En un mundo que no es el mejor de los posibles “cada quien debe cultivar su huerta”, aconsejaba Voltaire al final de Cándido, novela insignia de la Ilustración francesa. Casi tres siglos después, el personal de Universum nos recomienda lo mismo: en medio de la crisis económica, alimentaria, ambiental y pospandémica que vivimos, lo más recomendable es plantar un huerto, ya sea en nuestro balcón o azotea.
“La ventaja es que ahora podemos pedirle ayuda a la inteligencia artificial (IA)”, señala Claudia Hernández García, subdirectora del también llamado Museo de las Ciencias, en cuyo patio trasero –y junto a la casa sustentable que en 2014 hizo ganar a la UNAM el Decatlón Solar de Europa– se instaló un sembradío de hortalizas monitoreado por software que, de manera constante, envía información a la nube.
Ese proyecto, cuyo nombre oficial es Huerto Urbano Interactivo (HUI), fue desarrollado junto con Microsoft y consta de 30 contenedores rellenos de un sustrato especial donde, en medio del revolotear de mariposas y el zumbido de una que otra libélula, crecen una treintena de frutos, hierbas de olor, plantas medicinales y legumbres.
“Contamos con una serie de sensores insertos en la tierra que nos alertan sobre las necesidades de cada cultivo, así como con cámaras que monitorean el crecimiento de las hortalizas. Las cosechas son frecuentes y lo producido lo repartimos entre becarios, trabajadores y el público que tenga el buen tino de venir en un día de recolección”.
Una de esos visitantes es la señora Araceli Mancilla, cabeza de una familia de cinco y quien a últimos meses ha sentido que se le dificulta completar para el mandado. “Todo está más caro: la papa, el tomate, la cebolla. Sembrar yo misma estos alimentos no es mala idea”.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en los últimos 12 meses los comestibles han registrado un alza de 12.09 por ciento, situación preocupante en un país como México donde las familias más pobres dedican hasta 50 por ciento de sus ingresos a la adquisición de una canasta básica. Ante este escenario, en el Museo de las Ciencias de la UNAM consideran que apostarle a los cultivos domésticos es una buena estrategia para sobrellevar las turbulencias del mercado y, de paso, ahorrar un poco.
La señora Mancilla aprovechó las vacaciones para llevar a sus hijos a Universum con la intención de que vieran en acción aquellos conceptos de física y química aprendidos en la escuela. Lo que no esperaba era recibir una lección de economía familiar ni que le mostraran cómo llevar alimentos más baratos y de mayor calidad a su mesa.
Tener una huerta en casa representa únicamente ventajas y no sólo desde el punto de vista económico, sino ecológico, apunta por su parte la subdirectora Claudia Hernández. “Si fuesen un óleo, nuestras ciudades serían una gran plasta de gris salpicadas por pequeñas motas de verde. En este símil, los huertos urbanos son oasis para, por ejemplo, las abejas, que encuentran ahí un lugar en donde descansar, colectar néctar, tomar agua y recuperar fuerzas para seguir su camino”.
Si bien el HUI de Universum cuenta con tecnología de punta, los anfitriones del museo explican a su público la manera de sustituir toda esta tecnología en sus domicilios con un celular y un par de aplicaciones iOS o Android. “Lo que hacemos aquí al conectarnos a la nube un usuario normal lo puede lograr al subir instantáneas de sus vegetales a dichas aplicaciones para que la IA les diga qué hacer según el color y forma de lo fotografiado. Tener un huerto en el hogar es fácil; no hace falta invertir mucho, pero sí dedicarle algo de tiempo y sobre todo, muchas ganas”.
Con este proyecto, el personal universitario busca dar a conocer las muchas ventajas de cultivar para uno mismo y, tras escuchar las explicaciones, la señora Araceli Mancilla se declara una convencida. “Siempre he tenido buena mano para las plantas, pero para ésas con flores. Vamos a ver cómo me va ahora con los jitomates y las acelgas”.
Con miras al futuro
Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid titulado “Historia de los huertos urbanos”, señala: “Los momentos de mayor auge de la agricultura en las urbes están ligados a crisis económicas y energéticas que obligan a recurrir a ella para asegurar el autoabastecimiento”.
Por ello, no extraña que desde hace tiempo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura promueva este tipo de cultivos aduciendo sus múltiples virtudes, como que –debido a la optimización de los procesos– un metro cuadrado de huerta citadina es capaz de producir hasta 20 kilogramos de vegetales al año, es decir, hasta 15 veces más de lo que suele recolectarse en fincas rurales.
Esta eficiencia, aunada a la ventaja de que los alimentos no deben ser transportados desde lejos, han hecho que en tiempos tan convulsos como los de la Segunda Guerra Mundial se hayan impulsado los llamados Victory Gardens, es decir, huertos urbanos que lograron tan buenos resultado que se calcula que, durante ese altercado bélico, las dos quintas partes de todas las frutas y verduras consumidas en los Estados Unidos crecieron en algún recinto doméstico.
No cabe duda de que, como en ese entonces, hoy atravesamos tiempos complejos, apunta la subdirectora de Universum, Claudia Hernández. “Apenas salíamos de un confinamiento que interrumpió las líneas de producción cuando se dio una guerra en Ucrania que entorpeció la distribución de alimentos a nivel global, además de que el cambio climático no hace más que agravarse con cada año que pasa”.
En junio de 2022, el Fondo Monetario Internacional publicó el artículo “War fuels food crisis”, en el que tras advertir que Ucrania y Rusia, juntas, proveen 12 por ciento de todas las calorías comercializadas en el mundo, anticipa que la confluencia de tantas crisis dará pie a una nueva: la hambruna.
Voltaire publicó su Cándido en enero de 1759, en respuesta a doctrinas como la de Leibniz que aseguraban: “Vivimos en el mejor de los mundos posibles”. El filósofo francés no podía estar de acuerdo con tal máxima tras constatar que la guerra, las enfermedades y la miseria eran parte de su día a día, tal y como ahora, por lo que su consejo para afrontar tiempos inciertos mantiene la misma vigencia que tenía en ese entonces: ante lo difícil que viene “cada quien debe cultivar su huerto”.