En los mares del mundo siempre ha habido zonas muertas, pero ahora se incrementan en número y tamaño por la enorme cantidad de nutrientes que el ser humano descarga en sus aguas y por el Cambio Climático Global.
Una zona muerta en los océanos es una zona específica sin o con bajos niveles de oxígeno, elemento vital para la vida en la Tierra, dice el doctor Lorenzo Álvarez Filip, investigador de la UNAM.
En esas zonas con hipoxia, las consecuencias negativas sobre la vida marina son evidentes. Sólo sobreviven los que pueden migrar a otras regiones: peces, tiburones y mamíferos como los delfines. Mueren y morirán los organismos que no se puedan mover (algas, invertebrados, moluscos, corales, pastos marinos, mejillones, ostras). También los que se mueve muy lento (algunos equinodermos como estrellas de mar, erizos, el pepino de mar… que difícilmente pueden salir de una zona muerta grande).
Sin embargo, incluso cuando las especies se mueven para evitar los bajos niveles de oxígeno, pueden experimentar condiciones adversas, como por ejemplo la pérdida de oportunidades de alimentación y la perdida de energía invertida en nadar para escapar de estas zonas y adaptarse a las nuevas condiciones.
Incluso, en los límites de las zonas muertas, si bien los niveles de oxígeno pueden no causar muerte inmediata de los organismos, sí pueden ser suficientemente bajos para afectar procesos fisiológicos como el crecimiento, la reproducción o los mecanismos de defensa ante los depredadores o las enfermedades.
La consecuencia última de la desoxigenación actual y futura se refleja en una pérdida de servicios ecosistémicos y de bienestar humano. Por ejemplo, muchas de las zonas afectadas también soportan importantes y diversas pesquerías, lo que podría mermar los recursos alimentarios para el ser humano, asegura Álvarez Filip, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología.
Hipoxia por eutrofización
Desde 1950, el número de zonas marinas con hipoxia se ha multiplicado por cuatro en mar abierto y hasta por diez en zonas costeras, según -cita Álvarez Filip- un artículo de revisión publicado en la revista Science en 2018.
La sinergia de fertilizantes que vienen desde la tierra y el cambio climático global, sobre todo por el aumento de la temperatura en el mar, son las causas principales del incremento de zonas muertas en las costas, agrega el investigador de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, que tiene el ICMyL en Puerto Morelos, Quintana Roo.
El Río Misisipi arrastra todos los fertilizantes y un montón de materia orgánica utilizada en las cuencas agrarias y los derrama en el Golfo de México. Todos estos nutrientes estimulan la proliferación de productores primarios como las algas, lo que aumenta la cantidad de materia orgánica degradable que llega al fondo del mar y en donde es sujeta a la descomposición por microorganismos que consume altas cantidades de oxígeno, produciendo condiciones de hipoxia y afectando la calidad del agua.
“La eutrofización o aporte excesivo de nutrientes a las aguas costeras es una de las principales causas del aumento de las zonas muertas en los océanos”.
La transición a zonas muertas
Álvarez Filip, colaborador de CONABIO y de Greenpeace, apunta que el aumento en la temperatura del mar reduce la solubilidad del oxígeno en el agua, por lo que aguas más cálidas contienen menos oxígeno, lo que favorece la generación de más zonas marinas muertas.
Otro proceso que acelera la transición a zonas muertas es el aumento de las tasas metabólicas de los organismos, lo que hace que cuando el mar se calienta, los organismos consumen más oxígeno contribuyendo a disminuir sus niveles en el agua.
En las zonas muertas ocurre un ciclo de retroalimentación negativo “muy preocupante”. Con el incremento de temperatura y bajos niveles de oxígeno, se empieza a liberar óxido nitroso, que es un compuesto de efecto invernadero, 300 veces mas “poderoso” que el dióxido de carbono (CO2)
El resultado neto es un círculo negativo. Se acelera el incremento del calentamiento global, que a su vez calienta más el mar, propiciando zonas marinas con bajo nivel de oxígeno.
Las dos grandes zonas muertas
La zona muerta más grande en el planeta está en el Golfo de Omán, en la costa de Arabia. La segunda está en el Golfo de México, mar que compartimos con Estados Unidos y Cuba. Es la cuenca o desembocadura del Río Misisipi. “Desafortunadamente están empezando a proliferar en otras zonas”.
En la costa del Pacífico, desde California hasta Chile, hay una zona de bajo nivel de oxígeno muy grande pero que no llega a la superficie. Empieza de menos 100 metros hasta menos mil metros. Los organismos como peces y corales que viven a 20 metros de profundidad no son generalmente afectados.
Sin embargo, en algunas partes, incluso en México, estas zonas de bajo nivel de oxígeno, ubicadas a cien metros, pueden alcanzar aguas someras (a 10 metros de profundidad) e incluso superficiales.
Esta ascensión de zonas muertas es por problemas asociados al calentamiento global, como los cambios de las corrientes (llevan agua caliente o fría), de las mareas y de los vientos.
De volverse recurrente, advierte Álvarez Filip, este proceso afectará negativamente toda la biodiversidad, la producción pesquera y los sistemas sésiles, como los arrecifes de coral que habitan en las zonas someras de las costas del Pacífico mexicano.
Sargazo letal
Otro problema que no es una típica zona muerta pero si con bajo nivel de oxígeno estacional, es la causada por el arribo del sargazo a costas del caribe mexicano.
Cuando se empieza a podrir la gran cantidad de sargazo en las playas (evidente por el cambio a un color café en la línea de costa), genera a su vez un montón de nutrientes que aceleran la actividad microbiana y disminuyen rápidamente los niveles de oxígeno cambiando la composición química del agua, por lo que todos los organismos que viven en la franja costera son afectados.
En Puerto Morelos, la hipoxia debida a la pudrición del sargazo ha causado mortalidades masivas de peces y de otros organismos, así como de pastos marinos, ecosistemas que crecen donde empieza la playa.
El arribo del sargazo es un problema emergente que se ha vuelto más evidente en verano, causando mortalidad masiva de organismos. Sin embargo, es necesario estudiar cuáles serían a mediano y largo plazo sus consecuencias en los sistemas arrecifales, ya que los efectos del cambio en la calidad del agua marina pudieran volverse crónicos.
Tres propuestas
Para comenzar a reducir el número y la extensión de zonas muertas del mar, el doctor Álvarez Filip sugiere:
1. Evitar el uso excesivo de fertilizantes y mejorar tanto el tratamiento de aguas residuales como el manejo de granjas ganaderas, ya que generan “cantidades impresionantes de nutrientes” que se tiran a los grandes ríos y se descargan en el mar.
2. Contribuir a reducir el Cambio Climático, tomando conciencia y limitar, día a día, nuestras actividades que tienen impacto negativo en el clima.
3. Gobiernos y paneles intergubernamentales deben ser más proactivos en la toma de decisiones “sobre en qué dirección nos vamos a mover en materia de cambio global”.
Porque, puntualiza Álvarez Filip, si seguimos en el uso y abuso de los recursos, es imposible detener la multiplicación de zonas muertas, que es sólo uno los múltiples efectos negativos del Cambio Climático Global.