La Sociedad Americana del Tórax (ATS, por su siglas en inglés) reconoce la excelencia en la investigación de biología molecular respiratoria de Annie Pardo Cemo por ser vanguardista en la comprensión y tratamiento de enfermedades pulmonares.
Con una trayectoria de más de 55 años en la Universidad Nacional como alumna, docente e investigadora, Annie Pardo, bióloga y doctora en ciencias bioquímicas, es profesora emérita de la Facultad de Ciencias de la UNAM, miembro del Sistema Nacional de Investigadores y una de las mentes líderes a nivel mundial en patología pulmonar.
La ATS es la sociedad respiratoria más antigua del mundo. Su filosofía fundacional radica en que la enfermedad y el sufrimiento pueden ser eliminados más rápido cuando los descubrimientos y el conocimiento son compartidos.
Con alrededor de 15 mil miembros en todo el orbe, su misión es mejorar la salud mundial a través del avance de la investigación, el cuidado clínico y la salud pública tanto en las enfermedades respiratorias como en las críticas y los trastornos del sueño.
Es la segunda ocasión en que la Asociación reconoce el trabajo de la investigadora universitaria, ya que en 2015 recibió el Recognition Award for Scientific Accomplishments, galardón otorgado por sus sobresalientes contribuciones científicas en el estudio del pulmón y su biopatología en enfermedades crónico-degenerativas, en particular la fibrosis pulmonar idiopática.
“Me siento muy contenta por mí, en lo personal, y desde luego por todo el grupo de trabajo, porque nuestra labor representa la colaboración de varias personas; lo recibo yo, pero lo que ustedes ven refleja lo hecho por gran parte de los investigadores asociados y estudiantes.”
El camino no ha sido sencillo. Tras estudiar biología en la UNAM ingresó al doctorado en bioquímica en el Instituto Politécnico Nacional, donde se interesó por la biología molecular. Al poco tiempo participó en el movimiento estudiantil de 1968 y fue expulsada, razón por la que no logró terminar su posgrado.
Con los estudios truncados decidió regresar al Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM para volver a iniciarlos; ahí se entrevistó con Ruy Pérez Tamayo. Fue en ese momento cuando empezó su investigación en esa área del conocimiento.
Al mismo tiempo tuvo que combinar la realización de sus experimentos con su rol de madre en una época en la que era limitada la incursión femenina en la ciencia, aunque tenía el apoyo de sus compañeras. Le decía a una de ellas: “Patricia, por favor, échale un ojo a la electroforesis y apágale antes de que se salga el colorante”. E iba ella y recogía a sus hijos; y luego regresaba y le decía Patricia: “Híjole, creo que tus experimentos nunca van a salir”, relata en entrevista.
Pero eso no la detuvo. “Soy terca, para bien o para mal; mi constancia y no dejarme caer en las adversidades me han hecho lo que soy”. Tuvo que esforzarse el doble. “Al principio fue muy duro en realidad, nos tocó una época de picar piedra; también influye el ser mujer y no es que lo sea positivamente”, comentó.
Hoy es la primera mujer no estadunidense en recibir el reconocimiento de la ATS, entre investigadoras de Europa, Asia, África y América.
Su trabajo ha modificado la manera de entender y dar tratamiento a la fibrosis pulmonar, una enfermedad que se caracteriza por provocar una herida en los tejidos de ambos pulmones, creando una cicatriz que no sana, sino que va creciendo y rodeando los órganos, lo que ocasiona su rigidez limitando su función natural, y con ello una menor entrada de oxígeno.
Este padecimiento es causado por medicamentos, el tabaco, o la sobreexposición a la inhalación de sustancias, como el sílice en los mineros, por ejemplo.
Pero existen otros tipos de la enfermedad cuyas causas no se conocen, razón por la que se les llama idiopáticas, y están relacionadas con el envejecimiento. “Hay un tipo de fibrosis que es muy agresiva y que se da en individuos mayores de 50 años”.
Pardo Cemo se especializó en la fibrosis idiopática, y junto con investigadores del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias propusieron que el desarrollo de este padecimiento tiene una base celular y molecular diferente a la de otras fibrosis provocadas por una inflamación crónica. Es decir, encontraron que los pulmones no se inflaman, sino que el daño es a nivel celular. Crearon así una proteína que logra detener el avance de la enfermedad. “Estamos interesados en conocer las causas moleculares, porque así de cierta manera podríamos intervenir en tratar de detener el proceso, si no curarlo por lo menos de detenerlo”.
Que su aporte en la comprensión de la enfermedad sea tan significativo sólo es una razón más para seguir trabajando. “Las preguntas nunca se acaban, cuando uno resuelve una cosa, surgen muchas más. Ahora me tomo todo con calma, soy consciente de la edad que tengo y no me involucro en proyectos de largo plazo. Mis alumnos me hablan de las nuevas metodologías y nos enseñamos mutuamente”, finalizó.