Exposición de objetos nunca antes mostrados
Se descubre una dimensión más íntima de Rosario Castellanos
Las 124 piezas que se reúnen en la muestra se encuentran en la sala 21 del Colegio de San Ildefonso
Las preocupaciones de la obra de Rosario Castellanos y de su pensamiento se actualizan todos los días en nuestro país, como la situación de inferioridad de las mujeres y la violencia doméstica, hoy agravada por el hecho brutal de los feminicidios; al igual que los conflictos de los indígenas que viven en igualdad legal, pero no real, como denunció desde su juventud”, afirmó Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, en su discurso de apertura de la muestra Un cielo sin fronteras. Rosario Castellanos: archivo inédito, el pasado 23 de abril, Día Mundial del Libro.
La muestra, que rinde homenaje a una de las escritoras más relevantes de la literatura mexicana del siglo XX, puede ser visitada hasta el 25 de junio en el Colegio de San Ildefonso. Incluye fotografías de su infancia y adolescencia, de su hermano Mario Benjamín, prematuramente fallecido, de Herlinda Bolaños, nana de su hijo Gabriel, que le ayudó a desarrollar su labor literaria; algunas credenciales escolares, pasaportes, su máquina de escribir, sus lentes, y otros objetos que crean una mirada íntima nunca antes vista.
La exposición representa el inicio de una serie de actividades en honor del centenario del nacimiento de la escritora, académica y diplomática. Los objetos dan cuenta de cómo logró conjugar su producción literaria con una aguda interpretación de la sociedad mexicana, guiada por su interés en el feminismo, a través, por ejemplo, de la publicación regular de artículos en periódicos, en los que compartió las opiniones críticas y personales de los temas que preocupan a los mexicanos.
De esta manera, el visitante podrá descubrir una dimensión más íntima de Castellanos, a través de documentos, objetos personales y fotografías, así como las ediciones originales de sus libros, una selección de audios y diversos materiales audiovisuales, mismos que se encuentran en perfecto estado a pesar del paso del tiempo, gracias a que fueron conservados por su hijo, Gabriel Guerra Castellanos.
“La exposición destaca por su contenido nunca antes mostrado, pues incluye imágenes de una de las figuras más destacadas para la literatura del siglo XX mexicano. Ella fue una de las intelectuales de mayor calado que nuestro país ha dado al mundo. La muestra es un intento por reconstruir su inteligencia magnética, su deslumbrante y privilegiada ironía, así como la congruencia ejercida en el análisis de la realidad y de sí misma. Ella visitó el dolor sin intermediarios; se reía de estar ‘dada al catre’, dudaba de ser en realidad una escritora. Ella decía que ‘viajaba en tren en la más tercera de todas las clases’. Por todo ello, muchas gracias Rosario”, señaló Beltrán.
Gabriel Guerra Castellanos comentó: “Tanto su obra literaria como su mirada crítica crearon una radiografía de la sociedad mexicana en todas sus vertientes, tales como el patriarcado, los múltiples defectos de nuestros intelectuales, de los muchos claustros que se han creado en su entorno; de nuestra clase política, así como el papel que ocupan las mujeres indígenas, la mayoría de ellas aún viven en las condiciones señaladas por Rosario hace más de 50 años y siguen siendo dolorosamente vigentes como muestra del profundo estancamiento de la sociedad. Esto habla bien de Rosario Castellanos, pero no así del país”.
Las 124 piezas que se reúnen en la muestra se encuentran en la sala 21 del Colegio de San Ildefonso, y están organizadas en cuatro núcleos temáticos que abarcan su vida y pensamiento: “Su modo de ser río, de ser aire 1925–1938”, dedicado a su infancia y adolescencia en Chiapas. “Yo ya no espero, vivo 1939–1947”, que aborda su llegada a Ciudad de México en plena adolescencia, la amistad con Dolores Castro y su formación en la UNAM.
“Mujer de palabras 1948–1957”, se enfoca en los inicios profesionales, las colaboraciones en revistas y los primeros libros, y muestra a una autora con una identidad intelectual propia, con capacidades para la poesía y el ensayo, recursos que le ayudan a confrontar los estereotipos de género. La exposición cierra con “Ese relámpago momentáneo 1958–1974”, donde vemos a una Castellanos en plena madurez, que enfrenta las tensiones entre su vida personal y su desarrollo profesional como escritora, intelectual, catedrática, feminista y diplomática.
Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura del gobierno de México, señaló: “Estamos aquí, convocados por su máquina de escribir, aquella que se encuentra plasmada en el cartel para la exposición. A ella se suman objetos personales, todos desconocidos hasta hoy, como las imágenes de su padre, del tío o de la abuela, quienes convivieron con ella en la finca donde creció. Me pregunto si desde entonces Castellanos tuvo el sentido del humor con que vivió más adelante; si sería ella la misma niña irónica como lo fue con ella misma y con su abuela, así como con los personajes femeninos que habitan en sus textos. ‘Yo ya no espero, vivo’ es una frase del poema ‘Misterios gozosos’, escrito en plena adolescencia, justo cuando se encontraba a punto de comenzar a dar voz a los indígenas de Chiapas. Seguramente los hombres que la conocieron la criticaron, algo que no la detuvo. Por el contrario. Su obra por ello es más vigente que nunca”.
