Dilema durante algunos Juegos Olímpicos

¿Puede separarse el deporte de la política?

Desde la elección del país sede hasta la distribución de medallas, siempre hay aspectos externos a la práctica atlética que influyen en las Olimpiadas: María Cristina Rosas, de la FCPyS

Foto: Reuters.
Bajo los ideales de paz, unión, hermandad y apartidismo, Pierre de Coubertin quiso implementar los Juegos Olímpicos de la era moderna. El padre de esta competencia buscaba que los deportistas contendieran con el único objetivo de buscar la gloria, pero esa ilusión se fue desvaneciendo con la influencia política.

Por ejemplo, en 1936 los nazis vieron en los Juegos Olímpicos de Berlín un medio para demostrar su superioridad. En Melbourne 1956, Taiwán fue reconocido como país y provocó que China se retirara. México 1968 fue testigo de las distintas protestas que deportistas afroamericanos realizaron contra el racismo y para promover el reconocimiento de sus derechos civiles. En Múnich 1972, un grupo extremista palestino asesinó a 11 atletas israelíes…

Para María Cristina Rosas González, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), dejar a un lado la política de los Juegos Olímpicos es difícil, “porque siempre estará presente, ya sea por medio de los conflictos, como los que tenemos actualmente, o hasta en algo tan simple como la designación de sede”.

Más allá de las guerras actuales entre Rusia y Ucrania, e Israel y Hamás, comenta Rosas González, la influencia política en los Juegos Olímpicos de París, como sucede en general en esta justa deportiva, se hace evidente desde la elección de la sede, ya que hay una “alta preferencia a que los países desarrollados los realicen, y eso a su vez es una demostración de poder suave, porque es como decir a las otras naciones: yo sí apoyo al deporte, yo sí tengo la infraestructura y ustedes no”.

La FIFA y el Comité Olímpico Internacional hacen distinciones, ya que prefieren a países con una economía estable (los del hemisferio norte) para realizar estos eventos, porque se han dado cuenta de que realizarlos es costoso, “y los ejemplos más claros que tenemos son Brasil en 2016 y Sudáfrica en 2010, que padecieron los efectos económicos posteriores”, señaló.

El aspecto político también se deja ver en el medallero, porque aunque la competencia deportiva es el núcleo, demostrar quién es el mejor representa “una cuestión de imagen, una demostración de poder, pavonearse y decir: yo sí fomento la activación física y tengo las herramientas para lograr el bienestar de las personas”.

En casa hay problemas

Los últimos meses no han sido fáciles para el gobierno de Francia. Los Juegos Olímpicos representan una oportunidad inmejorable para que Emmanuel Macron fortalezca su figura, que ya está muy desgastada por recientes conflictos internos que podrían ensombrecer el evento deportivo.

La especialista de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales señaló que en los últimos meses se llevaron a cabo diversas protestas porque algunas personas consideran que hay muchas demandas sociales que no han sido satisfechas o creen que se están vulnerando los derechos humanos.

“Francia es una potencia en decadencia y su objetivo es mandar un mensaje de que todo está bien, pero en ese escenario han tratado a los migrantes como ciudadanos de tercera al correrlos de París y mandarlos a otros lugares sin ver por ellos. Aunado a esto, no ha negociado de forma correcta el aumento de salarios de los trabajadores de la Confederación General del Trabajo con razón de los Juegos Olímpicos”, indicó.

Y agregó: “Cuando sumas esos factores y le añades un poco del descontento social que existe porque el transporte no será suficiente u otros motivos, tienes riesgo de exhibir que no estás cumpliendo con las expectativas de la población y Macron tiene ese reto por delante”.

Además, aunque el pasado 21 de noviembre se firmó la tregua olímpica (que debería iniciarse siete días antes de los Juegos), será necesario que Francia y países involucrados en la competición estén viendo de reojo los conflictos armados que actualmente sostienen Ucrania y Rusia, e Israel con Hamás, ya que la tregua podría romperse durante el evento.

Rosas González recordó que en 2008, cuando China organizó las Olimpiadas, Rusia atacó a Georgia un día antes de la inauguración. Asimismo, indicó que Rusia también inició una operación militar para anexarse Crimea cerca del final de los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014.

Hablando de los conflictos bélicos actuales, la universitaria indicó que es muy probable que la delegación ucraniana se lleve varios aplausos, por la empatía que ha generado Ucrania en el mundo tras ser invadida por Rusia. En cuanto a Israel, es posible que ocurra todo lo contrario y haya abucheos.

Finalmente, la experta universitaria comentó que en los próximos años será más frecuente ver eventos deportivos con sedes binacionales y trinacionales, con el fin de que los países del sur no se sientan excluidos como organizadores. Sin embargo, las naciones del norte seguirán teniendo preferencia.

También podría gustarte