Por la restauración de las cárceles de La Perpetua

Reciben universitarios Premio Francisco de la Maza

Xavier Cortés y Coral Ordóñez. Foto: Alejandra del Castillo.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) otorgó el Premio Francisco de la Maza. Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico a Xavier Cortés Rocha, profesor emérito de la UNAM, y Coral Ordóñez Nischli, académica de la Facultad de Arquitectura, por el trabajo: “La restauración de las cárceles de La Perpetua”.

Éstas forman parte del conjunto arquitectónico que hospeda al hoy Palacio de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ubicado en las calles República de Venezuela y República de Brasil en el Centro Histórico de Ciudad de México, frente a la Plaza de Santo Domingo.

El registro más antiguo que se tiene de las cárceles de La Perpetua data de 1571, cuando el ahora Palacio de Medicina fungía como el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición y a través del tiempo el conjunto ha sido diferentes cosas como: tribunal de guerra, cárcel federal, taller de telas, vecindades, baños públicos, residencia del arzobispo, sede de la Lotería Nacional y también del Gobierno del Estado de México.

Xavier Cortés describe el trabajo de restauración que se realizó como una actividad “entrañable” y confía el vínculo de la labor realizada en sus palabras: “Lo hace uno suyo. Se mete uno en la mente de los arquitectos del siglo XVIII, que fueron los últimos en trabajar en el edificio, y hubo que tratar de entender cuáles fueron sus motivaciones para realizar ciertas cuestiones”. Y es que la restauración implica conocer la historia de cada milímetro del recinto y los arquitectos responsables de ésta pueden narrar detalles sobre el trabajo de preservación.

Cuentan, por ejemplo, la forma en que arquitectos de la inquisición idearon un procedimiento para levantar y separar el piso debido a que el suelo es húmedo y cenagoso en la zona, y debían evitar que los presos no contrajeran enfermedades por el constante contacto con la humedad.

Cortés Rocha también se detiene en los rasgos arquitectónicos de gran belleza y se pregunta: “¿Cómo se metían a gastar en decorar esto que era una cárcel?”, pero pronto responde: “Uno de los arquitectos durante los últimos años del tribunal era el director de Arquitectura de la Academia de San Carlos, entonces, hubo manos ahí de los mejores arquitectos del momento”.

De la misma forma ha puesto nombre a alguno de los espacios, como la celda Piranesi porque emula la belleza de las Carceri d’invenzione por su arco y la doble altura. El arquitecto confiesa: “esa es la mejor celda”.

El edificio presentaba problemas estructurales muy importantes y el trabajo no sólo fue de restauración, la labor incluyó la consolidación de cimientos y muros, la sustitución de los entrepisos y las azoteas.

Concluida la reestructuración, y llegado el momento de la etapa de restauración, “el edificio contaba todavía con una variedad de elementos ornamentales y de relevancia arquitectónica. Encontramos los guardapolvos de piedra con pintura decorativa, las columnas todavía conservaban algo de pintura original, se hallaron los dinteles de piedra de cada una de las celdas. De 19 que sabíamos que había, se encontraron ocho todavía con sus números labrados y con parte de la cenefa de pintura que se habían conservado debajo de los aplanados nuevos”, cuenta Coral Ordoñez sobre los hallazgos en la obra y la investigación histórica que realizaron.

La restauración de los anexos del conjunto corrieron del 2011 al 2020, siendo el último las cárceles, cuyos trabajos se llevaron a cabo entre 2017 y 2020, y Coral Ordóñez explica que aunque para este trabajo se contó con un equipo pequeño, fue una experiencia didáctica, ya que todos los participantes de su equipo son arquitectos restauradores de la Facultad de Arquitectura. Resalta el ímpetu con el que han colaborado y el haber dejado atrás el ego personal por “las ganas de que trascienda el edificio y su historia”, expresa Coral Ordoñez y muestra emoción en su mirada.

Fueron 3,700 metros cuadrados de restauración en La Perpetua. “Es algo que la Universidad le debe a la nación porque recibió este legado y tiene la responsabilidad de tenerlo en buenas condiciones”, explica Xavier Cortés y puntualiza: “el edificio recuperó toda su dignidad y además, se logró prepararlo para que viva más años”.

Este trabajo también cuenta con la publicación del libro La restauración de las cárceles de La Perpetua. “Es una memoria muy detallada de la labor de restauración y es importante para que los usuarios y visitantes se familiaricen con estas actividades, además tiene el doble propósito de quedar en la memoria y servir a los alumnos que se preparan para ser restauradores”, puntualiza la doctorante en Arquitectura.

Los arquitectos destacan que este proyecto es parte de la vinculación de la Facultad de Arquitectura con el Instituto de Ingeniería de la UNAM, la Dirección General de Patrimonio Universitario, la Dirección de General de Obras, así como con las diversas coordinaciones del INAH, además de incorporar a los trabajos la labor de formación de los alumnos de la Universidad Nacional.

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