La palabra que aparece, libro de Enrique Díaz Álvarez

Premio Anagrama a académico de Ciencias Políticas

Busca dar testimonio de la violencia como un acto de resistencia que pone contra las cuerdas el relato oficial

Foto: cortesía Enrique Díaz Álvarez.

El héroe troyano caído y mutilado; los aztecas en sus últimas batallas, testigos del fin de su imperio; los japoneses víctimas de las bombas nucleares; los últimos días de vida de Walter Benjamin bajo el asedio de los nazis; Elias Canetti y su eterna pelea contra la muerte. Estos son algunos de los personajes que desfilan en el libro La palabra que aparece, de Enrique Díaz Álvarez, Premio Anagrama de Ensayo 2021.

El profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales señaló en entrevista que “la idea del libro parte de la sospecha de que para comprender la violencia necesitamos la palabra. Y para combatir la violencia se toma la palabra. A partir de ahí me interesó mucho poder rastrear cómo, a lo largo de la historia, para muchas personas a veces es el único recurso que tienen, poder tomar la palabra y hacer que ésta cuente. Y ese dar testimonio es muchas veces un acto de resistencia que pone contra las cuerdas el relato oficial”.

Díaz Álvarez reflexionó “sobre muchas historias, en minúscula y en plural frente a la gran historia en mayúscula y que nos permite entender justamente que la palabra cuenta, aparece, irrumpe cuando menos se espera y nos permite entre otras cosas encarar la violencia. El motor del libro nace de la necesidad que tenía de comprender la violencia que padecemos en México desde 2006, desde que se declaró la guerra al narcotráfico, el desastre de esta guerra y las enormes consecuencias sociales y políticas que ha tenido. Mi idea era un poco encarar la violencia, no sólo hacerle frente al problema, sino de dotar de rostro y de lugar a los derrotados, a las víctimas, a los desechados, a los desaparecidos”.

En su libro cita que el reportaje Hiroshima de John Hersey ha sido la única pieza periodística a la que The New Yorker ha dedicado un ejemplar completo y prácticamente sin publicidad. Albert Einstein solicitó un millar de ejemplares “y no se los pudieron suministrar, por lo que tuvo que conformarse con enviar a sus asistentes de la Universidad de Princeton a comprar todos los números disponibles en los quioscos aledaños al campus. Quería regalarlos a sus amigos”.

Díaz Álvarez estudió en el Colegio Madrid fundado por los republicanos exiliados en México. Recordó que “tras la guerra civil y la victoria franquista se refugiaron en México miles de catalanes, vascos, asturianos, madrileños, valencianos. Decía Carlos Fuentes que la guerra civil española la ganó México”.

Política del testimonio

El doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona indicó que la parte artística, literaria, tiene la posibilidad de poner palabra y poner imagen y “hacer que muchas de esas historias concretas de los agraviados se expandan y nos afecten. La buena literatura, el buen cine nos lleva al cuerpo, nos apela, nos afecta y nos conmueve, literalmente nos mueve con otros destinos. Esta posibilidad de ponerte en el lugar del otro me interesa mucho y sobre todo de los que han querido borrar”.

El autor de El traslado: narrativas contra la idiotez y la barbarie precisó que las guerras ya no se declaran, “ahora ya es una operación quirúrgica por drones, ya no se mueven los ejércitos, son no convencionales o asimétricas, como la que vivimos en nuestro país, pero justamente esa sensación de poderío sí se tiene que rastrear. Desde 2006, queramos o no, todos hemos sido testigos involuntarios del horror, de historias atroces, de imágenes atroces, y es muy difícil voltear para el otro lado, para alguien que escribe, para alguien que da clases”.

Concluye en su libro: “No es casual que Hanna Arendt insista en que para los griegos la figura del poeta y la del historiador poseen una función pública por cuanto garantizan que las grandes palabras y acciones no caerán en el olvido”.

 

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