Reto de las orquestas
Que la música suene… a pesar de la pandemia
Todo lo que hemos hecho desde entonces ha sido en entornos virtuales; muero de ganas de volver a lo presencial: José Wolffer
Mes y medio después de que José Wolffer asumiera la Dirección General de Música de la UNAM se declaró el confinamiento por el coronavirus y, como consecuencia, los recitales de la OFUNAM y de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata (OJUEM) se trasladaron a la red. “Todo lo que hemos hecho desde entonces ha sido en entornos virtuales; muero de ganas de volver a lo presencial”.
Y es que, para el pianista, nada se compara a escuchar una pieza en vivo, con los ejecutantes sobre el escenario, un director en el podio y con el público en sus butacas. El miedo al contagio ha hecho que la gente se muestre renuente a regresar a las salas de concierto.
Al participar en la mesa de análisis Retos de las Orquestas después de la Pandemia, organizada por la Cátedra Eduardo Mata, José Wolffer señaló que seguir en funciones en medio de una crisis sanitaria lo ha obligado a cambiar de estrategias y a pensar en nuevas maneras de llevar a lo digital lo que antes se hacía en físico.
Han experimentado muchas maneras de mantener vigentes a la OFUNAM y a la OJUEM. Por ejemplo, hiceron un mosaico con grabaciones de celular donde cada ejecutante toca la partitura que le corresponde del Danzón número 2, de Arturo Márquez. “Era una interpretación abreviada, aunque autorizada por su autor, la cual tuvo muy buena recepción. Ello me parece una invitación a reflexionar sobre qué buscan en realidad los internautas”.
Para el también crítico musical, el que este montaje tuviera tantas visualizaciones puede deberse a ese deseo de inmediatez de quienes consumen contenidos en sus computadoras o dispositivos móviles, pues se trata de una versión de menos de cinco minutos de algo que dura más de 10, pero los comentarios dejados por los usuarios de YouTube al calce del material –todos del estilo “maravilloso escuchar de nuevo a la OFUNAM”, “¡qué alegría volver a verlos” o “los extrañamos”– a Wolffer le sugieren algo más.
Y es que, aunque muchas veces se ha dicho que Internet nos permite llegar a lugares remotos y a personas insospechadas, al revisar las redes “me pregunto, ¿no estamos convocando a los mismos grupos de siempre?, y es que las comunidades virtuales suelen parecerse mucho a las presenciales. Por eso debemos cuestionar mitos como el de que subir algo a la red significa que, en automático, ya tenemos presencia en todo el mundo. Hay más tras bambalinas”.
En busca de nuevos públicos
Uno de los problemas que desde siempre ha planteado José Wolffer en lo referente a orquestas es que –trátese de Europa o América, y en tiempos normales o de pandemia– la programación sinfónica es poco propositiva, muy solemne y usualmente abusa de montar piezas de Beethoven, Wagner y demás compositores de ese calibre.
“Y a mí me gustan esos autores, pero si hiciéramos un símil es como si una casa editorial sólo publicara novelas de Tolstoi, Flaubert y Dostoievski y, en vez de renovar su catálogo, nos exigiera hallar nuevas formas de apreciar lo que ya hemos leído una y mil veces.”
Por ello, el funcionario considera que, si hay un reto para las orquestas, es renovar su público, y ello no implica deshacerse de las partituras antiguas y esconder los bustos de los grandes maestros, sino hallar un equilibrio entre pasado y presente. Si alguien sabe que lo clásico y lo vanguardista no están peleados es Wolffer, quien aunque se formó en la otrora Escuela Nacional de Música también ha impulsado lo experimental en México, como hizo en 2002 cuando fundó el Festival Radar, espacio que, durante nueve años, le dio cabida a nuevos sonidos y a composiciones de frontera.
“Debemos pensar a quiénes nos dirigimos y quitar a las orquestas esos aires de solemnidad. Y esto no es una propuesta nueva, el mismo Bach armaba y desarticulaba, reprocesaba música y la acomodaba según lo más conveniente a diferentes contextos, ¿qué nos impide a nosotros retomar ese espíritu de desenfado?”.
Sobre si conquistar nuevas audiencias es el único desafío que enfrentan hoy las orquestas, José Wolffer es tajante al opinar que no, pues también urge deshacerse de ese machismo tan arraigado que hace que muy pocas mujeres lleguen a los primeros atriles y que casi ninguna ocupe el podio de directora.
“Si logramos salvar estos escollos y retomar lo que ha funcionado haremos una mejor labor cuando volvamos a lo presencial. Ahora sé que debemos mantener todos estos mecanismos digitales de los que hemos echado mano para difundir el trabajo de las orquestas en medio de esta crisis.”