Vital, repensar ideales para no excluir personas con discapacidad

Berenice Pérez, Mónica Quijano, Carolina Sánchez, Leticia Cano y Dionisio Meade. Fotos: Francisco Parra.

Aún hay significantes asociados a la discapacidad que, en buena medida son peyorativos, como pensar a quienes la padecen desde la deficiencia o anormalidad, o como dependientes o incompletos; por eso, la inclusión debe desplazar tales ideas en nuestra vida cotidiana, se señaló en el Foro 20·20 Iniciativas Universitarias para la Inclusión, Diversidad e Igualdad, organizado por Fundación UNAM.

Berenice Pérez Ramírez, coordinadora del Centro de Investigación y Estudios en Discapacidad y Salud de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) dijo que hay que reconocer la autoridad epistémica de las personas con discapacidad; es decir, “ellas pueden ser sujetos de conocimiento y constructoras del mismo, y por lo tanto deben tener un lugar en el espacio universitario”.

En la última sesión de la edición 2023 del Foro, dedicada al tema de La educación superior inclusiva, añadió que la universidad aspira a recibir y fortalecer a un sujeto “corporalmente completo, inteligente, racional y coherente”; pero es necesario repensar esos ideales para no excluir de antemano a personas con discapacidad.

Gracias al trabajo de la Unidad de Atención para Personas con Discapacidad de la UNAM, se sabe que hubo un repunte de la discapacidad psicosocial, especialmente en el estudiantado, y eso significa que buena parte de los alumnos tiene momentos de ansiedad, depresión, ideación suicida o uso de sustancias. “Ahí puede haber una tensión con los ideales de la universidad y en ese sentido señalo su reconfiguración”.

En el auditorio de la Unidad de Posgrado, Mónica Quijano Velasco, directora de Educación para la Igualdad de la Coordinación para la Igualdad de Género, y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, sostuvo que en un contexto nacional y mundial de profundas transformaciones y de crisis de sustentabilidad, de derechos humanos, de desigualdades por razones de género, étnicas, de clase social, etcétera, preguntarnos sobre la educación inclusiva no es sólo fundamental, sino urgente.

Aunque la educación es un derecho, recalcó, millones de personas son excluidas por su género, origen étnico, religión, nacionalidad, situación económica o discapacidad. Por ello, la educación inclusiva se esfuerza en identificar y eliminar las barreras que impiden el acceso a ese derecho fundamental.

En México, según el Sistema Integrado de Información de la Educación Superior, sólo 42 % de la población accedió a ese nivel de estudios en el ciclo 2020-2021; se trata en su mayoría de personas que forman parte de las clases medias y altas de zonas urbanas.

Pero las comunidades rurales e indígenas tienen mucho menor acceso. Según el Inegi, sólo 2 % de las personas hablantes de una lengua indígena accedieron a la educación superior en el ciclo 2019-2020. “Atender esta situación implica el aumento del presupuesto para ese nivel de estudios”, dijo Quijano.

Si no garantizamos el acceso a la educación para nuestras poblaciones, no sólo se viola un derecho fundamental, sino también se coarta el libre desarrollo de la personalidad de las personas, quienes no pueden llevar a cabo sus planes de vida.

La UNAM ha avanzado mucho en el camino de la inclusión; hay interés de la comunidad por impulsar la educación inclusiva, igualitaria, libre de violencias, pero nos falta mucho por recorrer, reconoció la universitaria.

Carolina Sánchez García, titular del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad, dijo que de acuerdo con el Censo 2020, 23.2 millones de personas de tres años y más se autoidentifican como indígenas; 7.4 millones son hablantes de lengua indígena. Las entidades con mayor porcentaje son Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Guerrero.

En México hay 68 agrupaciones lingüísticas y se hablan 364 variantes; las que cuentan con mayor número de hablantes son: náhuatl, maya y tseltal. De cada 100 personas que hablan alguna lengua indígena, 12 no hablan español.

En tanto, 2.5 millones de personas se autoadscriben como afromexicanas; esta población se concentra principalmente en Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Ciudad de México y Jalisco, detalló.

Tales sectores registran bajo acceso y permanencia en la educación superior. Por ello, la UNAM emprende acciones como el fortalecimiento de becas para jóvenes indígenas y afromexicanos, concluyó.

En la sesión moderada por la coordinadora del Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales, Leticia Cano Soriano, el presidente del Consejo Directivo de Fundación UNAM, Dionisio Meade, explicó que con esta sesión concluye el Foro 20·20 de este año. “Hemos querido dar visibilidad, presencia y rostro a muchas de nuestras realidades que ahí están, reclamando atención y acciones específicas”.

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