Clínica Marisela Escobedo, del CIEG
Trabaja la UNAM en litigios con enfoque de género
Esta labor se encuentra integrada al proyecto Mujeres en Espiral; busca que no se reproduzca la violencia de género en la toma de decisiones judiciales
Reconocer y combatir relaciones asimétricas en juicios legales, marcados por la violencia de género, apartar el enfoque de justicia racista y clasista, que sanciona a las mujeres más vulnerables de nuestro país, es uno de los objetivos de la Clínica de Justicia y Género Marisela Escobedo, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).
La clínica, integrada al proyecto “Mujeres en Espiral. Sistema de justicia, perspectiva de género y pedagogías en resistencia”, de la UNAM, alcanzó uno de sus logros, tras ocho años de trabajo y con alrededor de 200 personas involucradas, con la excarcelación de Ana Karen Contreras Gutiérrez.
“Ella puso su libertad en nuestras manos, creyó en nuestro trabajo, incluso fue ella misma la que nos impulsó para buscar que se juzgue con perspectiva de género”, indicó Gladys Fabiola Morales Ramírez, directora de la clínica.
Eso, agregó, se ha traducido como una metodología para analizar otros casos y que no se reproduzca la violencia de género en la toma de decisiones judiciales, que se transforme en una situación de oficio para que impacte a todos los juzgadores en México.
La violencia estructural continúa en los tribunales, se propaga día a día, incluso puedes ser víctima o victimario de este sistema, y tú decides si reproduces o erradicas estas violencias. “Karen se enfrentó de manera franca a este sistema. Cuando la visitaba en Santa Martha me preguntaban si contaba con cédula profesional, llegaron a ofrecerme ayuda para ‘un trabajo más adecuado’, y refrendé que sigue siendo un espacio masculinizado y patriarcal. Esto me llevó a reflexionar sobre la práctica de la sororidad, porque no se puede defender a alguien que no respetas”, destacó.
Al intervenir en el conversatorio virtual, Juzgar con Perspectiva de Género. Reflexiones a Partir del Caso Karen, convocado por el CIEG, Luis Alberto Muñoz López, también integrante de la clínica y abogado egresado de la Facultad de Derecho, dijo que el mérito no es sólo haber alcanzado el fin, sino haberlo hecho con perspectiva de género.
“La justicia no puede ser ciega. Me preocupa que desafortunadamente muchas mujeres estén en la cárcel injustamente, y no cuenten con la posibilidad de tener toda esta movilización, fueron ocho años para que alguien mirara de nuevo este caso y se revisará”, subrayó.
Activismo académico
Ana Karen Contreras Gutiérrez fue ingresada al Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, justo el 10 de mayo de 2011, a los 23 años de edad, cuando su hija de apenas 15 meses había fallecido en un hospital a consecuencia de las agresiones de su expareja. Ella se enteró ya cautiva.
No sólo fue acusada de homicidio en razón del parentesco calificado y violación equiparada agravada en la modalidad de comisión por omisión, “por haber fallado en la obligación de proteger de las agresiones del padre, a su propia hija”, sino también de ser “mala madre”: Chacala, fue el tilde que recibió en prisión.
Karen se integró al proyecto Mujeres en Espiral de la UNAM, el cual es una “aula expandida” de esta casa de estudios, porque mediante una propuesta artísticopedagógica, con enfoque de género, no asistencialista, da acceso a la justicia de mujeres en reclusión.
Ahí, junto a otras “mujeres en espiral”, intervino de colores los muros de la prisión, pinto su Reloj y cromatizó los tubos del drenaje con algunas pinturas: la concepción, la maternidad y un autorretrato de amor.
“La primera vez que escuchamos a Karen narró un relato en voz baja sin mucha pausa, abordado sólo cronológicamente, porque la cárcel priva de la capacidad de articular”, rememoró Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del CIEG y de Mujeres en Espiral.
Recordó que le dijeron en el juzgado: “Si hubieras defendido a tu hija como te defiendes ahora, no estarías aquí”. Es como si las mujeres hubieran ofendido a la ley desde que aparecieron, porque quedan triplemente en las sombras.
“Y finalmente Karen pudo salir de la cárcel, por una universidad pública, por la presencia de dos abogadas, para eso creamos la clínica de justicia, para mejorar la práctica pedagógica y jurídica, la del litigio estratégico, para hacer un activismo académico en el mundo de la universidad, con miradas críticas hacia los destinos de las mujeres y sus vicisitudes”, concluyó.
El conversatorio fue moderado por Patricia Piñones Vázquez, del CIEG, quien, según un cálculo del proyecto, estimó que cada mujer en prisión en México gasta entre 500 mil y tres millones de pesos en entablar su defensa para excarcelarse, aunque en la mayoría de los casos no se concreta.