Sede UNAM-San Antonio

Vestigios precortesianos en la conmemoración de difuntos

Eduardo Matos, doctor honoris causa por la UNAM, ofreció la charla La Muerte en el México Prehispánico

Para los pueblos originarios el concepto de dualidad es muy importante, es decir, donde hay luz también hay sombra y la muerte es parte de la vida, lo cual queda reflejado en diversos códices, lápidas, grabados, urnas y artefactos funerarios, recordó Eduardo Matos Moctezuma en el entorno del día de muertos.

“La dualidad: vida y muerte, ellos la observaban en sí mismos, en los animales, en las plantas y en la naturaleza. Captaban que a lo largo del año había temporada de secas en que todo moría por la falta de lluvia y, por el contrario, una temporada donde las cosas renacían, daban frutos. A lo largo del año eso les permitía organizar su propio calendario”, explicó.

El doctor honoris causa por la UNAM precisó que esto se aprecia en códices como el Laud, para los mexicas. Desde el momento del nacimiento la muerte acecha al hombre, y dependiendo del tipo de fallecimiento sería el sitio al que se destinaría.

Aquellos guerreros caídos en batalla o sacrificados acompañaban al Sol desde el amanecer hasta el mediodía; las mujeres muertas en el primer parto eran consideradas también guerreras y acompañaban al Sol desde el mediodía hasta que se ocultaba, mencionó.

Mictlán

Por otra parte, los niños que fallecían pequeños iban a un sitio donde había un árbol nodriza que los alimentaba hasta que pudieran regresar a un vientre materno; mientras que el resto de la gente descendía al Mictlán, donde se encontraban el señor y la señora del mundo de los muertos.

Pese al choque cultural, algunos elementos de ese ritual han perdurado, pero muchos otros se han mezclado especialmente con el catolicismo, comentó el reconocido investigador por sus trabajos en Tula, Teotihuacan y el Templo Mayor.

Incluso hoy en día, ejemplificó el arqueólogo, perduran en varias comunidades de Puebla reminiscencias de los pasos para llegar al Mictlán, pero sincretizadas con conceptos cristianos, dijo al ofrecer la charla La Muerte en el México Prehispánico.

“Sobre el altar de muertos tenemos que Sahagún menciona algo de ello; algunas ofrendas tienen varias cosas que los acompañaban, lo cual ocurre en muchas zonas del mundo, no es sólo de acá”, aclaró el ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007.

Convocado por la Sede UNAM-San Antonio (Escuela de Extensión Universitaria), el autor de La muerte entre los mexicas destacó que en los actuales altares se incorporan el pan de muerto o la calavera de azúcar, pero antes de la conquista en América no había trigo para hacer pan ni calaveras de azúcar.

“Hay que ver con mucha claridad qué puede sobrevivir, porque en la mayoría de las grandes ciudades el concepto es totalmente occidental, es católico o protestante… queda poco de esa reminiscencia que podemos observar en la flor de cempasúchil, que abre el camino para que el ánima llegue a comer”, añadió Matos Moctezuma.

Igualmente, aseveró que es sólo un mito que los mexicanos nos riamos de la muerte, una confusión que se ha dado más por un afán literario que por corresponder a la realidad.

Matos Moctezuma resaltó que si bien actualmente se recuerda a los muertos el 1 y 2 de noviembre (todos los santos y fieles difuntos, respectivamente), en el mundo prehispánico había un mes completo dedicado a los niños y otro a los adultos, pero el catolicismo comprimió la celebración a un día para cada uno.

Rubén Minutti Zanatta, cónsul de México en San Antonio, Texas, expresó que las tradiciones alimentan el espíritu y la mejor comprensión de su significado, trascendencia, riqueza y folclor sirven para avanzar y superar adversidades. “San Antonio es una de las comunidades más mexicanas y que mejor celebran estas tradiciones. Nuestra comunidad no adquirió esto de forma artificial, sino por vivencia propia, tradición oral y su experiencia familiar desde siglos atrás”

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