Aunque se da en las crías de los mamíferos, el llanto, específicamente con lágrimas emocionales, es exclusivo del Homo sapiens adulto, que con el acto de llorar busca la empatía del otro.
La maestra en ciencias Alicia Castillo Martínez, coordinadora de evaluación de la licenciatura de Neurociencias de la Facultad de Medicina (UNAM), disecciona la neuroanatomía del llanto y de las lágrimas que lo acompañan.
El llanto, conformado por lágrimas, vocalizaciones agudas y expresiones faciales, es un llamado de atención, busca la empatía de los otros y puede ser catártico.
Dentro del llanto, hay tres tipos principales de lágrimas. Las basales hidratan el glóbulo ocular; las de reflejo (lagrimeo) limpian el ojo cuando entra una sustancia u objeto extraño. Las emocionales buscan generar empatía.
Misteriosas y poco estudiadas, las lágrimas emocionales están asociadas a una gama de emociones: tristeza, enojo, miedo, angustia… incluso alegría.
Las lágrimas de reflejo y las emocionales son producidas por la glándula lagrimal per se, en tanto que las lágrimas basales son producidas por la glándula lagrimal accesoria. Son glándulas vecinas, ubicadas en la parte superior del ojo. Una más grande que la otra y con inervación distinta.
El ser humano, a través de la glándula lagrimal per se, no sólo produce lágrimas emocionales para causar empatía en el otro, sino también para secretar hormonas del estrés. Quizá por eso, después de llorar uno se siente mejor, más relajado.
Las lágrimas basales y de reflejo contienen agua, iones y proteínas en bajas concentraciones, en tanto que en las emocionales hay una mayor concentración de proteínas y algunas hormonas. Esa diferencia de contenido en las lágrimas podría indicar que son mecanismos diversos que evolutivamente se desarrollaron por vertientes diferentes.
Se piensa que las lágrimas no tienen —como la orina— una función de excreción de toxinas debido al bajo volumen con el que se producen. Al año podemos producir de 55 a 110 litros de lágrimas, volumen bajo si lo comparamos con los 730 litros de orina que llegamos a producir en un año. Otro dato interesante reportado en la literatura es que, en promedio, las mujeres lloran cuatro veces al mes, en tanto que los hombres lo hacen sólo una vez.
El volumen varía, unos sueltan unas cuantas lagrimitas pero otros llegan a llorar durante varios minutos. De bebés, incluso lloran más los varones que las niñas, porque son más sensibles a los cólicos.
El centro cerebral del llanto
En el llanto hay tres fases básicas: la pre etapa, el “estar a punto de llorar” y el llanto per se.
En la pre etapa, algún factor externo o una interpretación de éste precede al acto de llorar. En los mamíferos, separar a la cría de su madre puede inducir el llanto. Por su parte, en los bebés humanos, la causa es el hambre o el dolor, y en el adulto, puede ser algo que “nos pone tristes”.
Muchas estructuras del cerebro están implicadas en la regulación del llanto y de las lágrimas. “Antes de empezar toda la ola del llanto” se activa la corteza prefrontal medial, zona del cerebro ligada a la interpretación motivacional de equis situaciones. Esta zona tiene conexiones con algunas estructuras subcorticales relacionadas con el procesamiento de las emociones, como el tálamo, el hipotálamo, el vermis del cerebelo, el núcleo central de la amígdala y algunas partes del mesencéfalo: el tegmento y la sustancia gris periacueductal, la cual se considera como el centro de la respuesta del llanto.
A nivel cortical, las cortezas motoras, la motora suplementaria, la prefrontal medial y la corteza anterior al cíngulo están asociadas con los procesos de evaluación de las situaciones a nivel emocional.
La frase popular “no sé si reír o llorar” quizá tenga un sustrato cerebral similar porque risa y llanto están muy relacionados neuroanatómicamente. El cerebelo está asociado al movimiento, a la regulación emocional y a la función cognitiva. Así que una alteración en él genera alteraciones en el llanto y en la risa.
Una válvula de escape
En el llanto, neuroanatómicamente no hay ninguna diferencia entre hombre y mujer, pero que haya más llanto en una que en el otro al mes o que se reprima la necesidad de llorar puede ser por creencias que forman parte del inconsciente colectivo.
Hay sociedades, como las orientales, en las que el llanto está prohibido en ciertas circunstancias. Hay la creencia de que las lágrimas pueden alterar el paso del alma al siguiente estado, cualquiera que sea.
La cultura machista puede llevar a reprimir o prohibir las ganas de llorar, como en México, donde tenemos una frase terrible: ‘los hombres no lloran’.
Sin embargo, por una alteración fisiológica o por algún trauma hay quien quiere llorar y no puede. En el segundo caso, falta estudiar cómo se relaciona el sistema autónomo con la respuesta conductual.
Durante el llanto están presentes funciones de los sistemas simpático y parasimpático, aparentemente antagónicos. Si pienso o interpreto algo que me altera, o si se me sube estrés, el sistema simpático podría iniciar el acto de llorar y el sistema parasimpático detonar la cascada del llanto.
¿Es catártico llorar? En la literatura, algunos consideran que sí, que el llanto es como una válvula de escape, como una olla exprés que libera la tensión (por la cantidad de neurotransmisores y hormonas implicadas). Pero también se producen encefalinas, opioides endógenos. El llanto también es un esfuerzo que cansa y relaja, por eso después de llorar uno se siente mejor.
Para otros, el llanto nos hace sentir mejor porque origina una respuesta positiva en los otros, y uno se siente acogido, tomado en cuenta; generamos empatía en los otros.
Uno llora por dolor, miedo, coraje, impotencia… pero también de alegría porque psicológicamente “se siente emocionalmente movido” o porque el llanto puede ser una reacción emocional cuya etiqueta depende de la interpretación o de la circunstancia.
Cuando hay una conmoción emocional, positiva o negativa, una respuesta de salida puede ser el llanto.
El llanto, exclusivo del ser humano adulto, también se puede inducir, es decir, podemos ponernos “tristes adrede”. Somos el único mamífero que induce emociones que a veces lo lleva al llanto. “Te deja la pareja y escuchas la canción que te pone triste”.
Tal vez el llanto nos humaniza en el sentido de que nos hace más empáticos. Crea vínculos más fuertes, no sólo para estar juntos, sino para comprendernos y ayudarnos. Ser solidarios hace que nos sintamos mejor.