Festival de Poesía. Las Lenguas de América
Un continente escrito con diversidad lingüística
Este evento fue organizado por el PUIC, en colaboración con otras instancias universitarias, y tuvo al agua como eje temático y contó con la participación de diez voces poéticas
La UNAM aclamó la diversidad y la sonoridad lingüística de América con esa larga tradición de voz viva que posee. El Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC), en colaboración con otras instancias universitarias convocó a la décima edición del Festival de Poesía. Las Lenguas de América. Carlos Montemayor, con el agua como eje temático y diez voces poéticas.
En la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario surcaron las plumas de la multiculturalidad, metáforas de las que integran las aves de nuestro escudo. Se escuchó la vírgula de la palabra, sonora, amorosa con todo el rigor estilístico, primero la evocación al etnólogo José del Val, enseguida continuó desde donde emerge el fonema y los vientos de bronce, el debut en el Festival de la banda de músicos de becarias y becarios del PUIC.
Antes, Carolina Sánchez García, directora de dicho Programa, recordó con palabras de Carlos Montemayor que el Festival nació en 2004 con el propósito de poner en plano de igualdad a los idiomas originarios del Abya Yala, (que en lengua kuna significa “tierra madura”, “tierra viva” o “tierra en florecimiento” y es sinónimo de América).
“Hemos logrado visibilizar la vitalidad de las lenguas originarias a través de la voz de 90 poetas del continente en 29 agrupaciones lingüísticas”, destacó.
Subrayados poéticos
“El sueño es una bruma, un mar inmenso donde navegan almas”, así lo tradujo del náhuatl, Natalio Hernández, quien evocó sus letras al Tlamatini Miguel León-Portilla, y enfatizó: “la poesía puede ayudarnos a vivir en paz con nosotros y con la madre Tierra”.
Continuó Louise Warren, poeta canadiense con la guturalidad de la lengua francesa: “piel de las piedras, palabras de paja…”; Juventino Gutiérrez Gómez en lengua ayuuk (mixe), fraseó: “mi madre tierna hoguera”, y evocó su infancia con “el columpio donde colgábamos nuestras carcajadas”.
Vino la escritora brasileña Mariana Ianelli, quien, con la voz esmeralda del portugués, pronunció: “llámame América, tu América”, “vemos con nuestros corazones de fuego”, “¿estamos girando o es el paisaje en movimiento?”; desde Colombia, Fredy Chicangana (Wiñay Mallki), declamó frases como las siguientes: “soy el hermano del viento enamorado de la vida, soy el hijo de vapor y el vuelo sobre las montañas…”.
Grandes emociones
La ovación más sentida, quizá, fue para Enriqueta Lunez Pérez de San Juan Chamula, Chiapas, bajo la Lengua bats´i k´op (tsotsil), parecía compartir su soliloquio, el corazón está emocionado, dijo, y atajó: “este texto sólo va en español y va dedicado a Jesús Ángel Ochoa Zazueta”:
“Nadie reconocerá tu voz en mi boca/tu mirada en mis ojos/construiré con mis manos la Babel que soñaste/levantaré mi voz sobre los cerros y reclamaré justicia…”, mencionó con la voz quebrada, antes de irse en llanto.
Llegó el turno de Nadia López García en lengua tu´un savi, quien llenó de aplausos y vítores la sala por ser de casa: exbecaria del PUIC, egresada de Pedagogía y alumna de Derecho: “¿por qué lloras tanto ma’?, y ella me decía, así sin dejar de llorar: porque nosotras tenemos ríos adentro y a veces se nos salen, tus ríos aún no crecen, pero pronto lo harán; ahora lo comprendo todo, ahora tengo ríos en mí y en mis ojos”.
Más adelante, a Sara Uribe le correspondió enaltecer la poesía en español: “hacer del cuerpo un texto, “textificar” un cuerpo, mi cuerpo escribe en formas que no entiendo”; antes, Natalia Toledo, “la niña de los Nenúfares”, quien se duplicó para conducir (por séptima vez al hilo el Festival), ahora a dos voces con el poeta Mardonio Carballo, e intervenir con letras en zapoteco (lengua nube), recordó la ayuda que la UNAM, a través de su acopio, brindó a Juchitán, Oaxaca en los sismos de 2017.
Por momentos con los brazos atrás, para quizá impulsar las palabras, leyó textos para su hija Rocío, su padre Francisco Toledo y su madre Olga: “¿en dónde estás ahora?, te extraño mientras mis ojos abrazan montañas lejanas, ¿tomarás chocolate mientras te llamo?, ¿es cierto que jamás te volveré a ver?, si la muerte me soñara, le pido que me sueñe contigo…”.
El cierre vino a cargo de Briceida Cuevas en lengua maayat´ann: “que entre otras frases afianzó: “la hipocresía se santigua”, el rencor reza, se mastica los labios, la mentira se postra, suavemente se da golpes de pecho, la vanidad tiene en las manos tantas velas…”.