Están rompiendo con imposiciones patriarcales: Gabriela Gutiérrez

Ser mujer sin ser madre, desafío para las mexicanas

En México, país donde la maternidad ha sido tradicionalmente vista como un pilar de la identidad femenina, un creciente número de mujeres está desafiando estas normas establecidas al elegir no tener hijos.

Esa tendencia, lejos de ser un simple fenómeno individual, refleja un cambio profundo en la conciencia colectiva y una resistencia política frente a las estructuras patriarcales que han dominado la vida de las mujeres durante siglos.

Gabriela Gutiérrez Mendoza, jefa de la Unidad de Educación y Extensión para la Igualdad de la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU) de la UNAM, ofrece una visión detallada y crítica de este fenómeno desde su experiencia y contacto con mujeres jóvenes.

Una decisión económica, pero también política

La decisión de no ser madre, explica Gutiérrez Mendoza, está en gran medida influida por las condiciones económicas adversas que enfrentan las jóvenes en la actualidad. Muchas, a pesar de tener una educación superior, se encuentran con un mercado laboral que no ofrece salarios dignos ni estabilidad suficiente.

Ese panorama no sólo dificulta la posibilidad de mantener una vida autónoma y digna, sino que también las lleva a cuestionar seriamente la viabilidad de asumir la responsabilidad de otra vida. La imposibilidad de acceder a una vivienda propia o sostenerse económicamente de forma independiente ha hecho que muchas prioricen su bienestar personal en lugar de seguir el camino tradicional de la maternidad.

Pero esa decisión no se reduce a una cuestión económica. Para muchas, elegir no ser madres es un acto profundamente político. Es una forma de resistir las expectativas sociales que han impuesto la maternidad como el centro de la vida femenina.

El impacto de la salud mental y la lucha contra el estigma

Otro aspecto crucial que destaca Gutiérrez Mendoza es la creciente conciencia sobre la salud mental y emocional entre las generaciones más jóvenes. “A diferencia de las anteriores, que a menudo evitaban hablar de temas como ansiedad o estrés, las jóvenes de hoy están mucho más abiertas a discutir estos problemas y considerarlos como factores determinantes en sus decisiones de vida”. En este contexto, pueden estar motivadas por la preocupación de no poder dar el cuidado y la atención que un hijo necesita, si ni siquiera se sienten capaces de cuidarse a sí mismas adecuadamente.

Esta nueva forma de pensar también está impulsada por una mayor comprensión de los retos emocionales y psicológicos que implica la maternidad. Muchas jóvenes son conscientes de que traer un hijo al mundo requiere un compromiso económico y una enorme inversión emocional y mental.

Resistencia feminista frente a la opresión de los hombres

La elección de no maternar también debe entenderse como una forma de resistencia feminista frente a un sistema patriarcal que ha relegado históricamente a las mujeres a roles subordinados. Gutiérrez Mendoza destaca que muchas jóvenes ven la maternidad tradicional como una trampa que las obliga a sacrificar su autonomía y su desarrollo personal en favor de un papel que no siempre eligen libremente. La falta de apoyo institucional para las madres trabajadoras, junto con la persistente discriminación que enfrentan en el ámbito laboral, refuerza esta percepción.

Un ejemplo claro de esta resistencia es la creciente crítica a las paternidades ausentes. Estas jóvenes no sólo reconocen el daño que causa la falta de una paternidad responsable, sino que también están dispuestas a romper con este ciclo de abuso y abandono al decidir no ser madres.

Además, la resistencia feminista se manifiesta en la negativa de muchas a aceptar los roles tradicionales de género que los hombres, a menudo, intentan imponer.

Un discurso mediático que refuerza la tradición

A pesar de estos cambios en la conciencia colectiva, Gutiérrez Mendoza observa que los medios de comunicación en México continúan reforzando la visión tradicional de la familia. Incluso en representaciones de parejas del mismo sexo, el papel de la madre cuidadora sigue siendo central, lo que perpetúa la idea de que el valor de una mujer está ligado a su capacidad para cuidar de otros.

Ese discurso mediático ambiguo representa un reto significativo para las mujeres que buscan redefinir sus vidas fuera de los moldes establecidos. Por un lado, se les dice que tienen la libertad de elegir su camino y, por otro, se les presiona para que sigan cumpliendo con las expectativas tradicionales de la maternidad y el cuidado. Esta contradicción crea un entorno en el que quienes eligen no ser madres son vistas como egoístas o irresponsables.

La urgencia de un cambio estructural

Para Gutiérrez Mendoza, la solución a esta tensión no puede encontrarse simplemente en cambios individuales, sino que requiere una transformación estructural en la sociedad. Ellas necesitan un entorno que les permita tomar decisiones verdaderamente libres sobre sus cuerpos y vidas sin la presión de cumplir con expectativas sociales consideradas obsoletas. Esto implica mejorar las condiciones económicas para las mujeres y proporcionar apoyo institucional sólido que les permita desarrollar proyectos de vida que no estén limitados por el ejercicio de la maternidad.

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