Coloquio en el CIALC

Revisan especialistas crisis de la integración regional en AL

Debe entenderse así por el no cumplimiento de los actores de las metas planteadas en acuerdos formativos: José Briceño

La integración regional de América Latina está en crisis, a pesar de que ha avanzado en los últimos años, y ello se debe a que la región ha enfrentado pocos avances y algunos conflictos entre países, consideraron los académicos participantes en el Coloquio La crisis del regionalismo latinoamericano en tiempos de transformaciones nacionales y globales, organizado por el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC).

En la primera mesa del encuentro, José Briceño Ruiz, investigador del CIALC, indicó que la crisis de regionalismo latinoamericano debe entenderse como el no cumplimiento de los actores de un proceso de integración y de las metas planteadas en acuerdos formativos como el Mercosur, el Tratado de Managua y la Alianza del Pacífico, por ejemplo.

En esos bloques de integración económica en América Latina se establecieron los ejes del propósito de la integración; sin embargo, no se han alcanzado a construir mercados comunes, ni una integración profunda, y tampoco se tiene un mercado consolidado en América Latina. “Quizá, donde se ha avanzado en cuanto a integración comercial es en Centroamérica”.

Entre los factores coyunturales existen variables exógenas y endógenas. Dentro de las primeras las más importantes en este momento son los escenarios adversos pospandemia, con efectos serios en la recuperación económica de muchas naciones, incluso en el mundo occidental. “Pero también afecta la política internacional, si pensamos en Ucrania o Gaza, escenarios adversos que impiden pensar en cooperación e integración internacional”.

Destacó que una coyuntura internacional, particularmente adversa para la integración latinoamericana, es la crisis de la democracia. “Lo hemos visto en Bolivia, Brasil, Guatemala y recientemente en Venezuela”. Además de las crisis bilaterales, como el reciente conflicto entre México y Colombia con Perú, que detuvo la Alianza del Pacífico. “Jair Bolsonaro no se hablaba con Alberto Fernández, ahora Javier Milei insulta a Lula”.

Para Roberto Goulart Menezes, profesor de la Universidad de Brasilia, un punto importante en la crisis de integración regional es la capacidad de cada uno de los gobiernos de América Latina involucrados en el Mercosur o en la Alianza del Pacífico. Por ejemplo, para promover la integración de un gobierno como el de Argentina, completamente contrario a seguir, implica para Brasil utilizar energía política.

Indicó que para asegurar la democracia en ese país, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su gabinete trabajan con dificultad por la presencia de la extrema derecha en el congreso nacional, y ante una sociedad fuertemente polarizada. “Su gobierno no tiene interés en hacer una política internacional más activa, pues para ello requiere de mayor energía política, misma que ha sido consumida y utilizada para gestiones de política interna”.

Asimismo, señaló que ese país sudamericano camina hacia una dependencia estructural de China, algo inconcebible. Si bien Brasil debe buscar la diversificación económica, también debe contribuir a preservar el Mercosur y ampliar la integración con América del Sur.

Por su parte, Juan Pablo Prado Lallande, académico de la Benemérita Universidad de Puebla, refirió que es endeble la institucionalidad de la Alianza del Pacífico, la cual ha estado inmersa en procesos de crisis y resiliencia. Ésta última le brinda la capacidad de sobrevivir y una modesta capacidad para generar una integración profunda.

Mencionó que dicha iniciativa de integración regional tuvo un viraje político hacia la izquierda y un alineamiento ideológico en esa dirección. “Se esperaría que ello la reforzaría; sin embargo, ocurrió lo contrario. Ejemplo de ello son los desencuentros presidenciales, lo que provocó que quedara casi congelada”.

No obstante, hubo una dosis de pragmatismo en términos de gestión diplomática, sobre todo por parte de México y Chile, lo que logró relanzarla, “aunque volvió a congelarse”.

Esto implica actos de resiliencia por parte del mecanismo para enfrentar desafíos internos y externos, aunque no fue suficiente para decir que retomó el camino para la integración. “Se brinda una visión de que ese organismo sigue vivo, inmerso entre el pragmatismo, crisis y resiliencia, y gracias a que esa flexibilidad sigue viva ningún país se ha retirado”.

Ello le permite mantenerse viva, generar algunas acciones de cooperación, pero no de integración; aunque no morirá, “se volverá un zombi más en el regionalismo latinoamericano”, finalizó.

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