Un vistazo a cuatro propuestas de la sección Ahora México
Estos documentales de producción nacional competirán por el Puma de Plata en el FICUNAM
El cine que provoca se dará cita una vez más en las pantallas del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), del 1 al 11 de junio. En la decimotercera edición del encuentro cinematográfico, ocho documentales producidos en nuestro país intentarán llevarse a casa el Puma de Plata, máximo premio que se entrega en la sección Ahora México.
Dicha sección busca películas capaces de potenciar la lectura colectiva de lo mexicano desde lo cinematográfico más audaz y propositivo. A continuación, los invitamos a conocer cuatro de sus propuestas.
Sobre Pedro Friedeberg
A lo largo de ocho años, tal vez un poco más, Liora Spilk Bialostozky siguió por el mundo al italiano Pedro Friedeberg, artista, diseñador y figura clave de la plástica mexicana durante las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado gracias a sus creaciones surrealistas. El resultado de ese encuentro es retratado en el documental Pedro, ópera prima de su directora.
“Pedro es mi artista favorito desde que tengo recuerdos”, confesó Spilk Bialostozky, y añadió que ésta fue la razón que la llevó a iniciar el proyecto: “mi abuela tenía un cuadro de él en su casa, que para mí era hipnotizante y siempre fue algo en mi imaginario”.
La realizadora comenta que los orígenes de su proyecto documental se pueden rastrear en la UNAM, no sólo porque estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en Ciudad Universitaria (donde también dedicó un cortometraje a la figura de Friedeberg), sino porque a lo largo de casi una década colaboró de manera cercana con el FICUNAM y en sus proyecciones encontró el cine que quería hacer a futuro.
“Coincidió la primera vez que lo fui a entrevistar, yo estaba empezando a colaborar en la primera edición del FICUNAM, lo que significa que mi película se tardó lo que lleva el Festival. Este encuentro me formó como audiencia y cineasta, regresar después de tanto tiempo y estar en la competencia es un sueño mayor”, afirmó y agregó:
“Ahí aprendí a hacer cine radical, para mí la radicalidad reside en cosas que antes no lo eran: el ser femenina, el ser dulce, el romper los estigmas de lo que uno debe o no hacer en el documental. El incluirme a mí misma en filme que muchas veces ha sido mal visto, pero, justamente, FICUNAM me dio la posibilidad de hacer lo que yo quisiera. Presentarme aquí es el fin de un ciclo, es donde debió estar la cinta desde siempre, porque la hice pensando en lo que me enseñó el Festival.”
Las violencias heredadas
En A través de Tola, de Cassandra Casasola, la directora cuenta la historia de su abuela quien atravesó distintas violencias a lo largo de su vida, culminando con la desaparición de uno de sus hijos. “En realidad el largometraje empezó siendo sobre la historia de mi abuela. No era ni de mi papá ni de nuestra relación. Era de la vida de ella” recalcó Casasola. “Pero en el proceso me di cuenta que lo que a mí me movía era hablar de las violencias que hemos sufrido, de las que tratamos de desprendernos y las que replicamos” agregó la realizadora.
Si bien, la cinta tiene un clímax cuando narra la desaparición forzada del hijo de Tola, en realidad la historia no gira en torno a ese hecho. “Después de varios días de rodaje entendí que quería contar más sobre las violencias que nos han atravesado a mi abuela, a mi madre y a mí. La desaparición de mi papá fue el nudo en el que convergieron nuestras vivencias, fue la conversación que dio pie a otros temas”, declaró.
Entre imágenes de vida cotidiana en la casa de Tola, fotografías familiares, videocasetes, escenas que transcurren en el mar y el río, surge la historia de una mujer y, con ella, la de su familia. Para la directora los cuerpos de agua que aparecen en la película son una metáfora de dejar ir, de soltar, porque el agua todo el tiempo está corriendo. Asimismo, las fotografías y los videocasetes son las texturas que forman parte del estilo que la cineasta ha construido.
