Fue organizado por la sede UNAM-Boston
Simposio internacional sobre el papel de la IA en la traducción académica
Se habló del uso ético de las nuevas tecnologías, como etiquetar aquellos textos que hayan sido trabajados de modo digital
Boston, Massachusetts.– En los últimos años la inteligencia artificial (IA) ha cobrado una importancia sin precedentes en todos los campos del conocimiento. Desde la medicina hasta las ciencias sociales, la IA ha demostrado ser una herramienta revolucionaria. El campo de la traducción no es una excepción. Con este contexto, la sede UNAM-Boston (Centro de Estudios Mexicanos) organizó un evento académico titulado Traducción e Inteligencia Artificial. Perspectivas desde la academia y la práctica profesional, que se llevó a cabo de manera híbrida en la Universidad de Harvard, en colaboración con la representación del Instituto Cervantes alojada en dicha casa de estudios.
Javier Laguna, director de UNAM-Boston, destacó la relevancia actual de la IA en la traducción, y subrayó la necesidad de continuar investigando y desarrollando esta tecnología. “A medida que la IA evoluciona, se vuelve una herramienta cada vez más indispensable, contribuyendo a hacer más eficientes las tareas humanas en todos los campos, incluyendo la traducción”.
Por la UNAM se contó con la participación Christof Sulzer, responsable de la licenciatura en Traducción de la Sede en San Miguel de Allende, mientras que por la UNAM-Chicago participó Érika Erdely, secretaria académica de la sede. Ambos compartieron sus investigaciones y experiencias con académicos locales y público en general sobre cómo la IA está redefiniendo el proceso de traducción. Además, se contó con la colaboración de Nayelli Castro, directora del Departamento de Estudios Latinoamericanos e Ibéricos de la Universidad de Massachusetts Boston, quien fungió como moderadora.
Érika Erdely comentó: “Debemos considerar la necesidad de etiquetar los textos que hayan sido traducidos con inteligencia artificial, así como hemos hecho con los alimentos genéticamente modificados. Es una responsabilidad ética. Veremos un incremento en la desconfianza en lo que se publica, ya sea en forma de texto o audiovisuales. Quién mejor que las universidades para validar contenidos, informar a la comunidad sobre el buen uso de las herramientas de IA y alertar de sus peligros. En algunos casos la IA ayuda, pues nos ahorra tiempo; en otros estorba, ya que inhibe la creatividad; y en otros más es peligrosa, cuando divulga información confidencial”.
Por su parte, Christof Sulzer consideró: “Ante la inminente integración de la IA en la industria de la traducción, es necesario impulsar una reflexión sobre el uso ético de las nuevas tecnologías, considerando sus limitaciones, como la falta de conciencia contextual, además de los riesgos asociados, entre ellos la transparencia, la confidencialidad y el posible sesgo de los algoritmos. En la formación de traductores resulta importante no prohibir el uso de la IA, sino enseñar su historia, evolución y funcionamiento. De este modo se pueden señalar las oportunidades que éste brinda durante el proceso de traducción, integrando en la práctica profesional las herramientas que prevén un empleo responsable”.
De igual manera, “es importante recordar que existen competencias traductoras inherentemente humanas, como el pensamiento crítico, la curiosidad intelectual, la creatividad, la inteligencia emocional y la empatía. Estas habilidades no desaparecerán y deben seguir siendo un pilar en la enseñanza de la traducción”.
Finalmente, Nayelli Castro recordó que los traductores se han servido de diferentes tecnologías desde mucho antes de la irrupción de la inteligencia artificial, tales como memorias de traducción, corpus, diccionarios digitales, procesadores de texto… “De modo que la reflexión crítica sobre su uso no es nueva y muy recientemente se ha actualizado para abordar las preocupaciones acerca de la interacción de la traducción humana con aquella producida por la IA. A partir de dicha reflexión podemos matizar muchas de las afirmaciones apresuradas y de dudoso fundamento sobre el reemplazo de los traductores humanos por las herramientas que ahora están al alcance de todos”.
En realidad, dijo, “hay que recordar que no hay tal reemplazo porque apenas unas 100 lenguas, de las más de 7,000 que tenemos documentadas, tienen presencia digital y pueden, por ende, alimentar las herramientas de traducción automática neuronal en distintas medidas. También debemos tomar en cuenta que la producción traductora de estas herramientas no es completamente artificial: los datos que la hacen posible son producto del esfuerzo y la creatividad de traductores humanos, cuyo trabajo ha sido absorbido de maneras éticamente dudosas por las empresas que controlan los chatbots de traducción”.
Por último, agregó, “sin ánimo de agotar el debate, podemos hacer un pronóstico positivo para los traductores humanos, quienes al intervenir en la curaduría de datos y el diseño de algoritmos tienen un papel muy positivo en la aplicación de estas herramientas en la difusión y el acceso a la información, pero también para la revitalización de lenguas minorizadas”.