Aniversario luctuoso

Recuerdan a León-Portilla con lectura en voz alta, anécdotas y música

El historiador universitario fue homenajeado en la Casa de los Pueblos y Barrios Originarios de Coyoacán que lleva su nombre

Juan Carlos Torres. Foto: Ana Hernández.
En el cuarto aniversario luctuoso del filósofo e historiador mexicano especializado en el pensamiento y la literatura náhuatl, Miguel León-Portilla, fue recordado con anécdotas y vivencias, lectura en voz alta en náhuatl, así como con notas musicales emitidas por un cuarteto de saxofones.

En la Casa de los Pueblos y Barrios Originarios de Coyoacán que lleva el nombre del historiador universitario, amigos, alumnos y seguidores de su obra estuvieron presentes para expresar su reconocimiento y destacar la sabiduría de quien consideraron el último tlamantiname de México, como parte del encuentro Rolando por Coyoacán. Recordando a Miguel León-Portilla, organizado por la Casa de las Humanidades y la alcaldía de Coyoacán.

Así, Ana María Castro Velasco, del Centro de Investigación y Documentación Histórica y Cultural de Coyoacán, dio lectura a una crónica que escribió en 2019, con motivo del fallecimiento del historiador, titulada “Miguel León Portilla, 93 años de sabiduría y juventud acumulada”.

En este encuentro la cronista indicó que el título que dio a su escrito se debió a que el universitario siempre dijo que él no era grande, “que las personas mayores no eran viejas, sino que tienen juventud acumulada”.

Comentó que el vínculo afectivo de León-Portilla con esa alcaldía perduró por más de seis décadas, pues vivió en el barrio de la Purísima Concepción, conocido hoy popularmente como La Conchita, “ahí en una de las callejuelas típicas no sólo instaló un cálido hogar, sino también una cordial extensión del despacho en el que por igual número de décadas y sin tregua acrecentó y compartió su sabiduría con el Instituto de Investigaciones Históricas (IIH).

En presencia de Marisa León-Portilla, hija del homenajeado, y de Jorge de León Rivera, cronista de la alcaldía de Iztapalapa, expresó que el exdirector del IIH, “rebozando juventud, entusiasmo, sed de aprendizaje, bonhomía, sencillez, don de gente y, sobre todo, mucha simpatía y agilidad para las ocurrencias y bromas, Miguel León-Portilla, hizo de su domicilio un referente obligado para la simple mención o la visita de la comunidad académica y humanística nacional e internacional”.

Asimismo, hizo referencia a la Matrícula de tributos, también conocida como Códice de Coyoacán, Códice Simancas o Códice León-Portilla, que encontró en la Biblioteca de Simancas, España, para que fueran resguardadas en el Centro de Investigación y Documentación Histórica y Cultural de Coyoacán.

En mayo de 2014, luego de varios intentos, los responsables de la cultura en Coyoacán, aprovechando la creación de la Casa de Barrios, rindieron homenaje en vida al gran humanista y se publicó el documento novohispano, recordó la cronista. “No mucho tiempo después, a la edad de 93 años de juventud acumulada, la noche del martes 1 de octubre de 2019, un viento insólito envolvió a la ciudad como señal de luto: el espíritu del filósofo, cronista, historiador y humanista viajaba rumbo al Mictlán, a reunirse y a charlar con todos aquellos personajes que estudió, revaloró y a quienes instaló en un sitio preferente dentro de la historia de México, pero también de América Latina y a nivel global”.

Por su parte, Juan Carlos Torres López, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, quien se desempeñó como asistente de investigación de Miguel León-Portilla en el IIH, mencionó que el mejor homenaje al universitario es hablar de sus investigaciones: “en ocasiones todo mundo sabe de su trabajo, pero pocos se adentran realmente en los textos”.

Fue él quien nos presentó este mundo de la cultura náhuatl, “en sus últimos días le pregunté en varias conversaciones sobre su trabajo académico, y decía que haber investigado a los pueblos indígenas, en particular a los nahuas, le había dado muchas respuestas en su vida, sobre cómo vivirla, cuál sería el propósito en ella y cómo disfrutarla también”, señaló.

Recordó que fue uno de los últimos alumnos de don Miguel León-Portilla, “luego su colega, y finalmente su amigo; nos la pasábamos en su casa, con él no sólo aprendí muchas cosas que no sabía de su biblioteca, documentación e investigación, sino también a tomar wiski”.

Explicó que su lectura en voz alta de los Cantares mexicanos en náhuatl, es un trabajo de investigación que se realizó en los años de 1950, cuando había una discriminación por parte de la investigación hacia los pueblos indígenas que vivieron un proceso de colonización en el que no se valoraba su pensamiento, mucho menos su literatura. Incluso el día de hoy hay personas que siguen pensando que las comunidades de pueblos originarios no poseen historia, no tienen literatura ni pensamiento ni filosofía.

Comentó que es poca la gente que hoy habla náhuatl. Falta mucho por estudiar y por hacer de estos cantares. Gracias a León-Portilla por presentarnos los textos y por dejarnos entrar a este mundo.

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