H appening, catarsis masiva de una generación, hito de la música popular, el Festival de Woodstock se ha convertido en un referente cultural. A medio siglo del suceso, Rafael Pérez-Taylor, director del Instituto de Investigaciones Antropológicas, reflexiona sobre sus significados y significantes.
Era 15 de agosto de 1969 cuando un grupo de jóvenes hizo realidad la convocatoria para reunir a 33 bandas de buen rock y así fortalecer sus nexos de pertenencia como grupo social. “Entre las bandas, no hubo famosos porque se percibía un recelo entre los grandes grupos. Se pensaba que los organizadores sólo querían hacer negocio, pero nunca imaginaron la cantidad de gente que se congregaría”.
Al final, la asistencia se desbordó, el concierto fue gratuito; se reunieron cerca de 500 mil personas y se alargó hasta el 18 de ese mes. El nombre de la granja del condado de Nueva York se incorporó a la historia de la música.
Desde la perspectiva de Pérez-Taylor, asistieron tres tipos de bandas: los supergrupos, entre ellos Janis Joplin, Jimi Hendrix, The Who, Jefferson Airplane –el sonido San Francisco–, también Joe Cocker y The Grease Band, y “para mí, el más importante de ellos: Ten Years Afters”. Todos entre la música psicodélica, el blues rock y folk rock.
Asimismo, grupos de música de protesta y cantautores como Joan Báez, Arlo Guthrie, Country Joe & The Fish, The Band, un gran grupo de música folk (que había tocado con Bob Dylan), Crosby, Stills, Nash and Young, otro supergrupo folk. En la lista hay que mencionar a Canned Heat, Carlos Santana y otros más como Mountain que se encaminó hacia el heavy metal. Fueron tres días y medio de música que cambiaron el panorama musical del mundo del rock.
El antecedente de esa expresión cultural es el concierto de Monterey, California, donde estuvieron Jimi Hendrix, Erick Burdon and The Animals; Quicksilver Messenger Service, un concierto más pequeño que vaticinó al de Woodstock.
La posguerra
Woodstock es importante para la historia del siglo XX y de la posguerra, continuó Pérez-Taylor. Muchos de los músicos habían nacido en la década de los 40 del siglo pasado. Es la generación que vivió el trauma de la posguerra, de Vietnam y, años antes, la Guerra de Corea.
El concierto es una instantánea de la sociedad estadunidense, del imperio, su auge y al mismo tiempo su decadencia por los significados del servicio militar obligatorio, la guerra y la muerte. Las canciones de Country Joe and The Fish son un ejemplo de esa contradicción.
La situación genera un gran movimiento: los hippies, con amor y paz como lema de resistencia, contra la guerra, de enormes repercusiones en esa sociedad. Una de ellas es que muchos jóvenes deciden no alistarse en el ejército y terminan presos. Es el caso del pacifista David Harris –esposo de Joan Báez–, Cassius Clay-Muhammad Alí, y Norman Mailer también. En 1969, en Estados Unidos crece por vez primera la conciencia de la gente pacifista que no quiere involucrarse más en las guerras. Considérese, en primer plano, que Estados Unidos desde que es nación, no ha vivido la paz. Hasta hoy es el país con más guerras, ahí radica el origen del movimiento hippie con el rock, como una música en resistencia.
El movimiento hippie mostraba una actitud revolucionaria en su momento y catalizaba una crítica al imperio: “No más guerras”. Eso se materializa por medio del rock; sin embargo, el Estado absorbe las manifestaciones del rock para desarticularlo en su función contestataria y de resistencia para convertirlo en un producto de consumo mediante las industrias del entretenimiento.
Por lo pronto, Woodstock es el centro de un panorama masivo de contracultura, vigoroso y contestatario que planteaba el rompimiento con el establishment, con lo establecido (aquí en México se replicó en Avándaro).
Se trataba de no participar en las relaciones con el Estado, promover la autogestión y la vida en comuna. Es la anarquía, definió el investigador. “Son formas autogestivas donde nacen los movimientos ecologistas y ambientalistas que apuntan a crear colectividades fuera del sistema capitalista; de hacer sustentable la vida comunitaria y una forma diferente de educación”.
Porque la educación anglosajona, en general, está basada en la memoria repetitiva atroz, lo cual significa no pensar. Y no piensan porque no tienen pasado y dentro del movimiento hippie había un intento de fusión con las culturas tradicionales estadunidenses, aunque todo proceso civilizatorio nunca va para atrás. Esto lo sabía muy bien el Estado, de ahí que pudieron fracturarlo.
Letra y música
Al hablar de las letras y de la música deberá tomarse en cuenta que el rock es música de la sociedad industrial. En aquella época los artistas estaban inmersos en los procesos creativos y de ejecución musical, no en las estrategias de marketing, criticó el antropólogo. “No había playbacks. Se iba al estudio hasta lograr la perfección. Los músicos se movían en un amplio espectro de la improvisación. El mejor ejemplo es Jimi Hendrix, un músico lírico revolucionario.
Las letras generaban contextos del momento que estaban viviendo. En la ópera rock Tommy de The Who, hay un acercamiento a los niños sobrevivientes de la II guerra, al problema de la orfandad, de rehacer familias, al choque emocional de perder al padre. Algo muy fuerte.
La influencia de esos letristas llega a los años de la guerra en Irak. Green Day que tiene una canción Wake me up when september ends (Despiértame cuando termine septiembre) que recuerda a Woodstock. La letra refleja la vida del estadunidense pobre, campesino del centro de Estados Unidos, que se acaba de casar, es joven y su único recurso es ir a la guerra, porque le ofrece seguridad económica, estudios superiores y, sobretodo, bienestar para su familia, aun cuando no regrese vivo.
Detrás está el incumplimiento del Estado con el compromiso con los veteranos, que regresaron padeciendo enfermedades causadas por la guerra biológica. Ellos fueron conejillos de indias en ese conflicto. Las letras reflejan el rechazo a las políticas imperiales. Esto cantaron en Woodstock.
Se demostró el poder convocante de los jóvenes a través del rock, con un discurso que evidentemente no convenía a los intereses del Estado, este fenómeno se replicó en diversas partes del mundo en años posteriores, concluyó Pérez-Taylor.