el “mal de montaña”. Yulene Olaizola y Rubén Imáz reflexionan del por qué de este viaje y la búsqueda trascendental del conquistador.“

Cabeza de Vaca (1991) es el gran clásico, una pieza fundamental para hablar de este proceso histórico. Parte de un personaje que poco a poco se compenetra con su contexto. Este soldado español es llevado por las circunstancias hasta mimetizarse con los naturales de una manera muy interesante. Se muestra esta evolución del pensamiento español en América desde las experiencias de Cabeza de Vaca. Es una invitación no a ser testigos del proceso histórico, sino a reflexionar sobre las diversas lecturas que se les ha dado.”

https://youtu.be/W_7INQiXIvk

Retorno a Aztlán (1990) es la película que da pie a que se sigan haciendo este tipo de acercamientos cinematográficos. Su trama se asienta cientos de años antes de la llegada de los españoles, vemos el proceso de una historia que Juan Mora investigó de manera antropológica que nos habla de la mitificación sin injerencia española, es un concepto que surge en las márgenes del gran suceso histórico porque la película aborda el fin del ciclo del quinto sol. Es una película primordial.”

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