Reflexión sobre el aislamiento humano y los dispositivos electrónicos

Máquinas inútiles, un entramado coreográfico que se presentará en el CCU. Foto: cortesía Fermín Martínez.
Los aparatos electrónicos están en el centro de nuestras vidas. Dormimos con un teléfono celular bajo la almohada, el mismo que se encarga de despertarnos; junto con el café de la mañana prendemos la computadora, el televisor y la tableta. Entre las pantallas que aparecen ante nosotros, se escucha el sonido del tostador. En el contexto de tantos dispositivos, ¿qué tan grande es el aislamiento del ser humano?

Esto se lo ha preguntado el coreógrafo, artista interdisciplinario de artes vivas y diseño sonoro Fermín Martínez, quien en el montaje Máquinas inútiles: Producción, ruido y capitalismo explora la distribución de poderes, las relaciones y los vínculos que se establecen entre las acciones del ser humano y los dispositivos electrónicos para la comunicación humana.

Martínez, quien ha explorado a lo largo de su formación las artes visuales y performativas, el diseño sonoro, la producción multimedia y la coreografía, describe que ha investigado relaciones de sentido a partir de dos referentes: en Máquinas inútiles se combina el concepto de Gilles Deleuze de las “máquinas deseantes” (categoría filosófica en la que la maquinaria capitalista, para reproducirse se fundamenta en flujos continuos decodificados de producción, dinero y trabajo, conformando un inconsciente que no es metafórico ni figurativo, sino activo, el cual permea y direcciona las conductas humanas) con el de la “máquina inútil” de Marvin Minsky, pionero de la inteligencia artificial y creador de un aparato cuyo único objetivo es apagarse solo. Dentro del ámbito performativo de la obra, ambas nociones se conjugan y posibilitan abordar una metáfora del capitalismo.

“Un sistema con el que, desde las máquinas deseantes, crecemos y vamos aprendiendo a relacionarnos en un mundo definido por ideas de éxito, realización individual y competencia. El ser humano ideológicamente está atravesado por aprendizajes que lo impulsan a perseguir, a partir de estos dispositivos, todo lo que el capitalismo implica, dejando de lado sus efectos, para al final convertirse en esa máquina inútil, la cual apaga el planeta, los recursos naturales, la experiencia y el tiempo de vida, en aras de la producción y lejos del placer”.

La reflexión que plantea Martínez, quien ha colaborado con artistas de danza contemporánea, flamenca y producción multimedia, como Ricardo Rubio, Abigail Jara, Sebastián Rojo y Julia Barrios, está vertida en una coreografía expandida, que incluye teatro de objeto y dramaturgia sonora. Él la define como “una hibridación, una expansión de disciplinas”, ya que el público verá un solo dancístico, interpretado por un performer que interactúa con aparatos electrónicos, creando códigos de movimiento y atmósferas sonoras.

“No pertenece solamente a un lenguaje propiamente dancístico, pero sí hay un entramado coreográfico en las relaciones entre los aparatos y el cuerpo, pues al final unos y otro se convierten en el contrario. Se hace patente a través de un diseño sonoro donde los aparatos de comunicación son como generadores de ruido, distracción, tensiones y no cumplen la función de comunicar. Es impresionante cómo hemos asumido esto, en lo más profundo de nosotros”.

Monitores, televisores, grabadoras, walkie talkies, diversos dispositivos electrónicos se muestran en el montaje, donde hay aparatos de los años 70, 80 y 90 del siglo pasado. Martínez dice que es importante hacer un recorrido histórico, pues un eje importante de la propuesta implica el concepto de hauntología, acuñado por Jacques Derrida, el cual plantea cómo en el pasado hay futuros perdidos.

“La nostalgia que tenemos por el pasado se va reflejando en las modas que vuelven. Me interesó la idea de un futuro perdido en el pasado, porque sentimos nostalgia no propiamente por lo que aconteció antes, sino por la esperanza que abrigamos de un futuro que creíamos posible en ese entonces y que quizás ahora, cuando nos alcanzó el presente, es distinto”.

Fermín afirma que “fue importante trabajar con aparatos desde su obsolescencia, desde qué puede decir un aparato descompuesto, una televisión que ya no puedes conectar porque la señal ya es digital y no funciona con la antena de conejo. Quise hacerlo con esos materiales y tecnologías, y con todo lo que puede haber alrededor: reparar, restaurar, modificar, alterar y buscar que también generen un discurso desde esa posibilidad, no desde lo perfecto o actual, esas ideas que también son manipulaciones del sistema, porque una máquina deseante no tiene límite”.

Gilles Deleuze (de quien en este año se cumplen 100 de su nacimiento y 30 de su deceso) lo sabía muy bien y escribió: “el arte es lo que resiste: resiste a la muerte, la servidumbre, la infamia, la vergüenza. Resiste a la voracidad de la máquina”.

Máquinas inútiles: Producción, ruido y capitalismo se presentará el viernes 14 a las 19 horas, y el sábado 15 y domingo 16 de febrero a las 12:30, en el Salón de Danza del Centro Cultural Universitario.

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