En cada evento, forma y contenido con el que los gobiernos conmemoran fechas importantes están haciendo una interpretación de la historia, sostuvo Virginia Guedea Rincón Gallardo, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH).
A partir de esa premisa, la académica ha realizado diversas revisiones historiográficas de las celebraciones oficiales, aportando con ellas una pincelada de las ideologías y las costumbres prevalecientes en una época determinada.
Continuando con este ejercicio, Guedea participó en el ciclo virtual El Historiador frente a la Historia 2021, organizado por el IIH, en el que ofreció la conferencia Las Conmemoraciones Centenarias de 1921, donde hizo un detallado recorrido histórico por los festejos del centenario del 27 de septiembre de 1821, fecha de la consumación de la Independencia de México.
Festejos
En 1921, hace ya un siglo, casi todos los actos formales por el centenario de 1821 se hicieron sobre la marcha y en ellos intervinieron diversas instituciones. Álvaro Obregón era el presidente de un país que apenas se reconstruía tras la Revolución Mexicana de 1910, e hizo un esfuerzo por mostrar una estabilidad económica y política, relató la investigadora universitaria.
Obregón rindió su primer informe de gobierno el 1 de septiembre de 1921, unas semanas antes de las celebraciones, y dispuso que el festejo del centenario tuviera un carácter popular y nacional.
“El presidente de la República intentó, bajo el paraguas de las conmemoraciones, lograr la unidad de los mexicanos bajo el signo de la Revolución”, señaló la historiadora, y agregó que al mandatario también le interesó lograr el reconocimiento del extranjero, convencer a otros países de que la Revolución ya había establecido un sistema y que México estaba tranquilo, con seguridad para los inversionistas. “Por ello invitó a numerosos representantes de otras naciones a visitar México durante esas fiestas”.
Hubo muchos eventos y se concentraron especialmente en la capital del país, una Ciudad de México con unos 900 mil habitantes, que en esos días recibió alrededor de 100 mil visitantes procedentes de diversas entidades federativas.
El programa celebratorio tuvo múltiples propósitos: desde ofrecer diversión y entretenimiento a todos los sectores de la población hasta ofrecer apoyos a los más necesitados, la realización de actividades educativas y culturales, además de actos solemnes. “Encontramos una temporada de ópera con cantantes de gran renombre y numerosos conciertos en plazas y jardines públicos, que interpretaron bandas militares o la Orquesta Típica del Centenario, que dirigía Miguel Lerdo de Tejada, creada para darle lustre a la fecha, igual que el Ballet del Centenario”, contó Guedea.
Se organizaron juegos florales y otros concursos; se dieron conciertos populares y teatro, zarzuela, cine, títeres y circo, al igual que exhibiciones gimnásticas y fuegos artificiales, añadió.
Se efectuaron diversos congresos, como el agronómico, el nacional de geografía y el Primer Congreso Internacional de Estudiantes, además de interesantes exposiciones de arte popular, la gran muestra internacional del comercio, la de la Escuela Nacional de Bellas Artes y la de periódicos antiguos y modernos.
El Primer Congreso Internacional de Estudiantes se llevó a cabo siendo José Vasconcelos rector de la Universidad Nacional. Fue en la capital del país y por primera vez reunió a organizaciones de alumnos de todo el mundo.
El Poder Legislativo dio un banquete a las misiones extranjeras que nos visitaron, y tuvo una sesión solemne el Congreso de la Unión para conmemorar el centenario de la consumación de la Independencia.
También hubo homenaje a los héroes del movimiento y ceremonias de honor a la bandera.
“En 1921 no se dio una visión plenamente estructurada y asumida del pasado mexicano, sino muy diversas y hasta contradictorias”, finalizó Virginia Guedea.