Charla en el Centro de Ciencias de la Complejidad

Vital que mujeres paren y se dediquen un tiempo

La lucha feminista no sólo se fortalece en los espacios públicos y masivos sino también en los pequeños de reflexión y descanso

En una época en la que el activismo feminista se ha sumado a las múltiples tareas que hacen muchas mujeres para sostener su vida y la de sus familias, resulta vital parar con el fin de liberar tiempo para estar juntas y rechazar todas las formas de violencia que las afectan: desde los salarios desiguales hasta la triple jornada.

Así lo expresó la escritora mexicana Vivian Abenshushan, como parte de la mesa Mujeres, historia, roles y derechos, en la jornada de conversaciones Espacio de diálogo, respeto y entendimiento del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM. En ella, también participaron las investigadoras Alexandra Aguilar, del Programa Universitario de Derechos Humanos, y Estela Roselló, del Instituto de Investigaciones Históricas, ambas entidades de la UNAM, quienes coincidieron en que las mujeres, al ser las principales cuidadoras durante la pandemia, deben proveerse de autocuidado y dedicación.

Para Estela Roselló, la pandemia significó nuevos retos, preguntas y también la necesidad de construir relaciones más equitativas para enfrentar todo tipo de violencia de género, abuso o maltrato físico o mental sobre las mujeres.

ONU Mujeres ha señalado que durante la pandemia hubo impactos e implicaciones diferenciadas para mujeres y hombres. La organización reveló que ellas siguen siendo las más afectadas por el trabajo de cuidados no remunerado, así como por la violencia doméstica, sobre todo en tiempos de crisis. Roselló mencionó que 243 millones de mujeres de entre 15 y 29 años han sufrido violencia sexual o física por parte de sus parejas sentimentales en el último año a nivel global.

Durante el confinamiento, muchas profesionistas y amas de casa tuvieron que asumir las funciones de cuidado familiar y de maestras de sus hijos, tuvieron que invertir más tiempo en cocinar, lavar, limpiar, planchar, sin dejar de cumplir con sus actividades profesionales. De acuerdo con la directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), Nadine Gasman, “en México, las mujeres trabajamos más y ganamos menos; hacen tres veces más trabajo no remunerado que los hombres”.

“El agotamiento extremo, la ansiedad y la depresión se convirtieron en realidades femeninas más cotidianas a partir de la pandemia”, dijo Roselló. Así lo confirma un artículo publicado en la revista médica The Lancet, en octubre de 2021. Se trata de la evaluación más grande hasta ahora, sobre el impacto que la pandemia ha tenido en la salud mental de la población, que reveló que las más afectadas fueron las mujeres, con 52 millones de casos adicionales de ansiedad y 35 millones de nuevos casos de depresión diagnosticada en mujeres, en comparación con 2019.

De ahí la importancia de parar. A diferencia de la huelga masculina, históricamente relacionada con el movimiento obrero, el paro que plantea la lucha feminista significa “liberar tiempo para nosotras, para pensar y actuar, para hacer el duelo y luchar, (…) porque parecería imposible liberar tiempo para el descanso, la conversación, los amores profundos, la escucha duradera”, explicó Abenshushan.

El paro también reivindica la importancia de los espacios micropolíticos, que no son masivos, ni visibles, pero que fortalecen la unión y la reflexión entre mujeres. Frente al reino de la hiperproductividad, la autoexplotación, las múltiples tareas de cuidado y la cotidianidad lo que menos se permite es detenerse, dijo Abenshushan.

La investigadora Alexandra Aguilar expuso que para resolver muchas de las violencias y desigualdades de género que detonan la necesidad de que las mujeres paren hay que explorar los sesgos cognitivos, que ocurren cuando al interpretar la realidad hay una distorsión, un prejuicio, una interpretación ilógica o un acto de irracionalidad.

Sesgos cognitivos

Por ejemplo, el sesgo de confirmación hace que la mente de una persona busque únicamente la información que pueda confirmar sus propios valores y creencias, como cuando alguien que cree que las mujeres no pueden dedicarse a las matemáticas utiliza argumentos para fortalecer y justificar su posición.

Pero hay muchos otros sesgos cognitivos. Por ejemplo, el error fundamental de prelación consiste en culpar a las personas por sus decisiones sin entender el entorno en que se desarrolla; el sesgo egocéntrico se refiere a la incapacidad de ver la realidad desde la perspectiva de los otros evitando la empatía a la otredad; mientras que los sesgos de género, raciales, adscripción étnica y de edad están asociados con las características intrínsecas de las personas y sirven para que otras las excluyan.

Todos estos sesgos están en la base de la violencia contra las mujeres. Por eso, de acuerdo con Aguilar, el reconocer y detectar estos sesgos cognitivos, tanto en las personas como en las instituciones, puede contribuir a acabar con la discriminación y la violencia hacia ellas

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