Saldos del Mundial Femenil 2023

“Si gana una, ganamos todas”

El triunfo de la selección española está dedicado a las niñas que hoy tienen de referente a mujeres empoderadas, fuertes y sororas

Foto: Reuters.

Como nos ha enseñado el feminismo, cuando gana una ganamos todas. El triunfo de la selección española en el Campeonato Mundial de Futbol Femenil es el de millones de mujeres en el mundo. De miles a las que acusaron de “marimachas” por querer jugar futbol (como si serlo fuera algo negativo); a las que no les permitían correr en el patio de la escuela, a las que manoseaban si se metían a jugar.

Es el triunfo de aquellas que han abierto brecha para que hoy las jóvenes puedan elegir, libremente, hacer lo que deseen en el deporte, en el arte, en la ciencia, en la cultura, con su cuerpo y con su vida. Es la victoria dedicada a las niñas que hoy tienen de referente a mujeres empoderadas, fuertes y sororas como ejemplo. Hoy celebramos este Mundial y el triunfo de la selección femenil española que es también de todas.

El Mundial de Futbol Femenil es una pedagogía que nos enseña de empoderamiento e igualdad, arrebata el sexismo de la cámara que, en vez de centrar la lente en el busto y caderas de las jugadoras, nos muestra jugadas perfectas y sororidad.

Una vez finalizados los partidos en todas las ocasiones observamos imágenes de las jugadoras del equipo ganador abrazando y levantando del piso a aquellas que no corrieron con la misma suerte. El Mundial representa derechos indiscutibles ganados por el sudor de campeonas, por sus corporalidades y musculaturas atléticas.

Es también un ejemplo de fair play. En cada justa podemos encontrar cuidado, afectos y un gran respeto por la rival que, ante todo, es tratada como igual.

En esta contienda hemos llegado a las exigencias del ethos deportivo, tan anhelado a lo largo de toda la historia del deporte, pero también a la expresión de la denuncia que busca dignificarse y se sostiene en redes de cuidado cuando, por ejemplo, Sinead Farrely rompe el silencio para hablar de cómo ha lidiado con la experiencia de ser una, entre muchas, sobreviviente de violencia sexual en el deporte, y cómo ahora se integra a las filas de la selección de Irlanda para hacer historia.

El Mundial de Australia y Nueva Zelanda tiene un fuerte componente nostálgico porque se trata del último para jugadoras como la canadiense Cristine Sinclair, máxima goleadora de todos los tiempos con selecciones nacionales (tanto en rama femenil como varonil); para la estadunidense Megan Rapinoe, icono fundamental de las disidencias sexogenéricas dentro del futbol; para la brasileña Marta Viera, quien se despidió diciendo: “Hoy salgo a la calle y me paran, nos dicen: ‘Mi hija te adora, quiere ser como tú’. Hoy tenemos nuestras propias referentes y eso no hubiera pasado si nos hubiéramos parado en los primeros obstáculos”.

Las futbolistas y su influencia fuera de las canchas también han sido fundamentales, en eso se resume la importancia de esta copa. Son futbolistas en la cancha, perfección en su juego día a día, y además muchas de ellas hacen activismo afuera, luchando por las que vienen y colocando las bases para un deporte más igualitario frente a las condiciones con las que cuentan las selecciones de sus compañeros futbolistas hombres.

Tal fue el caso de la acción emprendida en colectivo en octubre de 2022, donde, de cara al Mundial, 150 futbolistas profesionales de 25 países firmaron una carta que exigía medidas para fomentar la igualdad y un trato equitativo, dirigida a la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA).

A partir de esa carta y como resultado de las negociaciones entre la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPRO) y los sindicatos que la componen, con la FIFA se alcanzaron condiciones como el pago basado en el rendimiento. De esta forma, lo mínimo que las jugadoras ganarán serán 30,000 dólares estadunidenses. Mientras que las del equipo campeón recibirán 270,000 dólares cada una. Es decir, las mismas condiciones otorgadas a sus pares hombres en Qatar 2022. Esto a partir de observar diferencias abismales, como lo recibido en el pasado Mundial Femenil 2019, donde la FIFA destinó un fondo de sólo 30 millones de dólares, frente a los 440 millones de la rama varonil.

Por otro lado, la negociación permitió igualar las condiciones y niveles de servicio a los ofrecidos en el Mundial varonil, en relación con el tamaño de las delegaciones, los vuelos internacionales, el alojamiento y la implementación de lugares de concentración de los equipos, además de la igualdad en reglamentos. El acuerdo busca proteger estos compromisos en el futuro, y sienta un precedente que es también un legado para las futbolistas que están por venir.

Además de las desigualdades de género mencionadas, se encuentran múltiples desequilibrios económicos y estructurales que envuelven al futbol femenil a nivel mundial. Como muestra de ello, la FIFPRO publicó el “Informe de la carga de trabajo camino hacia la Copa Mundial Femenil de la FIFA 2023”, que incluye un análisis de la cantidad de minutos jugados los últimos 10 meses previos al Mundial por los 32 países invitados.

A la cabeza, con más de 60,000 minutos jugados, se encuentran Inglaterra y España, los dos países que llegaron a la final, los cuales además duplican en minutos jugados a otros como Jamaica, Haití y Filipinas.

En el caso de España, la selección triunfadora de esta disputa, destaca FIFPRO como ventajas el número de contiendas jugadas previas al Mundial, así como que esta nación cuenta con una amplia liga nacional y que la mayoría de sus futbolistas juegan dentro de su propio país.

Para revertir estas desigualdades, la Federación propone que las confederaciones impulsen más torneos internacionales y el crecimiento de las ligas nacionales, ya que en la actualidad suelen tener menos equipos que las masculinas, y, finalmente, competencias de clasificación independientes a la Copa Mundial, ya que actualmente la UEFA, confederación europea, es la única región con una contienda independiente.

El pasado 20 de agosto finalizó el Mundial, y hacemos un llamado a seguir a nuestras referentes y los valores que resignifican dentro y fuera de la cancha, tales como la sororidad, el trabajo en colectivo para mejorar condiciones laborales, el cuidado de la salud mental, y el respeto a las disidencias sexogenéricas y a las familias lesbomaternales.

El legado de este Mundial es grande y profundo: encontramos desde historias de vida que sirven de inspiración para más de una persona, como el caso de Linda Caicedo, sobreviviente de cáncer de ovario a los 15 años y cuyo gol histórico le dio a Colombia el pase a los cuartos de final tras enfrentar a Alemania, hasta acciones como las del gobierno australiano, que anunció la promoción de un programa de 200 millones de dólares para impulsar el futbol femenil a partir del desempeño de Las Matildas, su selección, quienes inspiraron a toda una nación.

Como dice la comunicadora Xoch Neria: el futbol es un instrumento de las mujeres para participar en esta sociedad, que nos debía este lugar históricamente.

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