Presenta Estéticas nuevo Fanzine

En Cuerpos y anticuerpos: maniobras y otros contagios en tiempos de pandemia se relatan las experiencias de mujeres en prisión

Con el propósito de hacer visible en el contexto actual de pandemia e incertidumbre la condición de las mujeres internas del Centro Femenil de Reinserción Social (Cefereso) de Santa Martha Acatitla en la Ciudad de México, un grupo de universitarias, planteó un estudio que concluyó en la elaboración de un fanzine.

La idea, en colaboración con las prisioneras para cuestionar desde diversas perspectivas el encierro, es hacer visible cómo en la cárcel, un lugar hostil de por sí, la condición de las personas que ahí viven las convierten en más vulnerables, consideró Riánsares Lozano de la Pola, integrante del Colectivo Mujeres en Espiral e investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas.

Como parte del trabajo que desde hace 12 años realiza el Colectivo, y esta vez en colaboración con el Instiotuto de Investiogaciones Estéticas, emprendieron la tarea de dar cuenta de lo que estaba ocurriendo, en el Cefereso. Se cancelaron la mayoría de las visitas, se interrumpieron los talleres culturales con personas externas y se alteraron las condiciones de salud, de sanidad, de educación y de recreo.

“Con una estrategia que denominamos ‘Encuesta imposible’–por lo fallido del asunto– tratamos de entender qué estaba ocurriendo alrededor del doble encierro. Así fuimos generando la información del fanzine”, agregó Lozano de la Pola.

Además, tratamos de concebir de qué manera podíamos entender cómo la experiencia de las mujeres presas, las que viven en confinamiento, sería útil a quienes estamos fuera. Por un lado, para sobrellevar estos tiempos, y por otro, aún más fundamental, para entender que la cárcel, el encierro, no es la única solución ni la mejor para esas mujeres, puntualizó la investigadora.

Evidentemente son dos encierros distintos, continuó, no caben las simplificaciones, pero es cierto que cuando un cuerpo no tiene la posibilidad de moverse libremente, padece situaciones que nos hacen sentir temor, angustia, incertidumbre; nos vuelven más vulnerables.

Nos pareció un buen momento para insistir en la idea de que “hacer cárcel”, encarcelar, comienza con deshacer cualquier posibilidad de lo común. La cárcel separa, insiste en romper cualquier tipo de solidaridad, en conformar experiencias violentas y tristes, la cárcel hace añicos la subjetividad de las compañeras presas.

En cambio “deshacer la cárcel” –un concepto que los lectores encontrarán en el fanzine–, señaló la especialista, pasa por crear comunidad en un momento en el que, paradójicamente, se insiste en la necesidad de mantener distancia social.

“Deshacer la cárcel” en este caso, sería todo lo contrario: acercarnos a esos cuerpos desprovistos en muchos casos de derechos y hacerlos nuestros; demostrar que su voz es imprescindible, que necesariamente tenemos que escucharlas.

Aunque el estudio no pretende comprobar hipótesis alguna, sino más bien seguir las ideas trazadas desde los estudios de criminología crítica, desde posiciones abolicionistas, desde perspectivas feministas y de defensa de los derechos humanos, las universitarias han recuperado el argumento de “que en la cárcel hay más gente de la que debería haber, y muchas personas están injustamente ahí por delitos que nunca cometieron, especialmente las mujeres”.

De tal modo, la perspectiva de género es fundamental para entender por qué hay mujeres presas y por qué la mayoría de quienes están recluidas en Santa Martha Acatitla son mujeres pobres y morenas, estableció Lozano de la Pola. Esta línea de trabajo es una máxima: las cárceles no son la solución en muchos de los casos. Las cárceles encierran cuerpos vulnerables, a una condición injusta, recalcó la académica. De tal modo que “ ahora mismo, la única herramienta que tenemos a nuestro alcance es amplificar la voz de quienes están ahí dentro, buscar que esto cambie para construir, entre todos, un sistema más justo.

Al plasmar los resultados de esta investigación (cuyo proceso transcurrió en los dos primeros meses de emergencia sanitaria), las autoras utilizaron el lenguaje visual, propio del fanzine, y mediante frases e imágenes pretenden alcanzar públicos amplios.

Por ejemplo, con la frase “La salud no es igual para todos” presentada en el estilo de las pintas callejeras, el debate se presenta en términos eminentemente políticos y sociales.

Ahí se advierte lucha de clases y la exigencia de igualdad de géneros, señaló la investigadora. “No es lo mismo ser mujer que hombre en prisión, sin romantizar lo que significa la masculinidad en prisión; pero en el caso de las mujeres, mirar con los lentes de género es fundamental”.

Asimismo, en la imagen tres del fanzine una frase de una de nuestras compañeras, escrita a mano dice: “Me preguntan que cómo sobrevivimos”. Eso refleja la enseñanza de este proyecto que toma en cuenta las manos (esas que ahora no pueden tocarse) y las voces (esas que casi nunca logran escucharse) de las mujeres presas; en un momento en el que ha cambiado la forma de vida de todos nosotros: no solo en términos materiales sino también afectivos.

El fanzine consta de seis apartados: Inoculación, Confinamiento forzado, Cubrebocas, Anticuerpos, Pedagogías del contagio y Egreso/ Deshacer la cárcel, con los que se hace referencia al lenguaje de estos días que tiene la intención de “agujerar los muros de la academia para llegar a otros muros, quizá más altos, como los de la cárcel, mediante los puentes que tiende la interdisciplina, y el trabajar en colectivo, básico para la sobrevivencia en estos tiempos de pandemia e incertidumbre”.

“Ha sido interesante ver cómo antes de que el coronavirus apareciera en nuestras vidas, gracias a nuestras compañeras del Penal de Santa Martha Acatitla, ya sabíamos lo que era trabajar desde el confinamiento”, concluyó Riánsares Lozano.

El fanzine está en línea, pueden consultarlo en: esteticas.unam.mx

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