Tres sueños cumplidos

El futbol ya recompensó su esfuerzo y dedicación. Los sueños de Ana Mendoza se cumplieron en sólo un año: 2022, el más importante de su carrera. La defensa central de Pumas femenil consiguió tres de sus máximos anhelos, uno tras otro: disputó un Mundial con la selección mexicana, debutó en primera división y levantó un título.

A sus 17 años, la jugadora universitaria sabe que todavía puede lograr más, que su carrera apenas va empezando, y que con trabajo pronto llegarán nuevas metas, aun lejos de casa, con los colores azul y oro en el corazón.

“Este proceso ha sido positivo. Fue un año grandioso, cumplí tres sueños, tres cosas que anhelaba. Y sé que aún me faltan más por alcanzar. Uno de mis siguientes objetivos sería jugar, en algunos años, en un equipo de Europa, en el Barcelona. Además, disputar el Mundial con la sub- 20”, afirmó la zaguera.

Una lesión le abrió las puertas de Pumas, equipo con el que quiere seguir creciendo, sumar más títulos, consagrase en el balompié femenino nacional. Mendoza arribó a Cantera para el torneo Apertura 2021, en la sub-17, categoría con la que se formó y pulió su estilo como defensa central.

“Nunca pensé en jugar en Pumas, pero ahora que veo cómo es todo, estoy feliz de estar aquí, es un buen plantel. Me gustaría seguir un buen rato. Tuve una luxación de la rodilla, y para los gastos era un poco complicado para mis papás. Pumas me contactó y me dijeron que ellos me ayudarían con la rehabilitación, vine al tratamiento y me quedé.”

En aquel primer certamen con la categoría menor de Pumas, Ana únicamente disputó 358 minutos en cuatro juegos. Desde entonces su carrera ha ido en ascenso. En el Apertura 2022, el 15 de agosto, debutó con el primer equipo. Se mostró fuerte, sólida, supo manejar la presión.

“Siempre tenemos que jugar con la cabeza fría, porque es un trabajo muy fuerte. Te llegan a quitar el balón y eres la última. Sí es una presión, pero debemos manejarlo con sangre fría para que todo salga bien”, reconoció.

La zaguera auriazul disputó tres juegos en primera división, y luego llegó otro sueño: la convocatoria para el Mundial Sub-17 en la India. Para Mendoza portar los colores nacionales representó mucho orgullo, una felicidad inmensa y la renovación en su vida personal y profesional.

“Con ese Mundial ni yo me la creía, estaba muy feliz. El primer partido que jugamos, el del debut, estaba muy nerviosa y no podía creer que estaba ahí, pero fui muy feliz. Ese torneo me cambió. Nunca había jugado en un estadio lleno. Al ver tanta gente que gritaba, todo fue impresionante.”

Ana disputó los tres partidos del combinado nacional en la justa internacional: China, España y Colombia. Aunque la selección no consiguió el campeonato, el aprendizaje fue mucho. Esa experiencia fue vital para la sub-18.

“Venía jugando muy bien. Nosotras llegamos a darles lo que habíamos trabajado en el Mundial, a completarlas. Con la ayuda de ellas y la de nosotras, pudimos sacar el campeonato.”

La joven nacida en el Estado de México fue una pieza clave para el equipo de Jonathan Lazcano, ahora entrenador del primer equipo. Defendió como nunca su arco, frenó a cada una de sus rivales, y una gran recompensa fue anotar en su casa en la ida de la final ante América.

“Nunca me esperaba definir en el Olímpico, en una final y contra América. No me la creía, ese día fue único. Estuve muy feliz, fue mucha gente a verme. Meter un gol en el Olímpico estuvo muy padre”. La anotación de Ana significó el 2-0 de Pumas ante las Águilas en CU, que encaminó la goleada 4-0 del equipo universitario, que concluyó en el Estadio Azteca con el primer campeonato de la escuadra sub-18.

Los sacrificios han valido la pena para Ana. Esos momentos lejos de su familia ya tuvieron tres valiosas recompensas, las más importantes de su carrera. Ella sabe que cumplir sueños no es fácil, pero el trabajo duro siempre termina en felicidad. Sus anhelos ahora son más grandes y no parará hasta conseguirlos, con sangre fría, con la ilusión a tope.