Casi 80 por ciento de quienes sufren violencia no piden ayuda a las instituciones y tampoco la denuncian, lo cual complica entender cómo se vive y su dimensión en el espacio digital. Sin embargo, se sabe que 44 por ciento de las mujeres con pareja han sido agredidas, y entre las de 18 y 30 años, nueve millones han sufrido violencia digital, 60 por ciento de ellas en Facebook; además, una de cada 10 niñas entre 12 y 17 años ha recibido videos con contenido sexual en redes sociales. Por todo ello, hablar del tema de violencia digital hoy es obligado para docentes, padres de familia y usuarios de las redes sociales.
Así quedó establecido en la conferencia Violencia digital: Entre el amor romántico, la tecnología y la seguridad digital, organizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), donde Alethia Fernández de la Reguera, integrante de la entidad, señaló que según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (2017) siete de cada 10 mujeres de 15 años o más han vivido algún tipo de violencia, tanto en el entorno escolar, laboral, familiar, de pareja o en la calle.
La universitaria recordó que desde las primeras etapas de la infancia hemos aprendido a socializar con el modelo del amor romántico, a través de caricaturas, películas y demás productos culturales que consumimos, donde se crean roles diferenciados y hay un ideal de felicidad que se construye a partir de tener una pareja. Se trata de un modelo muy arraigado entre los jóvenes cuando empiezan sus primeras relaciones de noviazgo.
Entre los mitos del amor romántico, señaló, se encuentran las ideas de que “si me cela es porque me ama”, “el amor duele” o “el amor todo lo puede”, que son la base cultural para normalizar las relaciones de violencia en el noviazgo, y que se traslada al entorno digital.
La violencia en el noviazgo tiene particulares afectaciones para las mujeres, refirió Fernández de la Reguera. Tres de cada 10 adolescentes en Latinoamérica denuncian haberla sufrido. En México, 76 por ciento de las adolescentes entre 15 y 17 años ha sufrido violencia psicológica, 17 por ciento, violencia sexual, y 15 por ciento, violencia física. En el entorno digital prepondera la emocional.
Adriana Figueroa Muñoz Ledo, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, recalcó que nuestras prácticas sociales se han extendido al ámbito digital, que no está exento de ser un espacio en el que la violencia se reproduce.
Los activismos, destacó, han impulsado reformas legislativas para reconocer este tipo de violencias y sancionarlas. La llamada Ley Olimpia –a partir del activismo de Olimpia Coral Melo, quien en su juventud fue víctima de pornovenganza– es en realidad un conjunto de reformas en el Código Penal Federal, códigos estatales y el artículo 20 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, donde se reconoce la violencia digital y la mediática, para sancionarla.
Esa ley define a la violencia digital como actos de acoso, hostigamiento, amenaza, vulneración de datos e información privada, así como la difusión de contenido sexual (fotos, videos o audios) sin consentimiento a través de redes sociodigitales, y que atenta contra la integridad, la libertad, vida privada y los derechos, principalmente, de las mujeres.
En 2019, de acuerdo con la encuesta realizada por el Módulo de Ciberacoso del INEGI, de 74 millones de personas usuarias de Internet, 17.7 millones reportaron haber sido víctimas de algún tipo de ciberacoso, y de esa cifra, 9.4 millones fueron mujeres. De acuerdo con ONU Mujeres, los grupos más vulnerables para vivir este tipo de violencia son las mujeres entre 18 y 30 años.
Las violencias que tienen que ver con la conducta o vida sexual, recalcó Figueroa, fueron mayoritariamente padecidas por las mujeres, “lo cual habla de cómo el tema de la sexualidad es una condición específica para controlar, sancionar o coaccionar su vida y libertades”.
Finalmente, mencionó que entre las estrategias de seguridad digital se encuentra ocultar fotos en los dispositivos, eliminar contenido, anonimizar (pixelear, cubrir el rostro, etcétera), borrar metadatos y usar aplicaciones para encriptar datos. En sitios web como los de la Red en Defensa de los Derechos Digitales o Cyborgfeminista hay estrategias y videos tutoriales para resguardar la información.
De la mano de tales acciones, concluyó Adriana Figueroa, necesitamos una transformación cultural que apunte al respeto de las decisiones sobre la sexualidad; “todos somos dueños de nuestros propios cuerpos, tenemos la capacidad de decidir y consentir cómo vivimos el placer, con quién compartimos afectos y prácticas sexuales, avanzar hacia una cultura de respeto por la dignidad, y transformar aquellos aspectos sobre los cuales descansan muchas de las violencias en el noviazgo”.