Joyas bibliográficas de la Biblioteca Nacional

Quaestiones evangeliorum de tempore et de sanctis, otro incunable

Fue impreso en Roma en abril de 1477, hace exactamente 542 años, y aún muestra excelentes condiciones

etiqueta-tesorosEntre los 173 incunables que se conservan en la Biblioteca Nacional de México (BNM) resalta el que lleva por título Quaestiones evangeliorum de tempore et de sanctis.

Fue impreso en Roma en abril de 1477 por el alemán Johann Scheurener. La obra fue escrita por el dominico fray Juan de Torquemada, cardenal español, obispo de Sabinia; muy cercano al Papa Eugenio IV, fue un decidido impulsor del establecimiento de la imprenta en la ciudad de Roma. Fue tío del inquisidor Tomás de Torquemada, y debemos evitar confundirlo con el célebre misionero franciscano del mismo nombre.

Siglo XVI

El ejemplar que posee la BNM llegó a la Nueva España en el siglo XVI y se incorporó a la Biblioteca del Convento de Santo Domingo de México. A 542 años de su impresión, aún muestra excelentes condiciones de conservación.

Su encuadernación en pergaminos es una muestra prototípica del libro de finales del siglo XV. Para probar su pertenencia institucional, el volumen cuenta con un elemento característico de las bibliotecas mexicanas: la marca de fuego de dicho convento.

Tintas

Las tintas de la época se preparaban con aceite de linaza, trementina, resina y barniz; para obtener tinta negra se añadía negro de humo, y para el rojo, cinabrio (mercurio). Con estos ingredientes se garantizaba la adhesión al papel y con ello evitar que se dañaran por humedad. También se usaban tintas vegetales o metálicas para elaborar capitulares y subrayados, como los que aparecen en este ejemplar, resaltando algunos pasajes. Esta manera de distinguir el texto es un indicio de que era leído en comunidad, ya que la obra de Torquemada fue ideada para ser compartida luego de las colaciones, en las tertulias de sobremesa, para hacer familiar el contenido de las sagradas escrituras (siguiendo a santo Tomás) a quienes acaso las desconocían.

A falta de paginación, al final del volumen aparece el llamado registro, elemento con el que se puede seguir la secuencia de los cuadernos que componen el libro. Como este ejemplar carece de titulillos, el registro era un apoyo fundamental para el encuadernador, de otro modo le sería extremadamente difícil mantener la unidad y continuidad de la obra. Asimismo, la falta de portada se suplía con el colofón, líneas finales en las que aparece el título, el nombre del impresor, el lugar y fecha de impresión.

Foto e imagen de video: Rafael Paz.
Foto e imagen de video: Rafael Paz.
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