Karla Mariana Escobar
Se titula alumna con Yzma, su perro guía
Su trabajo recepcional se abocó a buenas prácticas para mejorar el derecho a la educación de personas con discapacidad
Un binomio singular se graduó con mención honorífica en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras: Karla Mariana Escobar Magallanes se tituló de licenciada en Desarrollo y Gestión Interculturales, pero no lo hubiera logrado sin Yzma, su perrita guía.
Es una labrador retriever, irrenunciablemente atenta, de disposición incondicional y atractiva al tacto, pero a diferencia de una mascota, tiene la ineludible labor de pilotar a Karla Mariana por un camino seguro en una urbe de más de 20 millones de personas, y enfrentar los obstáculos que esto conlleva.
Consiguió ejercer la misión para la que fue entrenada en San Rafael, California, y por ello es parte esencial en este logro de la joven universitaria, quien sufre de baja visión.
Con su trabajo recepcional “Entornos educativos accesibles: buenas prácticas de inclusión en nivel superior a través de la cooperación internacional con enfoque intercultural de estudiantes con discapacidad”, Escobar Magallanes buscó aportar un granito de arena. “Creo que hace falta mucho en nuestro país, porque se deben tener iniciativas que permitan que las personas con discapacidad alcancen todos sus objetivos”.
Hay muchas tesis que hablan del tema de accesibilidad en el entorno educativo y han desarrollado prácticas especializadas para su implementación; sin embargo, el objetivo de la universitaria fue resaltar la importancia de incorporar aportaciones internacionales y el intercambio de buenas prácticas de inclusión entre estudiantes con discapacidad, desde la perspectiva de interculturalidad, igualdad y no discriminación.
“Al final propongo una guía de buenas prácticas para ser aplicadas en la Universidad, mismas que identifiqué por medio de la participación y voces de los mismos estudiantes con discapacidad.”
Retos
Karla Mariana tiene retinosis pigmentaria, condición que le fue diagnosticada a los 15 años de edad; 12 años después ha impactado en su visión nocturna y periférica, pero eso no le ha impedido emprender una vida extraordinaria.
“Una persona con baja visión por retinosis conserva la visión central en mayor o menor grado, lo que le permite hacer diversas actividades cotidianas, pero se limita el desplazamiento.”
En estas carencias Yzma ha representado un equilibrio; aunque un perro guía no está entrenado para identificar colores en los semáforos, su papel es indicar por dónde es seguro caminar, cruzar calles, encontrar esquinas, banquetas y evitar pasar por barreras como coladeras destapadas, agujeros en la calle, puestos ambulantes o autos mal estacionados.
Mariana e Yzma están juntas desde julio de 2016. “Ese primer año realicé mis prácticas, mi servicio social, y fui asistente de profesor en mi licenciatura. En ese tiempo estudiantes de otras generaciones y de otras carreras la conocieron”.
Mariana laboró en el Consejo Nacional para el Desarrollo e Inclusión de las Personas con Discapacidad, y en esa etapa se percató de lo primordial de trasladar y reforzar el tema de los derechos de los usuarios de perros de servicio en diferentes espacios de diálogo público, e involucrar a diferentes entidades de gobierno, a empresas, organizaciones de la sociedad civil y a personas con discapacidad.