¿Si no somos dueños de nuestra propia vida, de qué somos dueños?
En su etimología, eutanasia significa buena muerte. Viene de la raíz griega eu, bueno, y thanatos, morir. Para Paulina Rivero Weber, una buena muerte es un privilegio y debería ser un derecho humano, algo a lo que se puede acceder; aunque tampoco es obligatorio, pues para muchos grupos que se oponen a este procedimiento, el hecho que se legisle les produce miedo de que más gente la pida y llegue el momento en que se quieran morir solamente porque creen sufrir mucho. “Lo primero que tenemos que resaltar es que la eutanasia es voluntaria”, señala.
La profesora e investigadora de la Facultad de Filosofía comenta: “Nadie quiere morirse; sin embargo, quien lo desee está en su derecho. Este miedo a la eutanasia es injustificado pues se trata de un procedimiento médico muy acotado que debe cumplir ciertas características. En primer lugar, es un acto médico; dos, se hace a petición expresa de un paciente enfermo, y tres, este último tiene un estado de dolor y sufrimiento irremediable. No puede haber una pendiente resbaladiza en la cual cualquier joven decepcionado dijera: ‘quiero la eutanasia’. En muchos de los países en los que está legislada, cuando el paciente pide la intervención se corrobora, se hacen evaluaciones psiquiátricas para mostrar que no se trata de una depresión común, se comprueba con un médico ajeno al paciente que en verdad está en una situación que ya no tiene remedio”.
La moral y las creencias religiosas
“En gran parte se parece al aborto –comenta Rivero Weber– y es curioso que el inicio y el final de la vida sean tan polémicos. Con todo respeto y sin afán de ofender a nadie, las creencias religiosas han desempeñado un papel muy importante en ambos puntos. Éstas me parecen respetables, y lo único que tengo contra ellas es que se pretendan imponer a la sociedad. Son personales y no se puede gobernar con creencias religiosas.”
Entender la muerte y rechazar el sufrimiento
Para Rivero Weber “pareciera ser que nos resistimos a todo lo que tenga que ver con la muerte porque nadie se quiere morir; esta es la realidad. Nos gusta estar vivos, pero tenemos que asumir que somos seres mortales y debemos enfrentar que algún día vamos a morir. Tenemos que dedicar muchos esfuerzos a que la gente entienda qué es la eutanasia, pues muchas veces se confunde con la muerte digna. No, no es lo mismo; es un concepto muy ambiguo. La dignidad es un concepto completamente relativo a la sociedad en la que se emplea.”
Cuando al paciente sólo le queda una vida de sufrimiento “quizá ya llegó el momento en que todos comprendamos que, por ejemplo, una persona de 80 años a quien sólo le queda sufrir, que las medicinas ya no le quitan el dolor, tiene todo el derecho de descansar. Es una crueldad mantenerlo vivo a la fuerza porque mis creencias dicen que no es dueña o dueño de su vida”.
El sufrimiento, físico o psíquico
La eutanasia se puede pedir cuando hay sufrimiento físico o psíquico. “Desde mi perspectiva no hay línea mientras sea un sufrimiento que ya no tiene remedio. Cualquiera está en todo su derecho de decir que no quiere vivir así o de enfrentar lo que le queda de vida con ese sufrimiento irremediable. Hay enfermedades psiquiátricas tremendas en las que ya se ha desbordado el dolor, que no puede ser controlado ni aliviado con fármacos, y se está condenado a vivir en la locura y en el sufrimiento. No es un suicidio porque se esté decepcionado de la vida. Es una decisión racional a la cual todos tenemos derecho. ¿Si no somos dueños de nuestra propia vida, de qué somos dueños?”
Incongruencia ante el fallecimiento
Los mexicanos nos jactamos de no temer a la muerte, nuestras canciones más rancheras también la retan; pero no hacemos nuestra voluntad anticipada ni apoyamos la moción de la eutanasia. “Es completamente contradictorio, todos los países tienen su forma de celebrar o conmemorar la muerte. En el nuestro es desbocada y hay lugares donde es maravillosa. Me parecería sano que en el fondo aceptáramos que le tenemos temor y aún así sobrepasarlo yendo más allá de la canción o del disfraz haciendo nuestra voluntad anticipada. Es aceptar que se le teme que va a llegar porque no hay de otra. Como dice Heidegger: es la única posibilidad, la única que todos tenemos asegurada en la vida”, finaliza.