Luciérnagas para la oscuridad se presenta en el CCU
Reflexión escénica sobre la naturaleza onírica de la noche
La obra invita al espectador a sumergirse en el disfrute fantasmagórico y relajante que puede ofrecernos el mundo nocturno

Si bien había tratado ya el tema en un espectáculo anterior (de ahí la nomenclatura volumen 2, parte 2), en aquel hablaba de diversos capítulos de la noche, con más historias y enfocado hacia lo que ésta significa como descanso, mientras que este último montaje aborda lo oscuro, “la nocheidad”, nos dice, como un concepto más cercano a la esencia de lo que es la noche.
A lo largo de más de 30 años, Alicia Sánchez se ha propuesto innovar en las artes escénicas, echando mano de las tecnologías más recientes y de lo multimedia con nuevos métodos, rompiendo la barrera de las disciplinas, donde ya no vemos danza o teatro sino un hecho, un fenómeno escénico. Lo ha hecho junto a su compañía ASYC El Teatro de Movimiento, conocida por una gran capacidad imaginativa a la hora de enfrentarse al espacio vacío.
En Luciérnagas para la oscuridad, ensayos sobre la noche, Sánchez aborda la noche como un mundo gozoso digno de exploración. “¿Qué nos pasa en la noche? ¿En qué nos convertimos? Con las fuentes lumínicas que no se apagan, que no sólo están en el exterior sino con nosotros (señala su teléfono celular), ¿qué pasa en esta noche en que no sólo trabajamos 40 horas a la semana sino 80? La gente llega en la tarde-noche a trabajar”.
La historia de la luz también es parte de este espectáculo, de cómo la llevamos, nos dice, desde la prehistoria hasta los edificios prendidos en la noche y leds en las calles. Es un montaje más político que también desafía al espectador con preguntas y máximas como “nos han robado la noche”, “¿por qué decides ir al supermercado en la noche en lugar de acostar a tu hijo temprano?”, “¿cómo fue que Prometeo nos dio la luz y la volvimos otra cosa?”, “será que los dioses tenían razón en enojarse con él por darnos la luz”, según nos relató la coreógrafa.
El montaje está pensado para dar cuenta de la sombra, aquella que crea la luz lunar, lo no tangible.
“Usamos teatro de sombras y un retroproyector antiguo para crear efectos sombra, multimedia con circuito cerrado, jugamos con el presente, el pasado y el futuro en un estilo onírico de la noche: ¿estoy soñando o viendo?, empleamos leds que llevamos en la mano. Más allá de la danza, del teatro o del texto, el espectador puede apreciar el estado de las sombras. Un poco para invitar a la gente a llegar a su casa y decir: ‘¡Ah, voy a apagar la luz!’”, explicó.
A estas alturas queda claro que en la concepción de Alicia Sánchez y de su compañía, nuestro alejamiento de la noche tiene mucho que ver con las exigencias del capitalismo, que se traducen en un modo de vida tal vez poco beneficioso.
“Queremos decirle al espectador: ‘entiende que la oscuridad tiene su propio espacio y que hay un sistema que, al aceptarlo, no te permite vivir ese espacio’. Y hay preguntas directas que se plantean y que nos dejan pensando en lo que hacemos”, reveló la directora.
La música original es de Sebastián Rojas y, a decir de Sánchez, se convierte en un personaje más. Los performers, como les llama ella a quienes participan en su puesta en escena, por las múltiples tareas que deben realizar, agregaron sonoridades propias a sus movimientos, creando en conjunto una visión que mezcla danza, teatro, sonoridad y multimedia.
La escena representa un departamento donde el espectador podrá experimentar las refracciones de la poca luz que habrá en los cristales, los reflejos en los muebles, las proyecciones de las plantas, sumergiéndose, ojalá, en su propio disfrute fantasmagórico y relajante de lo que puede ofrecernos el mundo de la oscuridad nocturna.
Luciérnagas para la oscuridad, ensayos sobre la noche vol. 2/pt. 2 se presenta los días 31 de enero a las 19 horas, y 1 y 2 de febrero a las 12:30, en el Salón de Danza, del Centro Cultural Universitario.