Ideas de intolerancia equivocadas
Predomina en EU el concepto de razas
Ante el resurgimiento de ideas supremacistas de confrontación contra lo diferente, la antropología y la historia de la ciencia pueden ayudar a hacer la diferencia
Ante una política estadunidense que fomenta las ideas de intolerancia contra el otro, antropólogos e historiadores de México y Estados Unidos analizan críticamente por qué antiguos conceptos de razas humanas aún predominan en ciertos sectores de la Unión Americana.
Francisco Vergara Silva, investigador del Instituto de Biología, precisó que este fue uno de los proyectos expuestos durante el Congreso 116 de la American Anthropological Association (AAA), realizado en Washington.
Ante el resurgimiento de ideas supremacistas de confrontación contra lo diferente, que están afectando la orientación gubernamental e institucional en EU, la antropología y la historia de la ciencia pueden ayudar a hacer la diferencia al echar por tierra prejuicios sobre supuestas distinciones raciales, codificadas en el genoma humano, al que algunos consideran equivocadamente un programa de cómputo rígido que “determina inflexiblemente la capacidad física o intelectual de una persona”.
Otredad en ambos lados de la frontera
Vergara Silva participó en la mesa redonda Otredad Mutua: Intercambios Científicos entre México y Estados Unidos y el Discurso de Antropología Física-Biológica en Norteamérica, en la que especialistas de ambos lados de la frontera presentaron la primera etapa de un trabajo conjunto que revisa las transformaciones históricas de las ideas científicas sobre la variación humana en los dos países, con miras a denunciar mitos sobre la evolución y explicar el porqué de las diferencias bioculturales en diversas poblaciones.
“También quisimos comunicar que los estadunidenses nos ven como el otro, pero nosotros también los vemos así. En esa complicada relación de vecinos hay un desacoplamiento y ambigüedad, pues a veces deseamos o rechazamos”, especificó el miembro de la Red de Investigación Interdisciplinaria sobre Identidades, Racismo y Xenofobia en América Latina.
Durante el encuentro, los especialistas Agustín Fuentes (Universidad de Notre Dame), Bernardo Yáñez (Centro de Estudios Vicente Lombardo Toledano), Alan Goodman (Hampshire College), Yolanda Moses (Universidad de California en Riverside), Lorena Madrigal (Universidad del Sur de Florida), Juan Argüelles (del Instituto Nacional de Antropología e Historia), además de Vergara Silva, revisaron los intercambios científicos entre ambas naciones en el ámbito de la antropología física o biológica, de 1917 a 2017.
“Curiosamente, 1917 es el año en que Alfred Kroeber escribió un artículo en el que exponía que cultura y biología debían considerarse como áreas de estudio separadas”. Idea que resultó fundamental para la configuración posterior de la antropología cultural. A ella se debe que, aún en la actualidad antropólogos declaren que no les compete nada relacionado con genes o variaciones corporales.
En contraste, la antropología biológica del siglo XXI supone que lo cultural y lo biológico no están separados en realidad, y que lo que comemos y el ambiente en el que vivimos tienen una repercusión orgánica –genética o epigenética– y puede influenciar en el funcionamiento de las células y la conducta, determinando quiénes somos como especie aún en proceso de evolución, enfatizó el investigador.
Historia e ideas prevalecientes
Vergara Silva recordó que en los últimos 500 años de historia –y a la par de la colonización europea del mundo– poco a poco se fortaleció la idea de que hay razas humanas y que las diferencias en el color de la piel se relacionan de alguna forma con diversas capacidades intelectuales. Pero la realidad es que muchos grupos se han desplazado de su sitio de origen como parte de migraciones –forzadas o voluntarias– y siempre terminan por irrumpir aun en las poblaciones más aisladas.
Al recordar el efecto devastador de la antropología germánica que sustentó la falacia de la supremacía aria durante el periodo nacional-socialista hitleriano, el académico consideró que “el hecho de que Alemania perdió la Segunda Guerra Mundial no necesariamente eliminó por completo esta ideología, que permanece en varios lugares del mundo”.