Hay un efecto dominó
Se han afectado los ciclos autorregulatorios del planeta
La presencia de vida y los procesos físicos del clima terrestre están interconectados entre sí, cuando uno empieza a desestabilizarse o se modifica de forma relevante, se genera una cascada de resultados difíciles de predecir: Juan Claudio Toledo
La actual temporada de calor se ha caracterizado por romper récords, incluso los alcanzados apenas un año antes durante la misma temporada. Por ejemplo, lo sucedido en Ciudad de México (CdMx) el pasado 26 de mayo. Así lo anunció la Comisión Nacional del Agua mediante sus redes sociales:
“Hoy se estableció una nueva marca de temperatura máxima en el Observatorio de Tacubaya de la CdMx, para un 26 de mayo con 33.8 grados Celsius. La marca anterior era de 32.6 grados del 26 de mayo de 1919.”
Y no sólo sucede en México. El pasado marzo significó para el continente europeo el décimo mes consecutivo en que se rompe el récord de temperatura, un hecho histórico de acuerdo con Copernicus, el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea. Mientras que en Myanmar, se registró una temperatura extrema de 48.2 °C el 28 de abril, la más alta jamás registrada en el país asiático, según informó el Red Cross Red Crescent Climate Centre.
Copernicus además subrayó en un reciente reporte que “las altas temperaturas a partir de junio llevaron a que 2023 se convirtiera en el año más cálido registrado por un amplio margen, cerca de 1.5 °C por encima del nivel preindustrial […] Dicho año también vio que las temperaturas globales diarias superaron brevemente los niveles preindustriales en más de 2 °C”.
Para Juan Claudio Toledo, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares, “si a estos hechos sumamos otros fenómenos como el huracán Otis, podemos notar que el calentamiento global ha afectado los sistemas de autorregulación del planeta”.
“Por ejemplo, en términos de estas ondas de calor en México, mucho es variabilidad natural. Es de esperar que un sistema tan complejo como el clima terrestre tenga f luctuaciones y en ocasiones haga más calor o frío de lo usual. Sin embargo, el cambio climático ocasionado por el ser humano está haciendo que estos efectos sean más extremos, que las temperaturas altas lo sean un poco más todavía de lo que ya eran durante eventos climáticos extremos. Y también hace que sean más frecuentes. Lo que está haciendo más evidente estos eventos es el cambio climático antropogénico”, argumentó.
Retroalimentación
“La interacción entre la vida y el aspecto físico del planeta ha establecido ciclos de retroalimentación entre los dos, que permite una autorregulación. La vida altera el medio ambiente y lo regula para que sea benéfico para ella en el sentido de mantener a la Tierra en un rango habitable; [hay] una interacción con las condiciones físicas (temperatura, luz, agua y recursos). La vida tiene la capacidad de absorber y emitir más o menos dióxido de carbono, oxígeno o metano, de aumentar la biomasa o reducirla en algunos casos para producir esta autorregulación”, señaló Toledo durante su participación en una reciente conferencia titulada Planeta enfermo: Los límites de Gaia, organizada por el Centro de Ciencias de la Complejidad (C3).
En entrevista añadió: “Cuando hablamos de regulación y autorregulación del sistema planetario nos referimos a cómo la presencia de vida y los diversos ciclos o procesos físicos del clima terrestre están interconectados entre sí”.
El universitario remarcó que cuando uno de estos componentes se modifica de manera importante se genera un efecto dominó, en el que algunas cosas modifican otras, y éstas terminan por transformar unas terceras, creando una cascada de efectos difíciles de predecir o comprender.
“Lo que está pasando ahora se debe a la emisión de gases de efecto invernadero, los cuales son resultado de la revolución industrial, principalmente, y que se aceleraron en el siglo XX. Estamos modificando el clima y también los ecosistemas planetarios en muchísimas partes del mundo, de forma superrápida en comparación con el pasado geológico de la Tierra”, comentó el especialista.
Y alertó: “La preocupación es que, dada la extrema velocidad a la que estamos perturbando tanto la biósfera como la parte física del clima, lo que pueda venir será difícil de predecir. Debemos tener mucho cuidado con alterar estos ciclos de regulación que han habido por millones de años en la Tierra”.
