Proyecto sonoro de Jota Mombaça en Casa del Lago

Foto: Pedro Yared Lima.
¿Qué piensa el fuego de las historias que ha consumido? O ¿cómo asomarnos a la resistencia que las aguas presentan ante los embates del capitalismo? ¿Qué decir de la memoria de los ancestros manipulada por el racismo? La artista brasileña Jota Mombaça (Natal, 1991) ha planteado estas preguntas en instalaciones, escritos y diversas disciplinas, sobre todo aquellas que se centran en el ámbito sonoro y visual. Su arte se rebela contra los estándares de género, contra los discursos estéticos dominantes y se coloca en una posición de activismo que lo mismo se preocupa por lo ecológico, lo político o lo poscolonial.

Su obra ha llegado a foros de relevancia global como las ediciones 32 y 34 de la Bienal de São Paulo o la 10 de la Bienal de Berlín. Ahora se presentará en Casa del Lago UNAM, donde expondrá la primera etapa de un proyecto de tres años de duración en torno a una “ópera geo-ontológica”, como le llama la artista. La obra comprende una investigación sonora y se nutre de ficción visionaria, teoría, voces de cantantes y del trabajo de profesionales del sonido para explorar las fronteras del clima y la ecología.

El proyecto, titulado Corriendo hacia la asamblea de las cosas, se centrará en los problemas del agua de Ciudad de México. Reunirá grabaciones subacuáticas, entre otros recursos, y se presentará en el Espacio Sonoro de Casa del Lago UNAM, el 27 de marzo a las 18:30 horas.

“La idea de este trabajo es producir una ópera que no esté centrada en la dramatización de los afectos humanos sino en otras operaciones emocionales que se expresan a través de los elementos: los sentimientos de las rocas, de las aguas en el océano, y, también, cómo imaginar esto. El punto interesante es que el personaje principal es el coro”, declaró Jota Mombaça en entrevista.

Para la artista, comenzar este proceso en México ha sido muy interesante porque se trata de un territorio con muchas tensiones y procesos relacionados con el estado actual del planeta. Prueba de ello fue el trabajo de campo que realizó en Xochimilco, visitando chinampas y parajes no turísticos y hablando con personas agricultoras, además de las grabaciones acuáticas necesarias.

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