Necesaria para la vida desde lo individual hasta lo colectivo, compleja y transversal en su manejo, el agua es un elemento central que ha sido considerada en el punto seis de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, para garantizar su limpieza y saneamiento para todos.
Pero su manejo adecuado en la vida cotidiana enfrenta muchos problemas en los diferentes países, y garantizarla para la población en general es un reto constante en el que México trabaja como nación heterogénea, donde el recurso y la población tienen problemáticas distintas por regiones, afirmó Blanca Jiménez Cisneros, directora general de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
“En 2016 se listaron los riesgos más significativos para la humanidad en los siguientes 10 años, y la crisis del agua ocupó el primer lugar, con 39.8 por ciento del total, mientras que para 2020 la pandemia por la Covid-19 evidenció la importancia de tener acceso para el bienestar de la sociedad”, añadió.
Mujeres líderes por un mundo sustentable
La funcionaria e investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM participó en el ciclo de conferencias Mujeres Líderes por un Mundo Sustentable, organizado por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (CoUS) de esta casa de estudios y presentado por Ken Oyama Nakagawa, secretario de Desarrollo Institucional, y Alexandra Aguilar Bellamy, titular de la CoUS.
Con indicadores de México para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, Jiménez señaló que 64 por ciento de la población nacional tiene suministro de agua potable, mientras 87 por ciento utiliza servicios de saneamiento (es decir, está conectado a una red pública o fosa séptica y cuenta con sanitario exclusivo para su vivienda).
De acuerdo con estos datos, 49 por ciento de aguas residuales es tratada de manera adecuada y 53 por ciento de los cuerpos de agua tienen buena calidad.
El nivel de estrés hídrico es muy variable por regiones. Nacionalmente es de 47 por ciento y es muy alto en el norte, medio en el centro y bajo en el sur, de manera general. Treinta y nueve por ciento de la superficie está sujeta a arreglos transfronterizos, especialmente con Estados Unidos, aunque faltan acuerdos con Guatemala, reconoció.
Jiménez detalló que las funciones sustantivas de la Conagua son dotar de servicios en bloque de agua, drenaje y saneamiento a organismos reguladores y agricultores; lograr una administración ordenada y transparente del líquido para asegurar acceso a la población, a los sectores productivos y al ambiente; realizar monitoreo y protección a la población ante fenómenos hidrometeorológicos como sequías e inundaciones, y construir, mantener y operar la infraestructura hidráulica del país.
Para lograr esas funciones, el gobierno federal cuenta con su Programa Nacional Hídrico, con 244 órganos de participación ciudadana actualmente instalados y en operación.
“Si bien este tema es global y todo mundo opina, las soluciones de los problemas son locales. Es algo que hay que entender porque no debemos generalizar”, subrayó.
Atención a Covid-19
Respecto a la atención a la pandemia por la Covid-19, Cisneros informó que la Conagua participó en el monitoreo de 594 hospitales, vigilando su almacenamiento y desinfección de agua, logrando mejoras en 85 por ciento de ellos.
Apoyó a 759 hospitales fijos y ambulatorios con pronóstico climático e instaló mil siete estaciones para lavado de manos, las cuales estaban en espacios públicos y hospitales Covid-19.
La funcionaria calculó que 19 millones de personas de 30 estados fueron beneficiadas con subsidios emergentes para desinfección del agua, y que dos millones de gente vulnerable de 28 estados fue atendida por las brigadas de Protección a la Infraestructura y Atención a Emergencias.
En tanto, dos mil 130 puntos de abastecimiento del líquido fueron monitoreados en 21 estados y hubo mejoras en 248 de ellos, mientras un manual de desinfección fue traducido a 13 lenguas indígenas.