Eventos extremos
En caso de avanzar esta alteración del sistema, distinguió Juan Claudio Toledo, ocurrirá lo que dicen en los sistemas teóricos: “El primer síntoma que se observa cuando está a punto de romperse la capacidad regulatoria es la producción de eventos extremos más frecuentes e intensos. Lo estamos viendo en la Tierra, como la onda de calor en México o el huracán Otis, que fue un evento muy sorprendente a nivel climatológico”.
Para frenarlo, agregó el investigador, es necesario “atacar la causa de raíz más importante: la emisión de gases de efecto invernadero. Lo anterior requiere limitar la quema de combustibles fósiles en el ámbito planetario como fuente principal de producir energías y adaptarnos a maneras alternativas bajas en carbono y renovables para producir energía”.
A lo que sumó: “Los ecosistemas del mundo son un componente muy importante de la regulación planetaria. Si permitimos que sean arrasados como sucedió en el siglo XX y está ocurriendo en lo que va del XXI tampoco podremos frenar los cambios generados a los sistemas del planeta”.
Según un informe divulgado por el Red Cross Red Crescent Climate Centre, World Weather Attribution y Climate Central (https://assets.ctfassets.net/cxgxgstp8r5d/5sjPWtBWuPk56xVZKuuL3g/
710d0a89e6eb859b1dc0417cb718dea8/Climate_Central_Climate_Change_and_the_Escalation_of
_Global_Extreme_Heat.pdf), durante el año pasado el cambio climático añadió un promedio de 26 días de calor extremo respecto al periodo anterior.
Climate Central analizó como parte de la investigación la cantidad de días entre el 15 de mayo de 2023 y el 15 de mayo de 2024 en los que las temperaturas máximas estuvieron dentro o más allá del rango superior del 10 % de las mediciones anteriores. A estos datos se les aplicó el Índice de Cambio Climático (CSI), una medida creada por la institución que usa una metodología revisada por otros pares científicos para cuantificar la influencia del cambio climático en las temperaturas diarias. Cuando el nivel de CSI era 2 o superior (lo que significaba que el cambio climático hizo que el calor fuera al menos el doble de probable), se registraba el día analizado como una jornada de exceso de calor por el cambio climático.
“Este informe proporciona evidencia científica abrumadora de que el calor extremo es una manifestación mortal de la crisis climática. Esto causa estragos en la salud humana, la infraestructura crítica, la economía, la agricultura y el medio ambiente, erosionando así los avances en el desarrollo humano y disminuyendo el bienestar, especialmente para las comunidades pobres y marginadas del Sur global”, subrayó Aditya V. Bahadur, director del Red Cross Red Crescent Climate Centre, en un comunicado.
“Se sabe que el calor extremo ha matado a decenas de miles de personas en los últimos 12 meses, pero la cifra real probablemente sea de cientos de miles o incluso millones”, se alerta en reporte, “a diferencia de los desastres climáticos repentinos, las olas de calor matan de manera más lenta y menos obvia; a menudo son exacerbadores de condiciones médicas preexistentes.”
Apuntaron también que este tipo de fenómenos relacionados con la temperatura afectan de manera más significativa a los grupos vulnerables (los jóvenes, los ancianos, los pobres y los que se ven obligados a trabajar al aire libre); calculan que durante el periodo de investigación cerca de 6,800 millones de personas (alrededor del 78 % de la población mundial) fueron afectadas por el calor extremo.
En palabras de Juan Claudio Toledo, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares, esta investigación muestra cómo “hay cierta injusticia social relacionada con quién recibe los efectos del calentamiento global. Es evidente que en las naciones más ricas, la mayoría de las personas tienen los medios e infraestructura para poder mitigar los efectos. No pasa así en las que no lo son, y podemos incluir a la nuestra en esta segunda categoría, donde mucha gente vive con grandes carencias. Son, lo sabemos, los más fuertemente afectados por estas ondas de calor y el clima en general”.
“Este año ya registramos en México las temperaturas más altas en la historia de los registros científicos, es algo que se está viendo en muchos lugares y tiempos distintos. Tenemos que ver cómo empezar a enfrentarlo dentro de las capacidades de cada sociedad y país”, finalizó el universitario.