Se cumplen 110 años de la promulgación del Plan de San Luis

Fue redactado en una prisión de San Luis Potosí por Francisco I. Madero; desató el inicio de la Revolución mexicana

En junio de 1910, a unas cuantas semanas de que se celebraran las elecciones, Francisco I. Madero, candidato a la presidencia del país por el Partido Nacional Antirreeleccionista, fue aprehendido por orden del gobierno de Porfirio Díaz bajo los cargos de conato de rebelión y ultraje a las autoridades, y encarcelado en San Luis Potosí, donde comenzó a redactar un documento importantísimo: el Plan de San Luis.

El 21 de julio de ese mismo año, Díaz, quien para entonces ya llevaba en el poder más de tres décadas, fue proclamado, una vez más, presidente de México, lo cual implicaba que seguiría gobernando el país con mano de hierro hasta el 30 de noviembre de 1916.

Sin embargo, Madero logró escapar de la prisión y huir a San Antonio, Texas, en Estados Unidos, donde el 5 de octubre dio a conocer el documento que desataría el inicio de la Revolución mexicana.

En él llamaba a la población a levantarse en armas a partir de las seis de la tarde del 20 de noviembre de 1910, declaraba nulas las recientes elecciones para presidente y vicepresidente de la República, magistrados a la Suprema Corte de Justicia y diputados y senadores, y, por supuesto, desconocía al gobierno de Díaz.

También establecía que, además de la Constitución y la leyes vigentes, el principio de no reelección del presidente y el vicepresidente, de los gobernadores de los estados y de los presidentes municipales era ley suprema de la República, “mientras se hagan las reformas constitucionales respectivas”.

Asimismo, anunciaba que asumía el cargo de presidente provisional, con las facultades necesarias para hacer la guerra al gobierno usurpador de Díaz, y que tan pronto como la capital y más de la mitad de los estados estuvieran en poder de las fuerzas del pueblo, convocaría a elecciones generales extraordinarias.

En otro punto más señalaba que las autoridades que opusieran resistencia a la realización de dicho plan serían encarceladas y juzgadas cuando la Revolución hubiera terminado.

En la parte final del escrito, Madero escribió: “Conciudadanos: Si os convoco para que toméis las armas y derroquéis al gobierno del Gral. Díaz, no es solamente por el atentado que cometió durante las últimas elecciones, sino por salvar a la patria del porvenir sombrío que la espera continuando bajo su dictadura y bajo el gobierno de la nefanda oligarquía científica, que sin escrúpulos y a gran prisa están absorviendo y dilapidando los recursos nacionales […] No vaciléis, pues, un momento. Tomad las armas, arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar. Sed como ellos fueron: invencibles en la guerra, magnánimos en la victoria.”

En una Nota puesta en la parte inferior de este documento se indicaba: “El presente plan sólo circulará entre los correligionarios de más confianza hasta el 15 de noviembre, desde cuya fecha se podrá reimprimir; se divulgará prudentemente desde el 18 y profusamente desde el 20 en adelante.”

Al cabo de casi nueve meses, el 25 de mayo de 1911, Díaz, acorralado por el movimiento revolucionario que lideraba Madero, envió su renuncia a la Cámara de Diputados y ésta se la aceptó.

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