Casasola expresa que quería hacer una narración de la desaparición de su padre porque no se podía encontrar en las cintas que ya se han hecho sobre el tema. A través de Tola le ayudó a sanar mediante el cine. Durante su proceso decidió que no quería contar la historia de su papá sin sus claroscuros porque su relación era compleja. Para ello, aparte de sus propias declaraciones, también empleó las de su abuela y su madre, quienes hablaron sobre él, su desaparición y todo lo que lo rodeaba.
El baile como escape
Aunque Leonor Maldonado no tenía como objetivo de vida la realización cinematográfica –su educación está ligada a la danza–, cuando conoció la danza M20 supo inmediatamente que necesitaba retratarla en pantalla, no sólo por la fuerza de sus movimientos, sino por quiénes la habían desarrollado y por las razones que los llevaron a ello.
Así nació M20 Matamoros Ejido 20, el cual retrata, como explica la sinopsis, a un grupo de hombres de barrio bajo que creó una danza como medio para expresarse y formar comunidad en uno de los lugares más violentos de México: Matamoros, Tamaulipas.
“Fue una emoción muy grande al conocerlos porque yo, en ese momento de la vida, tenía esta pregunta política como bailarina y coreógrafa: ¿de qué manera podemos poner nuestros cuerpos en cuanto al arte, a lo político, al cuidado, a la vida y a hacer danza? Sobre todo en un país donde nos faltan tantos, en el que hay una guerra que nos está quitando tantos cuerpos y hay tantos desaparecidos”, recordó Maldonado. A lo que añadió: “también me preguntaba mucho cuál es la pertinencia de un arte como la coreografía y la danza, y cuando los vi fue como si tuvieran una respuesta, y era muy específica.”
Para la joven realizadora era importante mostrar la vida de quienes bailan, por ello el documental se estructura de manera que entre cada sesión de baile la cámara acompaña a los protagonistas en su vida cotidiana, a través de las maneras en que conviven con la violencia y su cercanía con la frontera norte.
El encuentro del EZLN con Europa
La montaña, dirigida por Diego Enrique Osorno, documenta la primera visita de un grupo del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) al continente Europeo. Aunque buena parte es abarcada por el viaje marítimo que hizo la delegación de pueblos indígenas, para su director, lo más relevante no fue lo que hicieron cuando llegaron a su destino; más bien, lo que encontraron en el camino. Lo que fascinó al documentalista fue el descubrimiento del escuadrón 421: el inmenso mar del Atlántico.
“Era el descubrimiento de la navegación, del viento, de la relación entre el barco y el viento, la revelación de nuevos horizontes de manera literal”, relató el director. La cinta es una comparación entre el sistema vertical de poder en el que se sustenta la civilización occidental y el horizontal que propone, por ejemplo, el EZLN.
Mientras el barco que llevaba la tripulación zarpaba en el inmenso mar, lo único que se podía ver era el horizonte, una línea entre el mar y el cielo. Osorno explica que este elemento le hizo reflexionar sobre la aparición del zapatismo, así como contrastarlo con la verticalidad del poder. De esta forma es como hace una sucesión entre escenas de las olas en mar abierto y las imágenes de la lucha del Ejército Zapatista.
En el largometraje se muestra cómo el barco puede volverse un lugar utópico en medio de la nada. Un sitio, con espacio reducido, que le permite a la tripulación, con realidades distintas, convivir y charlar sobre su forma de ver el mundo y acerca de sus diferentes historias de vida.
“El espíritu de la escritura y de la edición fue fundamentalmente respetar el diálogo que los zapatistas están buscando con otras culturas”, compartió Osorno. En la película se representa perfectamente esa charla entre el escuadrón 421, el capitán del barco y la demás tripulación. Sus conversaciones eran un encuentro entre culturas completamente diferentes, que a veces llegaban a un consenso y otras no.